“Mire don Isidoro que el chico vale mucho. Métamelo en El Corte Inglés”. Y don Isidoro lo metió en El Corte Inglés, y poco faltó para que el chico, que efectivamente valía mucho, apuntara a su puesto. Quizás ahora lo haga. Víctor del Pozo, uno de los CEO “exaequo” (junto a Jesús Nuño de la Rosa) de la compañía de grandes almacenes, se ha convertido en el verdadero poder a la sombra en unos momento convulsos para la gigantesca empresa, en los que los cuchillos, ya afilados, buscan carne que cortar.
Quien recomendaba a Víctor del Pozo era su propio padre, portero de la finca colindante al Corte Inglés de Goya. Una de las pasiones de Isidoro Álvarez, el difunto presidente, era comprar locales, pisos, y ampliar los edificios de El Corte Inglés. Así se configuraron laberínticos monstruos de diferentes cabezas como los centros de Nuevos Ministerios o Goya. El padre de Víctor del Pozo hizo migas con Isidoro Álvarez, al que avisaba cuando un piso quedaba libre o veía una posible venta a la vista en su inmueble. Isidoro Álvarez, inteligentemente, contrató a Víctor del Pozo.
Como una gran carrera de un genuino “self made man”, Del Pozo hoy es el CEO más poderoso de la bicefalia, con un ascendente singular con Marta Álvarez Guil, la hija adoptiva de Isidoro Álvarez. Una influencia que va más allá del consejo del empleado “de toda la vida”, que llega y enraíza en el terreno afectivo. Afectivo, no más allá, a pesar de algunos rumores que circulan por la compañía, relacionados con el aspecto galante que presenta Del Pozo.
Quizás galante, pero no por ello menos duro, de trato áspero y pocas habilidades sociales. “Es un espartano”, asegura un antiguo directivo que tuvo un fuerte enfrentamiento con él. “Un espartano, pero que siempre busca crecer”, continúa, “y que ha tenido mucho mérito”. Del Pozo terminó dos carreras universitarias mientras era empleado de base en El Corte Inglés, que se pagó con su sueldo.
DE GOYA A PUERTA DE HIERRO
Un ascenso que lo ha llevado de la vivienda de la portería de la calle Goya a una vistosa casa unifamiliar en Puerta de Hierro, quizás el barrio más exclusivo y residencial de Madrid. Un ascenso que lo ha llevado de “comprar los yogures” de la compañía, en definición de alguien que conoce la empresa de arriba abajo, a ser el más poderoso CEO, eclipsando al más amable Nuño de la Rosa.
La ambición es la palabra que define a Víctor del Pozo según todas las fuentes consultadas. Y su capacidad de crecer y subir por el árbol jerárquico de la compañía. Porque el genealógico es más complicado, en una empresa con un fuerte peso familiar. Del Pozo no es asturiano, ni de nacimiento ni de origen.
ACERCAMIENTO A LOS GONZÁLEZ
Sí lo era la familia González, con su cabeza David González como consejero. Dueños del 6% de la empresa, fueron el primer objetivo de Víctor del Pozo en su hoja de ruta hacia la cúspide de la compañía. Según explican fuentes conocedoras de sus movimientos en la empresa, Del Pozo se acercó sin concesiones ni contemplaciones, en un trabajo casi de rigor militar, a uno de los hijos de la familia González. “Pero esa vez la jugada le salió mal”, explica esa misma fuente. Los González vendieron su 6% en 2009. Se especuló con que el precio fue de unos 328 millones de euros. Del Pozo quedó huérfano.
Pero el destino no iba a dejar tirado a Del Pozo. En el camino estaba Marta Álvarez Guil. Aunque en su ascenso social y empresarial ha tenido una enorme influencia su matrimonio con la abogada del Estado María Rosa Sanz Cerezo, de 51 años.
LOS DEL POZO-SANZ
A mediados de la primera década de los 2000 los Del Pozo Sanz estaban ya tocando el cielo social. María Rosa Sanz Cerezo ocupó la secretaría general de ADIF, el gestor estatal de infraestructuras ferroviarias. Pero su papel no fue solo en de una mera secretaria del Consejo, sino que fue considerada la jefa de personal de ADIF. Su poder trascendió al PSOE y se extendió al mandato de Ana Pastor como ministra de Fomento. Suya fue la gestión de parte de la enorme crisis del accidente del Alvia en Santiago de Compostela, con 80 fallecidos, la víspera de la fiesta de Santiago de 2013.
Sanz Cerezo es una de esas abogadas del Estado que se rifan los grandes bufetes. Agotado su tiempo en ADIF, el bufete de Roca Junyent la fichó para su despacho, en el que se estaba gestando la defensa de la infanta Cristina de Borbón. Pero junto a Miquel Roca Junyent no ha aguantado demasiados años y en enero de 2017 fue contratada por el bufete Broseta.
