Necesitan de ti. Sin tu confianza no van a conseguir nada. Ellos se afanan por trabajar tu voto, y en ocasiones ni te das cuenta de todo lo que hacen para que el día de las elecciones puedas deposites su papeleta en la urna. Éstas son sólo algunos de los muchos trucos que utilizan los políticos para ‘comprarte’.
En ocasiones veo niñas
Uno de los clásicos de la comunicación política es recurrir a los sentimientos de los votantes. Por eso es frecuente que los políticos intenten acercar su mensaje utilizando metáforas o casos reales que coinciden con el fin que ellos buscan conseguir. El ejemplo más sonado es el de Rajoy cuando allá por el año 2008, en plena campaña, se inventó a la famosa ´Niña de Rajoy´. Una especie de hija figurada, sobre la que proyectaba su deseo de cómo sería España en un futuro próximo. El recurso, empleado al término de un debate electoral, fue usado antes por otros políticos como Barack Obama (para vender la reforma sanitaria) o Felipe Calderón, en México.
Rajoy no es el único. Sánchez también tiene lo suyo. En septiembre de 2014, en un mitin en Cataluña, el ex secretario general socialista hablaba de Juana, «una mujer que conocí en Alicante y que trabajaba limpiando en un colegio privado». Una señora que, al parecer, prometía votarle para que cambiara las políticas del PP. Pues bien, esa mujer resultó tener el don de la ubicuidad y distintos trabajos. A las pocas semanas era de Canarias y limpiaba habitaciones en un hotel… Y así sucesivamente.
Al parecer, según los expertos en comunicación, utilizar estas figuras les permite empatizar con el elector, acercarse a ellos y mostrar también su lado más humano porque son capaces de identificarse con las necesidades de su electorado.
Adelantarse al rival
Es un clásico. Desprestigiar al de enfrente. Puede ser de forma dialéctica, a través de dardos envenenados, o a través de las redes sociales. Se han convertido en un clásico de la comunicación política, pues ayuda a colocar rápido el mensaje. Especialmente activa en esto es Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Suele aplicarlo cono sus rivales, como forma de lanzar el mensaje de que ella dialoga con sus rivales de forma permanente.
Apropiarse del lenguaje
Iglesias es un maestro en esto. Desde el nacimiento de Podemos ha conseguido que su partido sea identificado por sus votantes por ser un partido democrático. Y esto lo ha logrado apoderándose de la palabra democracia. En todos sus mensajes es raro que no hable de ella. Él mismo explicaba el por qué en 2013 en unas jornadas sobre Comunicación en tiempos de crisis, en la cual decía esto: «la palabra ‘democracia’ mola, por lo tanto habrá que disputársela al enemigo cuando hagamos política. La palabra ‘dictadura’ no mola, aunque sea dictadura del proletariado. No mola nada, no hay manera de vender eso».
Éste es uno de los trucos de los que habla Victor Klemperer en su libro LTI. Lengua del Tercer Reich, en el que señala cómo el lenguaje de grupo, acaba por ocupar el espacio público y privado. Por eso no es extraño encontrar a los políticos utilizando este tipo de técnicas. Y hablar, por ejemplo, de «el único partido que ofrece estabilidad» como dice el PP; o que se diga que Ciudadanos «es la opción de aquellos que quieren un cambio». La parte por el todo, en definitiva.
El lenguaje corporal
Queramos o no, el cuerpo nos delata. El incosciente se manifiesta a través de él, y permite saber si alguien está nervioso, miente, duda… Por eso es importante que un político domine la escena. Para ‘tapar sus vergüenzas’ se emplean muchísimos trucos: llevar un bolígrafo en la mano es un clásico, pero permite disimular el nerviosismo y ayuda a contorlar las manos.
Pero no solo eso. Un movimiento corporal estudiado, puede hacer que el votante se sienta confiado. Por eso cuando salen en televisión, intentan que se les vean las manos. Porque transmite confianza. Todo está estudiado, hasta el apretón de manos. Quizá Barack Obama, el presidente de Estados Unidos, es el que mejor domina esta escena.
Nadie más alto que yo
Para un político es fundamental transmitir sensación de control, seguridad y dominio. Por eso nadie debe ser más alto que él. Quien más problemas ha tenido con esto ha sido el expresidente francés, Nicolas Sarkozy, con su 1.65. El enemigo estaba en casa, porque la modelo Carla Bruny, de 1.75, era su mujer. Ella tenía un look muy estudiado, alejado totalmente de las pasarelas y del mundo del tacón para evitar que esa diferencia de altura pudiera incrementarse.
