El mes de enero llega con la primera gran borrasca del invierno, que traerá a la península una masa de aire polar que dejará a su paso temperaturas muy bajas, nevadas abundantes, lluvias intensas y vientos huracanados. Aunque durante esta temporada la movilidad en carretera es mucho más baja que en otras estaciones, el número de siniestros también es elevado porque las condiciones meteorológicas incrementan considerablemente los riesgos. La lluvia, el hielo, la nieve y el viento son fenómenos que hacen que la conducción es más peligrosa, y puede hacernos enfrentar situaciones complicadas con maniobras más difíciles de lo normal. Bien es cierto que no existe el riesgo cero cuando se está al volante, pero sí podemos reducir mucho la peligrosidad si seguimos algunos consejos.
CONDUCIR CON VIENTO

Las rachas de viento pueden entorpecer mucho la conducción y hacerla verdaderamente incómoda. Uno de los consejos más importantes en este caso es prestar atención a la dirección del viento observando los árboles u otros detalles del paisaje. También podemos identificarlo por las sensaciones al conducir. Por ejemplo, si nos cuesta mantener la velocidad del coche es que sopla de frente y, por el contrario, si circula más ligero es que el aire empuja desde detrás. El viento lateral es el más peligroso porque provoca bandazos en cada ráfaga de tiempo. Saber por donde viene el viento nos ayuda a estar prevenidos y poder reaccionar con algo más de margen.
REDUCIR LA VELOCIDAD

Lo más peligroso del viento es que suele producirse con ráfagas de diferente intensidad que pueden pillarnos desprevenidos y hacer que el vehículo se desvíe de su trayectoria. La Dirección General de Tráfico (DGT) aconseja, en estos casos, reducir la velocidad, usar machas cortas y un alto régimen de revoluciones en el motor, para que el vehículo se mantenga bien agarrado al asfalto y controlar perfectamente su trayectoria.
SITUARSE EN EL CENTRO DEL CARRIL

En caso de rachas de viento, otra recomendación es la de tratar de circular por la parte central del carril, ya que si colocamos el vehículo en uno de los extremos, una ráfaga inesperada podría provocar un desvío de la trayectoria tal que el coche invadiese el carril contrario y acabase en la cuneta. En las carreteras secundarias hay que tener aún más cuidado porque son más estrechas y hay menos capacidad de reacción.
EN CASO DE NEVADAS, MARCHAS LARGAS

Si durante las rachas de viento fuerte se aconsejan las marchas cortas, en el caso de encontrarnos sobre asfalto resbaladizo por lluvia, hielo o nevadas, es recomendable es emplear marchas largas, 4ª o 5ª siempre que sea posible. Así evitamos que el coche pierda adherencia, al traccionar. Los coches automáticos suelen tener un modo “snow” o “winter” que proporciona más estabilidad y control de la tracción. Si estamos descendiendo un puerto de montaña, hay usar una marca más corta par que el motor frene el vehículo. Después, en las rectas y en las subidas, hay que volver a usar la marcha más larga posible. En el arranque, se debe hacer en segunda si es posible.
MÁS DISTANCIA DE SEGURIDAD

Ante cualquier adversidad climatológica en carretera, como lluvia o nevadas, la distancia de seguridad es fundamental. Una calzada fría y húmeda se vuelve resbaladiza y, por lo tanto, la distancia de frenada se incrementa. Si la distancia de seguridad por norma es de 100 metros, en estas situaciones debería ser como mínimo el doble. El objetivo es tener tempo de reaccionar ante cualquier imprevisto situación peligrosa. Además, en el caso de tener que frenar en una zona nevada, hay que hacerlo con suavidad. Lo ideal es no usar el pedal y detener el coche utilizando el freno motor, pero si es necesario piso el freno hay que hacerlo poco a poco, nunca a fondo y de forma brusca, porque las ruedas podrían bloquearse y comenzar a patinar sobre el asfalto. Las pastillas de freno pierden eficacia con la humedad. Tumben hay que recordar que si se frena con las ruedas giradas, se puede perder muy fácilmente el control del vehículo, así que hay que frenar con las ruedas rectas.
IR BIEN EQUIPADO

Si vamos a conducir en días de temporal y nevadas, conviene llevar todo lo necesario dentro del habitáculo. Además del chaleco reflectante, hay que llevar una manta, una espátula para el hielo, una linterna con pilas y nunca está de más incluir un botiquín con los materiales para primeros auxilios. También conviene llevar el depósito lleno y llevar la batería del móvil cargada, incluso se puede llevar una batería portátil, por si en algún momento necesitamos hacer una llamada de emergencia y o si necesitamos utilizar el geolocalizador para ubicarnos.
REVISAR LOS NIVELES

Es algo que hay que tener siempre en cuenta antes de salir a la carretera, pero mucho más si vamos a conducir durante un temporal o se prevén nevadas. El aceite, los filtros, el anticongelante, el limpiaparabrisas y el líquido de frenos, tienen que estar en su perfecto nivel. También es fundamental asegurarse de que las escobillas están en perfecto estado. Si es necesario, este el momento de cambiarlas por unas nuevas, así, en caso de lluvia tendremos una mejor visibilidad.
LOS NEUMÁTICOS

La seguridad en carretera durante el invierno, depende en gran medida del estado de los neumáticos. Si el dibujo es menor a 1,6 milímetros, que es el mínimo permitido por ley, es el momento de sustituirlos. También se deben cambiar si están cuarteados o presentan cortes o algún defecto o deformidad. Asimismo, hay que revisar que la presión es la correcta, antes de iniciar un viaje. En la pegatina del marco de la puerta está indicado por el fabricante cuál es el nivel adecuado de aire. En el caso de nevadas hay que llevar cadenas, pero antes, es aconsejable aprender a ponerlas con tranquilidad, para tener dominada la técnica en el caso de vernos sorprendidos por una nevada.