La historia de «La Promesa» se desgarra en su nuevo capítulo de hoy, puesto que hay cosas que no imaginábamos que existiesen. Los personajes, que hasta el momento estaban empapados de mentiras, van mostrando lo que realmente desean, mientras que alianzas se rompen y secretos perturbadores llegan a la luz.
Con el inquietante cambio de Jacobo y el audaz despertar de Catalina, cada fragmento de escena es un paso más hacia el desenlace que hará explotar la trama. ¿Qué se esconde detrás de la máscara de amabilidad que Jacobo ha mostrado hasta ahora? Su comportamiento con Martina se despoja de toda dulzura y revela una cara oscura, alejada de ese hombre tan complaciente que creíamos conocer.
JACOBO Y EL FALSO CABALLERO

La transformación de Jacobo en «La Promesa» supone uno de los giros más sorprendentes de la temporada. Hasta este momento, se le había dibujado como un ser amable, casi servil, en especial con Martina. Sin embargo, este nuevo capítulo desarma esa imagen completamente. Sus duras palabras y su actitud helada muestran que en realidad estaba siguiendo un juego mucho más negro.
El capitán parece haber sido el instigador de ese cambio, alimentando en Jacobo ideas que lo han conducido a enseñar su verdadera cara. ¿Es Jacobo un peón en una partida más grande? ¿O ha sido siempre así y tan solo lo descubrimos ahora? Las teorías sobre su nexo con el Conde de Ayala y su supuesta implicación en la muerte de Jana van adquiriendo fuerza, instalando en el espectador más dilemas que soluciones.
Lo que sí es un hecho es que Jacobo no es ya quien decía ser, y que Martina podría ser su próxima víctima. ¿Cuál es su verdadero objetivo? ¿La animadversión de Jacobo hacia Martina es personal o responde a una venganza de mayor envergadura? Los diálogos entre uno y otro están enrarecidos, y el sentido de cada palabra parece contener las premisas de una amenaza velada.
El enigma respecto a su pasado se vuelve cada vez más importante. ¿Acaso existió algún acontecimiento traumático que llevó a que ocultara su verdadera realidad? O, peor aún, ¿siempre ha sido un lobo con piel de cordero? Con el capitán tirando de los hilos, es posible que tan solo Jacobo sea la primera ficha de dominó que caiga en una conspiración mucho más amplia.
Si se propusiera que su relación con el Conde de Ayala es cierta, las consecuencias podrían ser demoledoras. ¿Está Jacobo al servicio del conde desde el primer momento? ¿O se mueve incautamente como un jugador que ha estado esperando su momento? Lo que sí sabemos es que su metamorfosis es un punto sin retorno de la serie, y que la vista del espectador no podrá desviar la atención del próximo movimiento que haga.
LA REALIDAD DE CATALINA Y ADRIANO

Catalina Luján ha estado ya por demasiado tiempo viviendo entre sombras en La Promesa, pero al fin decide romper el silencio. Tras ver a Adriano entregarse en su lucha por sus hijos, ella ya no puede ocultar más la verdad. En una escena altamente contenida, termina confesando la verdadera relación que une a Adriano con los bebés, un gesto que puede cambiar la relación entre ellos para siempre.
El acto de valentía de Catalina no solo reconfigura su historia, sino que permite también pensar en el futuro de ella y Adriano. Adriano, que hasta este momento había mostrado un amor incondicional por los pequeños, se va a enfrentar a algo que, por un lado, puede volver a unirlos o, por el contrario, romperlos para siempre. ¿Está listo para afrontar la verdad o será muy fuerte el peso del secreto?
La reacción de Adriano resulta crucial para establecer una línea de empatía respecto al futuro de su relación. Si se reconcilia con la realidad, aquel la nutre con amor, el vínculo que existe entre los dos puede reforzarse de manera significativa, pero si la traición que padeció lo llevó al ensimismamiento, los cimientos de la relación se pueden desmoronar con facilidad.
A la vez, Teresa sacude a María Fernández con una confesión destructiva: el padre Samuel fue quien tomó su protección y la encubría hace algunos años. Esto, sin lugar a dudas, abre heridas y ya pone en cuestión el valor del sacerdote, de modo que María se convierte en un campo de fuerza de dudas. ¿Fue un padre Samuel protector o manipulador?
El papel del padre Samuel no ha dejado de ser ambiguo en este recorrido siempre inestable por el mando de la violencia; su figura tambalea a la luz de esta búsqueda de la verdad. ¿Es Samuel, en sumisión, el que suprime la verdad de la protección como muestra de compasión o como teórico interés? María, quien alguna vez lo entendió como guía espiritual, se pregunta a su vez el inmediato presente si la relación no es una farsa.
¿VÍCTIMA O VILLANA DE LA PROMESA?

Resuena con fuerza el nombre de Ana en este capítulo, pero no por las mejores razones. Vera comparte con Teresa una sospecha muy inquietante: Ana podría estar implicada en la desaparición de Dieguito. No hay pruebas sólidas, pero su reciente comportamiento ha creado desconfianza entre las doncellas, de tal modo que hasta Ricardo, el mayordomo, comienza a dudar de su lealtad.
La tensión se palpa, se huele, en las miradas, en los murmullos. Si Ana es culpable, ¿qué más puede hacer? Y, si es culpable, ¿por qué atentar contra un niño? Las teorías se multiplican, pero lo que es seguro es que no está a salvo ninguno de los que habitan la mansión mientras haya secretos pendientes.
El distanciamiento de las doncellas no es casualidad; algo huele a podrido; Ricardo, siempre atento, nota la forma en la que se evitan, la forma en la que se susurran. ¿Serán simples ideas o hay motivos reales para temerle? Si Ana es culpable, su situación en la casa pende de un hilo, y un movimiento en falso puede ser la causa de su ruina.
Mientras, Pía va dando pasos dentro del peligro al intentar hablar con un experto en venenos para tener respuestas a la muerte de Jana. No obstante, el plan no funciona, y su secreto queda al aire. Ahora, tanto ella como Curro están en la misma distancia de la verdad, pero expuestos como nunca.
Y el punto es: ¿quién está dispuesto también a matar los secretos, sin ser capaz de enterrar el secreto? Pía, aunque asustada, no se rendirá. Cada paso le acerca más al peligro, pero a la vez a la justicia que merecía Jana. Por su parte, Curro muestra una lealtad a prueba de balas, en tanto le arriesgue ellos mismos.
Si se descubre que el experto en venenos es un asesino, las consecuencias serán impredecibles. ¿Estarán preparados para un enemigo que no dudaría en asesinar? O, aún peor, ¿qué pasará si el asesino sabe que ellos saben? Hay caza, y en este juego, el precio de la verdad puede marcar el fin de la vida.