En la brillante carrera de la esposa de Víctor del Pozo está la jefatura del Gabinete del Secretario de Estado de Seguridad durante el mandato de Alfredo Pérez Rubalcaba. Las buenas relaciones con la seguridad son, se ve, un asunto de familia. El jefe de seguridad de El Corte Inglés, Carlos Fernández Cernuda, ex inspector de Policía y socio del ex comisario Domingo Martorell, es uno de los grandes aliados de Víctor del Pozo en la guerra interna desatada en El Corte Inglés. Martorell formaba parte del entramado subterráneo de la Seguridad del Estado en los tiempos del PSOE de Felipe González.
EL APOYO DE MARTA ÁLVAREZ
Víctor del Pozo sería, según conocedores de la gran batalla por el control de El Corte Inglés, el gran consiglieri de Marta Álvarez Guil. ¿Cómo consiguió reconducir su perfil de una familia a otra? Para explicarlo es necesario tener en cuenta la peculiar personalidad de la más protagonista de las hermanas Álvarez, hijastras de don Isidoro.
Casada con Juan Claudio Abelló, primogénito del gran hombre de negocios Juan Abelló, a Marta Álvarez se la considera una persona voluble, que puede pasar de la risa al llanto sin solución de continuidad. La boda con un Abelló era el culmen de su propio ascenso social, ya que se trata no solo de una de las grandes fortunas del país, sino que en su árbol genealógico hay Grandeza de España, títulos nobiliarios. Pero desde aquella boda en los años 90 con un ilusionado Juan Claudio a hoy ha habido un enorme desgaste y distanciamiento, que no se ha sustanciado en divorcio. “Ahí es donde apareció Víctor del Pozo”, cuenta el directivo de El Corte Inglés.
Atento a las oportunidades, con porte de galán, Del Pozo supo ser el brazo en el que se apoyara una emocionalmente frágil Marta Álvarez. Su pátina de eficaz ejecutivo además la libra de pormenores de gestión, “de manera que ella así solo está atenta a cosas que le interesan, como la moda o los anuncios”. Para lo demás ya está Del Pozo, el espartano.
VÍCTOR DEL POZO, EL ESPARTANO DE EL CORTE INGLÉS
El espartano no está solo. En su vertiginoso ascenso desde director de compras de gran consumo a CEO se saltó varios pasos de la ancestral meritocracia de El Corte Inglés. De “comprar los yogures” al descomunal reto de la actualización del veterano negocio, la digitalización y la batalla con Amazon. No es que su currículo haya estado plagado de éxitos en la compañía de los grandes almacenes.
“Vale, pero no tanto como se cree”, explica una persona cercana al Consejo de Administración de la empresa. Aliada o Súpercor son algunos de sus baldones. Una fuente del sector de la distribución explica que “los supermercados de El Corte Inglés están a la cola de los grandes de este país. Han perdido calidad, precio, competitividad, no son lo que fueron hace décadas”. Otro directivo recuerda los fuertes enfrentamientos de Del Pozo con sus compañeros de la alta dirección a cuenta de la gestión de los supermercados.
Pero en un gigante con decenas de miles de empleados algunos borrones en gestión se solapan con buenas influencias en la cúpula. Los apoyos de Del Pozo son tanto Juan Carlos Cernuda, como uno de los responsables de los servicios jurídicos, el ex juez decano de Plaza de Castilla, José Luis González Armengol. Frente al papel más discreto y senatorial que juegan otros pesos pesados de los servicios jurídicos, como el ex fiscal de la Audiencia Nacional Juan Moral de la Rosa o el el magistrado del mismo tribunal, Ismael Moreno, Armengol está jugando la partida del poder en El Corte Inglés.
FERNÁNDEZ CERNUDA Y ARMENGOL
El el mapa de las trincheras en las que se batalla hoy día por controlar la gran compañía –definida como sistémica y responsable de más del 2% del PIB nacional–, Fernández Cernuda y González Armengol son dos de los alfiles más afilados y peligrosos. Ambos dominan movimientos y posibles miserias legales de los miembros del dividido Consejo de Administración. Mientras el CEO Nuño de la Rosa está a otros asuntos, Víctor del Pozo se ha metido de lleno en la pelea, como muñidor del criterio de Marta Álvarez Guil, a la que controla a su antojo según fuentes de la alta dirección de la compañía.
Víctor del Pozo pude hacer efectiva la sentencia que sobre él dictó Juan Hermoso. En un conocido incidente en el despacho de Isidoro Álvarez, Hermoso le advirtió al veterano presidente: “Este no quiere mi puesto, sino el tuyo”.
Desde la casa de tres pisos de Puerta de Hierro, Víctor del Pozo puede ver la guerra con tranquilidad. De su lado están –de momento– Fernández Cernuda y González Armengol, dos piezas clave. Y con su voz experta, su aire de pretoriano, calma las ansiedades afectivas y emocionales de Marta Álvarez y la guía hacia su particular cumbre personal, su consagración, con la que negaría su aire de ama de casa con posibles: hacerla presidenta de El Corte Inglés. Podría ser que él se conformara con ser el Florencio Lasaga de este tramo del siglo XXI, ya que por más que suba por el árbol jerárquico de la compañía tiene un “pecado original”. No es asturiano ni se apellida Álvarez ni Areces. Hasta las mayores ambiciones tienen un techo.