El sabor del sukalki, un estofado vasco que conquista paladares. Si hay algo que caracteriza a la gastronomía vasca, es su capacidad para transformar ingredientes sencillos en auténticas delicias que evocan la tradición y el amor por la cocina. Entre los tesoros culinarios que nos ofrece esta rica cultura, el sukalki se destaca como un plato emblemático que no solo satisface el paladar, sino que también cuenta historias de generaciones pasadas.
Este estofado, con su esencia arraigada en la tradición, es un verdadero homenaje a los sabores contundentes y las recetas de antaño que han perdurado a lo largo del tiempo.
Tienes que probar el sukalki, de lo mejor de la cocina vasca

El sukalki es más que un simple estofado; es una experiencia gastronómica que invita a disfrutar de cada bocado. Con su combinación de carnes tiernas, verduras frescas y especias aromáticas, este plato se convierte en una celebración de la cocina vasca, donde cada ingrediente juega un papel fundamental en la creación de un perfil de sabor único. Al aprender a preparar este delicioso sukalki, no solo te adentras en el arte culinario de los mejores chefs vascos, sino que también te sumerges en una tradición que ha sido transmitida de generación en generación.
Imagina un plato humeante servido en la mesa, donde el aroma de la carne guisada se mezcla con la fragancia de las hierbas frescas. Este estofado es perfecto para esos días en los que buscas algo reconfortante, un plato de cuchara que abrace el alma y despierte los sentidos. A medida que buceamos en su repertorio, descubrimos que el sukalki no es solo un plato, sino un símbolo de la hospitalidad vasca, un manjar que se comparte en familia y que invita a la conversación y el disfrute.
Sukalki: un estofado vasco con tradición y sabor
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El sukalki es un estofado que, a primera vista, podría recordar a platos de la gastronomía griega, pero su esencia es profundamente vasca. Este delicioso plato no solo es un deleite para el paladar, sino que también está impregnado de historia y tradición, convirtiéndose en un símbolo de celebración en diversas festividades a lo largo del País Vasco.
El sukalki se ha convertido en una estrella en las fiestas populares, donde su aroma y sabor llenan el aire y atraen a los amantes de la buena comida. Uno de los eventos más destacados en torno a este estofado es el Sukalki Eguna (Día del Sukalki), que se celebra cada año en la localidad de Mungia.
Durante esta festividad, los cocineros se agrupan para competir y demostrar sus habilidades culinarias, creando versiones únicas de este plato tradicional. Esta competencia no solo resalta la calidad del sukalki, sino que también fomenta un sentido de comunidad y camaradería entre los participantes y espectadores.
Celebraciones en otras localidades

Aunque Mungia es la sede principal del Sukalki Eguna, este estofado también brilla en otras localidades como Bermeo, donde se honra la tradición culinaria vasca. En estas celebraciones, el sukalki se sirve en grandes cazuelas, permitiendo que todos disfruten de su sabor robusto y reconfortante. La preparación de este plato se convierte en un evento social, donde amigos y familiares se reúnen para disfrutar de la comida y compartir momentos inolvidables.
La tradición detrás del sukalki

La historia del sukalki está profundamente arraigada en la cultura vasca, simbolizando la conexión entre la gastronomía y las festividades locales. Este estofado se elabora con ingredientes frescos y de calidad, reflejando la riqueza de la tierra y el mar que rodean la región. Los cocineros, tanto aficionados como profesionales, se esfuerzan por mantener viva la tradición, utilizando recetas familiares que han pasado de generación en generación.
El sukalki no es solo un plato; es una experiencia que une a las personas. Su preparación y degustación se convierten en momentos de alegría y celebración, donde el amor por la comida y la tradición se entrelazan. Cada bocado cuenta una historia, y cada celebración del sukalki es una oportunidad para recordar y honrar las raíces culturales del País Vasco.
Así que prepárate para embarcarte en un viaje culinario al corazón de Euskadi, donde aprenderás a hacer este delicioso sukalki siguiendo los pasos de los grandes maestros de la cocina vasca. Con cada cucharada, experimentarás la riqueza de los sabores tradicionales y la calidez de una cultura que se enorgullece de su herencia gastronómica. ¡Vamos a cocinar y a descubrir juntos el arte del sukalki!
Ingredientes del sukalki para 5 personas

