Cuidar la salud y mantenerse en forma es una prioridad para muchas personas, pero a la hora de elegir el mejor ejercicio surgen dudas. ¿Es mejor correr o caminar deprisa para lograr mejores resultados? No todos disfrutan del running, pero caminar a un ritmo suave tampoco parece suficiente para notar cambios significativos. Por eso, la opción intermedia, andar rápido, ha ganado popularidad como una alternativa más accesible para mejorar la resistencia y quemar calorías. La clave está en determinar si esta actividad puede igualar los beneficios del running o si sigue siendo una opción menos efectiva.
La eterna comparación entre correr y andar rápido

Desde hace años, los expertos en fitness han debatido si andar rápido puede reemplazar al running. Caminar es una actividad accesible para cualquier edad y condición física, pero a un ritmo suave sus beneficios son limitados. Por otro lado, correr exige más esfuerzo y proporciona resultados en menos tiempo, pero también implica un mayor impacto en las articulaciones. Ante esta dicotomía, surge la pregunta clave: ¿puede una caminata rápida ofrecer los mismos beneficios que el running?
Calorías quemadas: ¿se puede igualar el gasto energético?

Uno de los aspectos más importantes al comparar ambas actividades es la cantidad de calorías que se pueden quemar. Según un estudio de Livestrong, una persona de peso medio quemaría aproximadamente 307 calorías tras caminar deprisa durante una hora a una velocidad de 6 km/h. Sorprendentemente, esta cantidad es similar a la que se gastaría trotando a un ritmo similar. Esto significa que andar rápido puede ser una opción viable para quienes buscan quemar calorías sin necesidad de correr.
El impacto en las articulaciones: una gran ventaja de caminar rápido

Uno de los grandes inconvenientes de correr es el impacto en las rodillas, tobillos y caderas. Al correr, el cuerpo soporta hasta tres veces su peso en cada zancada, lo que aumenta el riesgo de lesiones. En cambio, andar rápido reduce significativamente la carga sobre las articulaciones, minimizando el riesgo de sufrir dolores o molestias. Para personas con sobrepeso, problemas articulares o que simplemente no quieren someterse a un ejercicio de alto impacto, caminar deprisa es una opción mucho más saludable y sostenible a largo plazo.
Beneficios cardiovasculares: ¿qué ejercicio mejora más la resistencia?

Tanto correr como andar rápido son ejercicios cardiovasculares excelentes. Ambos mejoran la salud del corazón, reducen la presión arterial y aumentan la resistencia. Según el portal Healthline, caminar a ritmo rápido puede ser igual de efectivo que trotar cuando se trata de mejorar la salud cardiovascular. La clave está en la intensidad: una caminata vigorosa mantiene el ritmo cardíaco elevado durante más tiempo, lo que permite obtener beneficios similares a los del running sin necesidad de someter el cuerpo a tanto desgaste.
¿Correr es más efectivo para perder grasa?

Si el objetivo principal es reducir grasa corporal, el running sigue teniendo una ligera ventaja. Al aumentar la intensidad del ejercicio, el cuerpo necesita más energía y quema más calorías en menos tiempo. Mientras que caminar deprisa puede quemar 300 calorías en una hora, correr a un ritmo medio puede superar las 500 calorías en el mismo tiempo. Por lo tanto, si la meta es perder peso de manera más rápida, correr sigue siendo la opción más eficiente. Sin embargo, si se está dispuesto a invertir más tiempo, caminar rápido puede proporcionar resultados similares sin el desgaste que implica el running.
La importancia de la duración y la consistencia

Un aspecto clave en cualquier tipo de entrenamiento es la constancia. No importa si corres o caminas rápido, lo fundamental es mantener una rutina regular. Si bien correr ofrece resultados más rápidos, muchas personas abandonan porque lo consideran demasiado exigente. En cambio, andar rápido es una actividad sostenible en el tiempo y fácil de incorporar en el día a día, lo que facilita que las personas se mantengan activas sin sentir que están sometiendo su cuerpo a un esfuerzo extremo.
¿Qué actividad es mejor para principiantes?

Para quienes están comenzando una rutina de ejercicios, andar rápido es la mejor opción. Correr exige una condición física mínima y, si no se realiza correctamente, puede generar fatiga, lesiones o frustración. En cambio, caminar a un ritmo elevado permite adaptar progresivamente el cuerpo al ejercicio, fortaleciendo músculos y mejorando la resistencia sin someterse a un impacto excesivo. Muchas personas que comienzan andando rápido terminan incorporando sesiones de running a medida que su cuerpo se fortalece.
¿Y si combinamos ambas actividades?

Para quienes no quieren elegir entre una u otra, la combinación de ambas puede ser la solución perfecta. Alternar entre caminar deprisa y correr en intervalos puede ofrecer los beneficios de ambos ejercicios sin exponer el cuerpo a un esfuerzo excesivo. Este tipo de entrenamiento, conocido como carrera por intervalos o power walking avanzado, permite quemar más calorías y mejorar la resistencia sin sobrecargar las articulaciones. Además, varía la rutina y hace que el ejercicio sea más dinámico y entretenido.
La clave está en elegir el ejercicio que mejor se adapte a cada persona

Más allá de las comparaciones, lo más importante es elegir un ejercicio que se adapte a cada persona y sus necesidades. Correr sigue siendo la mejor opción si se busca rapidez en los resultados, pero andar rápido es una alternativa excelente para quienes quieren mantenerse en forma sin exponerse a un alto impacto. Lo esencial es encontrar una actividad que pueda mantenerse en el tiempo, sea efectiva y, sobre todo, disfrutable. Al final, la mejor rutina de ejercicio es aquella que se puede convertir en un hábito duradero.