martes, 26 noviembre 2024

Rajoy desveló en el ‘Arahy’ el secreto de Soraya

Mariano Rajoy, de natural socarrón, estaba hundido. La tarde del 31 de mayo, por primera vez que se recuerde, el expresidente del Gobierno incumplió su obligación de estar en su escaño del Congreso de los Diputados. “Nunca le habíamos visto igual”, dice un testigo a MERCA2. Este es el relato inédito de lo que pasó y el pensamiento que transmitió Rajoy aquella tarde a sus fieles en el restaurante ‘Arahy’: todo ha sido “culpa de Soraya”. ¿Por qué Soraya Sáenz de Santamaría?

La moción de censura empezó casi como una broma y se convirtió en una bola de nieve que arrasó al Gobierno del PP. Las mismas fuentes dicen que fue el miércoles, 30 de mayo, cuando Mariano Rajoy se dio cuenta de que su equipo de confianza había perdido el pulso político. La moción iba a triunfar.

La mañana del 31 cumplió con su obligación de debatir, mucho más brevemente de lo que está acostumbrado, con el entonces aspirante, hoy presidente Pedro Sánchez. Constatación de la derrota. Luego se fue a comer con varios colaboradores de su equipo íntimo. Hasta ahí la agenda pública de Rajoy. Se encerró en el restaurante Arahy. No estaba Soraya Sáenz de Santamaría. Primer dato extraño y revelador.

Sí estaba en el Arahy la entonces ministra de Defensa, Dolores de Cospedal. Cospedal y Sáenz de Santamaría son desde hace tiempo agua y aceite. Es casi imposible verlas juntas, menos mezcladas. Para sus horas más bajas, más íntimas, para bajar las barreras de gallego hermético, Mariano Rajoy eligió a su equipo íntimo, a pocos ministros y sí a Dolores de Cospedal.

SORAYA SAÉNZ DE SANTAMARÍA, CULPABLE

En el Arahy pronto se vio que la melancolía había atrapado el alma de Mariano Rajoy. Para muchos era la primera vez que le veían hablar abiertamente y derribar el muro hermético y socarrón que lo suele acompañar. Mariano Rajoy explicitó al culpable de lo que había pasado, y éste temía un nombre: Soraya Sáenz de Santamaría.

Después de mantenerla con el lote de mayor poder de un vicepresidente en la historia, singularmente con el control del CNI, a Rajoy se le cayó el velo y desveló que consideraba a Soraya Sáenz de Santamaría responsable de los últimos tumbos que había dado su Gobierno. Y Rajoy remontaba la calamidad a la gestión de la crisis de Cataluña, que dejó en manos de su vicepresidenta por completo.

La tarde de Mariano Rajoy, su última tarde como presidente del Gobierno, se deslizó en una pendiente de copas generosas, melancolía y conversaciones políticas. Si bien el aún líder del PP tenía claro el análisis de cómo, tras componer una mayoría de Gobierno, haber sacado los presupuestos adelante con dos años de horizonte en La Moncloa, había perdido la presidencia de semejante manera. Lo peor de todo, explican testigos, es que nadie fue capaz de ver venir la enorme bola de nieve, ni de prevenirla.

LA DISTRACCIÓN DE LA VICEPRESIDENTA

“La culpa de todo este desastre es de Soraya”, vino a decir el ex presidente, que dijo textualmente: “Ésta, desde hace un año solo ha estado a lo que ha estado”. La sorpresa en la audiencia fue generalizada.

Alguna persona de las presentes había apodado a Soraya Sáenz de Santamaría como “bolita de azúfre”, un mote que desataba sonrisas y describía la aparente maldad enfrascada en un bote de las pequeñas proporciones del cuerpo de la entonces vicepresidenta del Gobierno. Pero nadie había ido tan lejos como el presidente. Rajoy, aunque el CNI estuviera en manos de su segunda a bordo, tenía en su poder información y datos que pocos presentes manejaban.

“Ha estado a lo que ha estado”. Ésa era la gran pregunta, a qué ha estado dedicada la vicepresidenta este año, que le ha hecho descuidar sus tareas de control de la situación política en España. ¿A espiar a sus rivales en el partido, a propiciar la caída de líderes molestos del PP, a labores de espionaje más que políticas, como aseguran las leyendas que circulan por la Villa y Corte?

UN ASUNTO ÍNTIMO

La explicación de Rajoy dejó helada a la concurrencia, si bien generó sonrisas de secreto compartido por alguna otra persona presente. Rajoy se desató y describió cómo la vicepresidenta había estado distraída desde hace al menos un año por un asunto de índole íntima. No precisamente familiar, pero que sí podía afectar a su estructura familiar. Un secreto compartido por pocas personas, pero sí por algunos miembros de la escolta personal de Mariano Rajoy, conocedores del asunto y probablemente informadores del presidente.

En resumen, según la opinión de Mariano Rajoy, su siempre implacable y estajanovista vicepresidenta había estado distraída con este asunto de índole personal e íntimo, y poco centrada en temas políticos. A esta falta de concentración, en esa tarde en el restaurante de la calle Alcalá, cercano al parque del Retiro, lo que era difícil entonces ver que era una metáfora de lo que estaba por venir, atribuyó Mariano Rajoy el colosal fracaso político que supuso perder el Gobierno en una moción de censura.

Soraya Sáenz de Santamaría
Soraya Sáenz de Santamaría junto a su esposo Iván Rosa asisten a un concierto de Sting en julio del año pasado. | Gtres

Estaba claro para los presentes que la operación de la moción no comenzó el viernes anterior, cuando la presentó Sánchez, sino que se estaba gestando discretamente desde hacía meses. La ceguera para verla, para detectar los síntomas del la heterogénea mayoría parlamentaria que se estaba gestando, y la incapacidad política para reaccionar desde el Gobierno, se achacaron por todos los presentes a la falta de concentración de la mujer más poderosa del Ejecutivo.

COSPEDAL, PORTAVOZ

La pérdida de confianza, por vez primera desde que trabajan juntos, de Rajoy en Soraya Sáenz de Santamaría se reflejó patéticamente en la foto del banco azul del Congreso aquella tarde. Soraya desconectada del círculo íntimo del presidente. Su bolso descuidadamente ocupando el escaño del presidente del Gobierno, mientras se descomponía la mayoría que les había dado respaldo en la Investidura y los presupuestos Generales del Estado. Dolores de Cospedal, su encarnizada rival, hablando en nombre del presidente y del Gobierno, mientras la vicepresidenta permanecía, ajena a lo que estaba pasando, en el Hemiciclo.

Mariano Rajoy eligió su última tarde de presidente para bajar todas las barreras, para sincerarse y desvelar lo que para muchos había sido un secreto o quizás una maldad dicha en confidencias y sin confirmar. Una distracción que costó el Gobierno, y que muchos achacan a Rajoy y su indeterminación y dejación de poder en manos de su estajanovista vicepresidenta. Estas fueron las horas más amargas, el hundimiento del Arahy.


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