Desde hace más de diez años, la prestigiosa revista Forbes publica una clasificación de los países donde más fácil resulta invertir y hacer negocios.
Para hacer la lista, se tiene en cuenta hasta una decena de factores: derechos de propiedad, innovación, impuestos, tecnología, corrupción, libertad, burocracia, protección a la inversión y rendimiento del mercado de valores.
A su vez, para el cálculo de dichos factores se analizan informes del Banco Mundial, la Fundación Heritage, el Foro Económico Mundial, Transparencia Internacial o Bloomberg. El resultado final es el siguiente.
Dinamarca
Con cinco millones y medio de habitantes y un PIB nominal superior a los 300.000 millones de euros, Dinamarca lleva años sin salirse del podio, ya sea ocupando la primera, la segunda o la tercera posición.
En una palabra, el país que vio nacer a Soren Kierkegaard no solo es una de las patrias del existencialismo, sino también, y sobre todo, uno de los paraísos del inversor.
Aunque no existe en Dinamarca un salario mínimo legalmente establecido, en la práctica tiene el sueldo mínimo más alto del mundo. Aproximadamente cobran 2.000 euros en Dinamarca los menos afortunados. Igualito que en España, vamos.
Hong Kong
La antigua colonia inglesa, convertida desde finales del pasado siglo en la Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China, es también una de las preferidas por los inversores de medio mundo.
Se mueve mucho dinero en Hong Kong. De eso no hay duda. El capital internacional se siente atraído por una política arancelaria de puertas abiertas y una liberalidad extrema en la legislación empresarial: no hay sitio en la superficie terrestre donde sea más fácil una empresa.
De nuevo, las comparaciones son odiosas: ¿alguien sabe cómo abrir una empresa en España y no quedarse al borde de un ataque de nervios?
Nueva Zelanda
Compatriotas frikis: en Nueva Zelanda no hay elfos, ni hobbits, ni siquiera enanos. Lo siento. Pero si Peter Jackson rodó en aquellas latitudes su trilogía tolkienana, no sería solo por los paisajes.
Nueva Zelanda no solo es una de las economía más abiertas que existen. Desarrollada, competitiva y próspera, su futuro es además prometedor.
Con uno de los índices de desempleo más bajos de la OCDE, un sector servicios altamente especializado y una buena educación, Nueva Zelanda representa uno de los destinos más atractivos para el inversor.
Irlanda
El tigre celta resurge de sus cenizas. Después de tocar fondo durante los años 2008 y 2009 a causa de la crisis y ser tachado de simple gatito, la economía irlandesa va como un tiro.
Uno de los secretos de Irlanda es su benigna legislación fiscal. Las empresas más que pagar impuestos, reciben incentivos.
En realidad, incluso en el peor tramo de la crisis, la nación celta no dejó nunca de recibir inversiones extranjeras. Pasada la tormenta, quedan las estructuras. Y el hecho de seguir siendo un país con una clara vocación europeísta. Algo que no pueden decir otras islas vecinas…
Suecia
Suecia lleva copando las primeras posiciones en los principales indicadores de desarrollo desde hace mucho tiempo. De hecho, ya en el imaginario de nuestros padres (y quién sabe si de nuestros abuelos) representaba esa arcadia en la que los sueldos eran dignos, la educación fungía de sistema nivelador y la sanidad universal, una conquista irrenunciable.
Suecia es uno de los mejores ejemplos de eso que a veces se llama capitalismo con rostro nórdico. Es decir, países súper avanzados y donde el capital circula a sus anchas, pero donde el respeto por el contrato social sigue siendo la primera de las prioridades.
Y, a pesar de todo, ahí están los suecos y las suecas: suspirando por venirse a Espàña. Ya, el clima y esas cosas. Amigo… no se puede tener todo.
Canadá
En el improbable caso de que Dios crease el mundo en seis días, ¿a dónde se retiraría el séptimo a descansar sino a Canadá?
Parafraseando a Woody Allen, es llegar al paraíso canadiense y sentir unas ganas irrefrenables de invadir un McDonald’s. Todo es tan verde, tan sublime, tan natural…
Lejos de ser exclusivamente un paraíso en su acepción literal, Canadá es asimismo un imán para las inversiones. Con un modelo social más próximo al europeo que al de su vecino del sur, no deja de ser paradójico que Canadá presente una política arancelaria más flexible que la de Estados Unidos. También la libertad empresarial que garantizan sus instituciones es mayor. Ver para creer.
Noruega
Seguimos con el misterio escandinavo. De nuevo, otro país de la zona con índices de desarrollo que ya quisieran para sí las grandes potencias.
Con los niveles de desigualdad más bajos del mundo, escasa delincuencia, alta competitividad y un modelo social de los más avanzados que podamos imaginar, hacer negocios en Noruega y vivir para contarlo es coser y cantar.
Su economía, como la de sus vecinos -Suecia, Finlandia, Dinamarca- es fuerte. No hay crisis que puedan con ellas. Cuando las cosas se hacen bien desde el principio…
Singapur
Adviértase que hasta ahora los países de la Vieja Europa dominan claramente el cotarro. Y entonces: ¿dónde están los tigres asiáticos que se iban a convertir en los reyes del mambo?
Bien, en cierto sentido algunos ya lo son. En los parámetros de libertad económica, países como Singapur aparecen siempre en los primeros lugares.
Pero en lo que atañe a niveles de desigualdad, educación, sanidad universal, modelo social e incluso corrupción, no pueden compararse a los Estados del norte de Europa.
En cualquier caso, Singapur es el mercado más abierto de todos cuantos mercados abiertos hay en Asia. Y su economía es ciertamente más acogedora que la de sus vecinos. Sin duda, uno de los principales destinos mundiales para los negocios.
Suiza
Seguramente alguno ya la echaba de menos. Es cierto que Suiza está muy especializada en ciertos sectores (uno que seguramente tenéis todos en mente: el financiero. Otro que, además, tengo yo: el de los quesos), pero eso, en definitiva, está lejos de representar ningún impedimento.
Porque la economía suiza destaca por su innovación. Ocupando una posición estratégica en Europa, Suiza es de esos países que está sin estar y que, a pesar de su histórica neutralidad, nunca ha dejado de repartir las cartas de juego.
Un misterio dentro de un enigma, vamos. Pero un país inmejorable para invertir, plantar un árbol y escribir un libro.
Finlandia
El más desconocido de los países escandinavos es también el que más ha invertido en los últimos años en tecnología.
Aunque el glamour de Suecia y Noruega lo ha eclipsado durante décadas, hoy Finlandia puede competir de igual a igual no solo en el terreno social y económico, sino también en el deportivo.
Llegado a este punto, tal vez nuestros lectores sientan la tentación de preguntar: ¿y España? Bien, gracias.