Siete horas de sueño. Es el tiempo que recomienda la Sociedad de Investigación del Sueño para el buen funcionamiento del organismo. Un tiempo inalcanzable para muchos héroes sin capa que trabajan mientras los demás duermen. Un colectivo que muchos ciudadanos ven como ángeles de la guarda.
“Ser especialista en la Central Receptora de Alarmas (CRA) es aportar tranquilidad, seguridad y confianza al cliente. Él ha puesto en nuestras manos su seguridad y la de sus bienes. Lo menos que podemos hacer es demostrar una profesionalidad que le transmita dicha tranquilidad y confianza”, señala Aranzazu, de Securitas Direct.
Receptores de alarmas, bomberos, policías, agentes de bolsa, guardias de seguridad, médicos, periodistas… son algunos ejemplos de profesiones que nunca duermen. Aunque no son los únicos. Personas que, al contrario del resto de los mortales, piensan que dormir es de cobardes. Ciudadanos que no temen a la oscuridad, ni a nada, en general. Personas que dedican su tiempo de descanso a los demás.
Lo más importante es ser organizado y planificar. Lo más satisfactorio para ellos es ayudar a los demás
“El horario es complicado, pero resulta muy satisfactorio ayudar a los demás. Hay días mejores y otros peores, pero nosotros, a diferencia de muchas personas, siempre estamos trabajando. No tenemos una hora de salida y una de entrada. Al contrario de lo que puede pensar la gente, al final te acostumbras y no es para tanto”, responde un miembro de la Policía Nacional a este medio.
Expertos que indican que, lo más importante, es organizarse y planificar. “Tenemos la certeza de un horario exacto, sin sorpresa, y eso lo hace todo más fácil”, añade Aranzazu. Su compañera en Securitas Direct, Yadira, añade: “Ser especialista en la CRA consiste en ser capaz de detectar cuando la instalación de un cliente se encuentra en peligro, ya sea por señales evidentes de intrusión, o por una sola señal que a priori no se ve clara. La experiencia nos da el tener los sentidos más desarrollados y la rapidez con la que tratamos cada alarma”.
VEINTICUATRO HORAS, SIETE DÍAS
Desde el punto de vida social, estos trabajadores apenas están visibilizados. Lo que resulta bastante injusto dado los horarios intempestivos que soportan. Únicamente cuando se produce un accidente tumultuoso o con varios fallecidos, la sociedad es consciente de la existencia de estas personas.
“Mi trabajo consiste en gestionar las señales que derivan de las instalaciones de cliente, con toda la variedad y complejidad que supone, y abarcando un abanico bien amplio de opciones”, acota Rodrigo, de Securitas Direct. Esas opciones van desde la intrusión, manipulación, sabotaje incidencias, emergencias médicas… “Mi trabajo reside en aplicar los protocolos correctos en función de cada caso y dar el mejor servicio al cliente mientras trato de cumplir también con mis objetivos como operador”, añade.
No obstante, desde el punto de vista sindical y empresarial, sí se les presta más atención. En ambos casos, se trata de establecer condiciones de trabajo que les hagan más llevadero el sobreesfuerzo que generan unas horas irregulares y unos trabajos, muchas veces, más peligrosos que los demás. Ambos, empresarios y sindicatos, velan por sus derechos y apelan a la excepcionalidad de estos trabajos para reforzar su seguridad y sueldo. Lo que no es tan fácil es llegar acuerdos en cuanto a horarios de cierre.
Según la CEOE, los empresarios comparten las iniciativas que persiguen conciliar la vida familiar y laboral, pero considera que es un concepto que va más allá de los horarios de cierre. Para muchos sectores, empresas y ramas de actividad, un horario uniforme iría en detrimento de las necesidades de trabajadores, consumidores, empresarios y sociedad, y afectaría a la competitividad de las empresas.
“Compagino bastante bien los horarios, ya que los de mi pareja en su trabajo, y nuestra hija en el colegio, me permiten descansar por las mañanas y poder disfrutar del resto del día o dedicarme a tareas domésticas”, manifiesta Rodrigo.
UNA SOCIEDAD CAMBIANTE
La sociedad está cambiando. De hecho, varios expertos señalan que esta transformación no ha hecho más que empezar. Las grandes ciudades nunca duermen. Y se necesitan ídolos que las vigilen. En esta línea, un estudio reciente apunta a que más de un 20% de los trabajadores de países desarrollados tienen un horario irregular.
Este tipo de jornadas, que se ha asociado tradicionalmente con la policía o el ejército, transportes o ámbito sanitario, en la actualidad se ha extendido a muchos otros sectores productivos: el tercer turno de los fabricantes de coches para atender picos de demanda, los encargados de la logística de hipermercados, reponedores de productos, restaurantes abiertos 24 horas, trabajadores de rotativas… Aunque la humanidad siempre ha contado en sus filas con estos “valientes”