La atmósfera en La Promesa ha llegado a ser insalubre. Cada rincón del palacio guarda un secreto, cada mirada encierra una traición, y el capítulo 567, que se emite este martes, 1 de abril, no hace otra cosa que no mantener la tensión habitual de su serie, sino que la intensifica a nivel insospechado. La revelación sobre el doctor Gamarra provoca que los personajes vayan de la incredulidad al terror, y que nuevos pactos y enemistades pinten las nuevas formas del juego del poder que se nos empieza a presentar como un juego de manos y viento.
Ana, incluso acaba por alinearse con María Fernández, dejando en la cuneta a Petra, pero Ana no hace otra cosa que jugar también, como un trompo, en la venganza de su lucha por querer influir sobre Ricardo y Santos. Pero, paralelamente, la familia Luján se enfrenta a la disyuntiva de una verdad que podría ser la nuestra, y Curro, con la ferocidad del lobo herido, empieza a olfatear la sangre del misterio del doctor ya fallecido.
MARÍA FERNÁNDEZ, DE VÍCTIMA A PROTAGONISTA

Petra siempre supuso que María no era más que una simple criada más indefensa que las demás, pero subestimó hasta el extremo el poder de la empatía; Ana, por los motivos que no lo acaba de asegurar, ha decidido ofrecerle una mano, resguardándola de los abusos incesantes de la mayordoma. No es un gesto de fortuna: Ana pretende congraciarse con Ricardo y Santos, pero envía también un claro mensaje a todo el servicio: quien se apodere de María se apodera del corazón de la primera planta.
Pero la alianza podría tener desperfectos. María, aunque agradecida, no es tonta; ha sufrido lo suficiente para fiarse de una señorita cuya fama de manipuladora la precede a cualquier gesto de bondad. ¿Está la criada siendo utilizada como peón o es ella la que, en vista de la situación, está realmente ganando control sobre los demás? Los murmullos entre el servicio apuntan que por primera vez Petra no dicta la norma y esta es una situación nueva, inusitada, donde todos piensan que se está produciendo un nuevo cambio de fuerzas y todavía nadie conoce quién se alzará con la victoria.
Desde luego que Santos se encuentra aquí, entre la indiferencia y la curiosidad. La imagen de su madre defendiendo a una persona como María lo desconcierta, pero también le hace plantearse si hay algo que este chico tiene y que Santos no ha querido ver. Una rara forma de amistad puede transformar la forma de ver las cosas o, por el contrario, incrementar resentimientos. En un lugar en donde la lealtad es un valor en ocasiones quebradizo, el abrazo puede ser una oportunidad o una trampa.
Y está también Ricardo, que observa desde la sombra. La defensa de María no es únicamente por un principio de justicia, sino un movimiento más para desestabilizar a Petra; e indirectamente también para agradar a Ana. Si en el juego de tronos adelanta jugadas, cada gesto es una jugada y Ricardo parece estar varios movimientos por delante.
LA SOMBRA DEL DOCTOR GAMARRA

La noticia que trae el doctor Gamarra ha caído como un trueno en la familia Luján, pero más en Curro que en el resto de la familia. Y lo que había dado la impresión de que era un fallecimiento accidental, ahora se reviste de sospecha en torno a la muerte de Jana. Mi niño Curro no necesita de indicios para saber que hay alguien borrando Huellas. Su obsesión por encontrar al culpable lo conduce a un terreno peligroso donde incluso recuperar el indicio puede costarle la vida.
Pero aquí hay un problema: Curro no está solo buscando el culpable. Hay alguien indudablemente interesado en que la verdad no salga a la luz, y las amenazas indirectas hacia Curro son cada vez más evidentes. ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar para descubrir cuál fue el cernido? Su determinación tiende a lo autodestructivo y, si no tiene cuidado, acabará como el doctor Gamarra: uno cadáver molesto más.
Los Luján a su vez se encuentran ante la encrucijada. Si el médico ha sido asesinado, hay un asesino en la Casa Real, una persona desalmada capaz de silenciar testigos. ¿Están dispuestos a hurgar hasta descubrir algo que les dé la razón? O, lo que es peor, ¿que alguien de la propia familia esté implicado? El miedo a la verdad les atenaza, pero la mentira podría acabar con ellos.
AMOR Y RECHAZO EN LA PROMESA

Catalina sigue siendo una muralla infranqueable para Adriano, pero no así Martina, quien no se da por vencida. La joven reclama a su prima que al menos escuche las explicaciones de aquel hombre al que en un momento de su vida llegó a amar; aunque solo fuera para cerrar un capítulo de su existencia. El problema es que el orgullo duele más que la desesperanza, y por eso Catalina prefiere ese dolor conocido que lo incierto del perdón.
Aun así, hay momentos en que la máscara se deteriora. Cuando se siente sola, su mirada se pierde en el horizonte como si recordara lo que había sentido hace ya un tiempo. ¿Ha superado de veras a Adriano, o tan solo se aferra a ese rencor para no tener que hacerse cargo de la vulnerabilidad de la que siente que no puede deshacerse? Martina lo sabe y por eso insiste: porque en el fondo Catalina merece saber la verdad, por dura que sea.
Adriano, para su desdicha, está muy cansado de evitar a Catalina, su ahora posible pareja. Lleva muchos intentos de acercamiento fallidos, manteniendo siempre por el medio un libro, pero esta tercera vez hay algo que le hace distinto. Ya no es el hombre arrepentido que llega pidiendo perdón a gritos, sino que a eso de las diez, cuando ella vuelve a aquél lugar para intentar obtener lo que le debe, su tono es firme, se siente como si estuviera decidido a luchar por lo que quiere.
Catalina empieza a caer en la cuenta de que si no cede y saca de este oscuro lugar a su compañero, lo va a perder para siempre, un hecho que a ella ahora le aterra más de lo que sería capaz de admitir. A la vez, Martina representa el puente que no sabe ni Adriano ni Catalina cómo cruzarlo. Sus palabras pueden ser el lazo precursor para que dos corazones tan heridos encuentren la paz pero, ¿es Catalina la mujer adecuada para escuchar o se pisará la cola del orgullo porque ha dejado de querer la otra manera de vivir que le envidiaba? En La Promesa, las segundas oportunidades son escasas, y esta puede ser la última.