Sarkozy también ponía de su parte. Zapatos de hombre con cuña interior y un tacón más elevado. Hasta 12 centímetros podía ‘crecer’ el expresidente con ellos. De ese modo, ganaba en altura y se igualaba a su mujer o reducía la distancia con su interlocutor. No solo eso, ordenaba también poner pequeños cajones detrás del atril para elevar su estatura cuando tenía que dar ruedas de prensa. Cualquier cosa valía para evitar que el líder de la segunda potencia europea pareciera indefenso y sometido por el presidente de otro país.
El Photoshop
Un clásico entre los clásicos. ¡Qué joven está Cospedal en este cartel! Nadie quiere votar a un líder que transmite sensación de ser demasiado mayor. Vivimos en una sociedad que penaliza la edad, y que valora más la fuerza de la juventud que la experiencia de una persona mayor. De hecho, Rajoy a sus 61 años se afana por rejuvenecerse de manera constante: se tiñe la barba, cambia su look para parecer más juvenil.
Los expertos avisan de este tipo de recursos. Si el retoque se pasa de frenada, puede ocurrir que el candidato quede irreconocible -como le pasó a Esperanza Aguirre en su último cartel electoral- ¿De verdad es así al natural?
La marca del candidato
Cuando la imagen de un partido está muy dañada, lo mejor es ocultar sus siglas y crear una nueva marca. Es lo que ha hecho Feijoo en Galicia con el PP, y lo que hizo en su momento Rodríguez Zapatero con el Partido Socialista. Aparecieron las siglas ZP como producto de márketing del ex presidente y, de este modo, evitar que la gente quisiera votar al PArtido Socialista (aunque en el fondo era lo que hacían).
Lo mismo ocurrió en las elecciones europeas de 2015, aquellas en las que -por primera vez- Podemos se presentaba a unos comicios. Como el partido no era conocido, optaron por ocultar las siglas y poner como imagen visual de la papeleta la cara de Pablo Iglesias que, por aquel entonces, era el más conocido de todo el partido por sus constantes apariciones en televisión.
Si hay que ridiculizarse, se hace
Demos gracias a Pablo Motos por haber conseguido que la mayor parte de los políticos que han pasado por El Hormiguero hayan entrado al trapo. Es algo que ya conocemos en Estados Unidos, donde los candidatos -e incluso el Presidente- acuden a programas de humor, pero que aquí todavía nos sorprende. Sin embargo, los beneficios que pueden sacar de ello son muchos: el primero, llegar a un público más joven, de masas y que normalmente no ve el telediario; el segundo, fomentar su marca personal y acercarse a la gente, pues el formato permite mostrar el lado más humano del candidato.
Sin embargo, esa faceta humana está perfectamente estudiada. Si no, pregúntense cómo es posible que Pedro Sánchez siempre lleve camisa blanca y, en cambio, para acudir al programa de Motos, se pusiera una de cuadros. Pues muy simple, para no coincidir con el presentador que lleva el mismo tipo de camisa.
Pisar la calle
¿Ha visto alguna vez a un político en la puerta de su casa? ¿O en el mercado del barrio? No se preocupe, si estamos en camapaña es probable que lo hagan. Hay que estar con la gente, conocer sus necesidades, y por ello aprovechan el momento para ‘pisar el barro’. Es cierto que, poco a poco, lo hacen más a menudo a través de reuniones con asoaciaciones de vecinos, por ejemplo. Se trata, como siempre, de aceracr al candidato y humanizar su figura.
Evitar que exista la imagen de que siempre van en el coche oficial o que no salen del despacho. Precisamente esa sensación es la que se intentó transmitir con los llamados Alcaldes del cambio en las pasadas municipales de 2015. El momento en el que Carmena, Colau y otros muchos llegaron a los consistorios. Querían alejarse de la política tradicional y todos ellos se lanzaron a ir en metro a trabajar, a utilizar la bicicleta. Desde entonces no hemos vuelto a verlos en esa situación.
Buscar apoyos externos
No es extraño que los partidos busquen refrendar sus propuestas o sus políticas con el apoyo de figuras reconocidas por la sociedad. Aquí el mejor ejemplo lo tuvo Rodríguez Zapatero con la Plataforma de Apoyo a Zapatero. Formada por artistas, intelectuales y científicos buscaba conseguir el apoyo al Partido Socialista. Empleaban la idea que el PSOE quería transmitir por aquel entonces, que gracias a ZP había vuelto la alegría a España, se había dejado atrás el tiempo de Aznar y los derechos sociales habían regresado al país.