- 1kg de carne de ternera, pieza Zancarrón en Euskadi (Jarrete o Morcillo)
- 1 cebolla roja
- 1 cebolla blanca
- 2 zanahorias grandes
- 1 puerro
- 1 pimiento verde (si es grandecito)
- 1 pimiento rojo
- 1 nabo
- 150g de tomate frito
- 3/4 pimientos piquillo
- 2 cucharadas soperas de pulpa de pimiento choricero (o 1 pim. Choricero)
- 40g de vino de jerez seco
- 65g de vino blanco o Txacolí
- 1 l de caldo de carne, pollo o verduras
- 100g guisantes
- 4/6 patatas grandes
- AOVE
- Sal/Pimienta
Preparación del sukalki: un estofado vasco irresistible

El sukalki, un estofado vasco lleno de sabor y tradición, comienza con un proceso de cocción meticuloso que asegura que cada ingrediente brille en su máxima expresión. Aquí te presentamos una guía detallada para preparar este delicioso plato, paso a paso.
Sellado de la carne: el primer paso clave

Comenzamos por calentar una cazuela de hierro a fuego alto, asegurándonos de que esté bien caliente antes de añadir la carne. Es crucial no salar la carne en este momento, ya que el objetivo es sellarla adecuadamente. Colocamos los trozos de carne en la cazuela y los dejamos cocinar sin moverlos durante aproximadamente 1,5 a 2 minutos. Este tiempo es esencial para lograr una buena caramelización, lo que aportará un sabor profundo al guiso. Una vez que la carne esté dorada, la retiramos y reservamos.
Preparación de las verduras: el corazón del guiso

A continuación, pasamos a las verduras. Picamos finamente cebollas, puerros, pimientos, zanahorias y nabos en brunoise. Aunque más tarde podemos triturarlas si deseamos una salsa más suave, un corte pequeño asegura que se cocinen de manera uniforme. Colocamos las verduras en la cazuela, agregamos una pizca de sal y dejamos que se pochen. Este proceso puede tardar entre 25 minutos y más, dependiendo del tamaño de los cortes, así que es importante ser pacientes para que las verduras suelten todos sus sabores.
Añadiendo profundidad: vino y tomate

Una vez que las verduras están perfectamente pochadas, incorporamos un buen chorro de vino de jerez y un poco de txacolí (o vino blanco). Dejamos que el alcohol se evapore durante unos minutos, permitiendo que los sabores se concentren. Luego, añadimos tomate frito y tiras de pimientos del piquillo, cocinando todo junto a fuego medio durante 4 o 5 minutos para que los ingredientes se integren.
El caldo perfecto: base del sabor

Es momento de añadir el caldo caliente, que puede ser casero, elaborado con las puntas de la carne, huesos y un poco de garbanzo. Incorporamos entre 1 y 1,5 litros de caldo, junto con dos cucharadas generosas de pulpa de pimiento choricero (o un pimiento entero). Es fundamental salpimentar la carne antes de devolverla a la cazuela. Todo debe cocinar a fuego lento, con un suave chup-chup, durante aproximadamente 3 horas. Este tiempo permite que la carne se vuelva tierna y que los sabores se amalgamen.
Incorporando las patatas: un toque final

A medida que se acerca el final de la cocción, pelamos las patatas y las cortamos de manera rústica, rompiéndolas ligeramente para que suelten almidón. En una sartén, freímos las patatas en aceite de oliva virgen extra (AOVE) y las añadimos al guiso, dejándolas cocinar durante 15 a 20 minutos. Antes de añadir las patatas, es recomendable separar la carne de la salsa y pasar esta última por un chino o un batidor de mano para obtener una textura más fina.
Los últimos toques: guisantes y perejil

En los últimos 5 minutos de cocción, añadimos guisantes congelados. Si utilizamos guisantes frescos grandes, es mejor blanquearlos primero durante un minuto antes de incorporarlos al guiso. Justo antes de servir, espolvoreamos perejil picado por encima para dar un toque fresco.
Ya fuera del fuego, aplicamos un truco especial que nos enseñaron la madre y la tía del chef: añadimos una cucharada de AOVE sobre el guiso y lo ligamos con la salsa, creando un efecto similar al pil-pil al revolver suavemente la cazuela. Este último paso aporta un brillo y un sabor extra que hará que el sukalki sea aún más irresistible.
¡Listo para servir!

Tu sukalki ya está preparado para ser disfrutado. Este estofado no solo es un plato que nutre el cuerpo, sino también el alma, perfecto para compartir en una reunión familiar o con amigos. ¡Buen provecho!