“Huelen a muerto. Cuando la cortas, huele peor”. ¿Quién en su sano juicio comería un producto tras escuchar esto sobre él? Las salchichas Frankfurt son fáciles de hacer, cómodas a la hora de comer y su precio es asequible. Entre tantas bondades planea la baja calidad nutricional. Además, los alimentos ultraprocesados están en el punto de mira, lo que deja en mal lugar a las salchichas. Así, parece que es posible encontrar algunas marcas de buena calidad en los lineales del supermercado.
Tras probar ocho marcas de salchichas durante la cata de MERCA2, Jonatan Armengol lanza este mensaje a los consumidores: “Procurad buscar una buena salchicha, tener ketchup y mostaza a mano y los que tengan más de 18 años, con una cervecita mejora mucho. Para que os den según que guarradas, mejor no comáis salchichas”. Es el único crítico gastronómico invidente en España y gestiona varios proyectos vinculados al arte culinario. En su espacio “Comer a ciegas” valora platos, cócteles y vinos, entre otros productos. Recientemente ha comenzado el informativo “The Foodie Times” en el que repasa las noticias más importantes del día en el ámbito gastronómico, y que está orientado a los altavoces inteligentes Alexa y Google Home, además de otras plataformas de audio.
La receta de las salchichas Frankfurt es sencilla: carne de cerdo triturada, especias, sal y tripa natural. Si se atiende a su elaboración original, de procedencia germana, no parece complicado encontrar un producto de este tipo con alta calidad. El verdadero problema llega cuando los fabricantes de salchichas quieren abaratar costes e incluyen peores ingredientes. Bajo estas condiciones, los intereses de las marcas se impone una vez más en el sector alimentario.
La gran cantidad de sal que contienen las salchichas tiene la misión de crear una textura agradable y facilitar la retención de agua. Por lo general, suelen llevar más agua de la recomendable. Así, según la OCU, se paga agua a precio de carne. Los valores nutricionales de las Frankfurt son mínimos. La carne utilizada es de baja categoría: recortes magros, paleta deshuesada, papada, labios, carrillo y vísceras. Los conservantes, que no siempre vienen indicados en las etiquetas, pueden resultar nocivos para los consumidores, y en especial para personas alérgicas. Comparadas con la carne de cerdo, tienen un 80% más de grasa, un 35% menos de proteínas y una amplia variedad de aditivos, según recoge la OCU en una publicación propia.
1‘NO LO PUEDO CREER, UNA SALCHICHA DECENTE’
Por lo que respecta a la cata, la marca de salchichas Picken es la afortunada destinataria del piropo: “No lo puedo creer, una salchicha decente”, comenta Jonatan Armengol. El envase contiene cuatro salchichas (340g.) a un precio de 2,50 euros. La marca Morte es, junto a Picken, la mejor parada en la cata de MERCA2, aunque es todavía más cara. El paquete incluye tres salchichas (255g.) por 2,90 euros. El precio de venta de las salchichas es otra de las reivindicaciones de la OCU, y alertan de que las salchichas de mayor tamaño suelen venderse más caras, pero sus ingredientes no son necesariamente mejores. La organización insiste también en el hecho de que, en ciertos casos, se llega a pagar el kilo de salchichas de este tipo a un precio muy similar al de otros productos superiores, como el solomillo.
“Cuando chisporrotean mucho es porque tienen mucha grasa y cuando no chisporrotean es que no. Lo cual también es un buen dato para saber si estáis comiendo mucha porquería o es algo medianamente bueno”, aconseja Jonatan Armengol a los consumidores.
Aldi y Carrefour no convencen a Jonatan con su producto procesado de marca blanca. “Esto de salchicha bávara tiene lo que yo de buena vista”, bromea en relación al producto de Aldi, al que puntúa con un 5. De las salchichas de la marca de origen francés comenta que es parecido a comer plastilina, pero más pegajosa. DIA obtiene un 3, la puntuación más baja tras Westaflia (0), ya que, según Jonatan, desprende aroma a carne cruda y su textura “de corchopán y plastilina” le resta puntos.
Las salchichas de El Pozo no parecen elevar la calidad de los productos sometidos a la cata. “Esto huele a la comida del cole cuando en el cole no se comía bien. Tiene un fondo como a verduras, es como si hubiesen cocinado otra cosa y hubiesen aprovechado el agua”, comenta el crítico gastronómico al probarla. Alcampo consigue un aprobado justo, aunque su textura no es la más agradable.