El año 2017 ha comenzado con la noticia del fallecimiento del que fuera presidente de BBVA a los 87 años, José Ángel Sánchez Asiaín. Entró en los años 50 en la entidad, ingresando en el Servicio de Estudios del Banco de Bilbao, donde permaneció hasta que en 1962, y durante seis años, pasó a dirigir la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria. Fue nombrado consejero-director general de la entidad en 1970. Y presidente del consejo de administración del Banco de Bilbao en 1974.
Como máximo responsable de la entidad llevó a cabo una transformación en el banco. Presentó al consejo de administración de la entidad la propuesta de introducir las tarjetas de crédito y débito. En ese momento recibió muchas críticas pensando que el mercado español no se iba a adaptar a este nuevo sistema, pero el tiempo le dio la razón.
Supo como ninguno entender el mercado bancario actual adelantándose varias décadas a su tiempo. En este como en otros muchos mercados el tiempo es oro. En la década de los 80 ya abogaba por una banca más grande, para de esta forma poder competir con las diferentes entidades tanto europeas como mundiales. De haber empezado el proceso a tiempo, probablemente tendríamos una banca mucho mejor preparada y más eficiente.
La banca sin lugar a dudas pierde un referente en lo que a innovación se refiere. Muchas veces podemos tener algo delante y no verlo. Lo difícil reside en que unas estructuras tan grandes como las que forma la banca, con intereses de gobiernos e inversores puedan moverse de una manera ágil que les permita adelantarse a los cambios del mercado y de los consumidores.
BBVA debe decidir si aprovecha la ventaja de ser un banco grande o la desperdicia
Ahora nos encontramos en un proceso de transformación similar al que se vivió con las tarjetas de crédito y débito. Necesitaríamos un Asiaín que los sacase adelante, alguien con el suficiente respaldo en la entidad para emprender nuevos proyectos y que pudiera dirigir el barco con firmeza y decisión.
Esta persona podría ser el actual presidente de la entidad Francisco González Rodríguez que preside la entidad desde el año 2000. Aunque llevar a cabo una revolución tecnológica puede que se le haga cuesta arriba a sus 72 años. Y la duda es si tiene que dejar esa responsabilidad a alguien más joven.
La transformación de BBVA
Actualmente BBVA se encuentra en pleno proceso, buscando soluciones y aplicaciones para pago con móvil u otras vías que demanda el mercado. Una de ellas es el Blockchain o cadena de bloques, por ejemplo la cadena de bloques de Bitcoin tiene un registro conciso y verificable de todas las transacciones que se han hecho hasta la fecha. En eso se basa este sistema, en buscar un mecanismo que guarde la información de una forma segura para el usuario, fácil de manejar y transparente.
Este proceso es sin duda complejo, porque los datos que tienen que guardar los bancos no pueden llegar a manos equivocadas. Tienen que buscar la forma en la que nosotros podamos acceder sin que nadie más pueda hacerlo.
Avances como los mencionados y otros que están surgiendo son los retos de BBVA y de muchas empresas que tendrán que adaptarse a las nuevas demandas del mercado.
Por otro lado, BBVA se enfrenta no sólo a estos retos, sino que se encuentra en un momento delicado de la economía. La entidad tiene que hacer frente a unos tipos de interés bajos, una competencia feroz en el mercado bancario, regulación, cláusulas suelo… Unido a la incertidumbre mundial provocada por la entrada de nuevo presidente en la Casa Blanca que podría afectar a la empresa, y otros muchos factores que hacen que su negocio se pueda resentir.
¿Qué es lo que tendría que hacer BBVA?
Partiendo de la base que tiene un negocio muy diversificado a lo largo del mundo, lo que tendría que buscar es adelantarse a su tiempo como ya hizo con las tarjetas de crédito. Buscar más allá de lo que se ve. La transformación digital ya hace tiempo que ha comenzado y tiene que apostar por ella.
De momento parece que la entidad sí está orientándose hacia las nuevas tecnologías, un acierto ya que el mundo camina en esa dirección. Los años demostrarán si han sabido aprovechar la ventaja de ser un banco grande o si por el contrario ha resultado ser un lastre y ha perdido capacidad de movimiento.