Ni los bancos, ni el Consejo de Administración, ni Mikhail Fridman tienen la última palabra sobre el futuro de DIA. Los accionistas minoritarios de la distribuidora son los que deben decidir si acudirán a la opa o no. Y lo que parece una obviedad se ha convertido también en un problema para el magnate ruso y sus planes. De ellos depende la ampliación de capital y un hipotético pacto con los bancos, entre otras cuestiones.
Este problema ha generado un nerviosismo que se refleja se en dos situaciones. La primera es la ampliación del plazo de la opa sobre DIA del 23 de abril al 30 de abril (inclusive) por falta de apoyos. A día 16 de abril de 2019, los miembros del mercado habían comunicado al vehículo inversor de Fridman, Letterone (L1), aceptaciones respecto de 20.517.986 acciones, lo que supone el 4,64% de las 441.937.819 acciones a las que la oferta se dirige efectivamente. La oferta está condicionada a la aceptación de accionistas que sean titulares, en su conjunto, de al menos el 50% de las acciones a las que se dirige la oferta de forma efectiva.
Y la segunda es la carta enviada a los accionistas el 23 de abril por el consejero delegado de DIA, Borja de la Cierva. En ella, el directivo insta a los accionistas a apoyar la opa bajo la amenaza de que se produzca “el aumento de capital (500 millones de euros) aprobado por los accionistas y asegurado por Letterone no podrá ejecutarse”. Motivo por el cual apunta que DIA no tendrá tiempo “para instrumentar soluciones alternativas que le permitan restaurar debidamente sus fondos propios y disponer de la liquidez necesaria”.
Situación que, según De la Cierva, abocaría a la compañía “a un proceso de restructuración de su deuda (incluyendo canjes de deuda por capital) e incluso a un proceso concursal o de disolución y liquidación de la sociedad”. Una carta que se suma al ya apoyo explícito que realizó el Consejo de Administración hace un par de semanas. También ofrecieron la autocartera del Consejo de Administración formada por 9.082.519 acciones, representativas del 1,45% de su capital social, para aceptar la opa.
EL MURO DE LOS MINORITARIOS
Mientras Fridman se reunió en Londres con analistas y Goldman Sachs, lo cierto es que la situación se encalla. El magnate ruso necesita el apoyo de los minoritarios para poder llevar a cabo la ampliación de capital y allanar el camino en las negociaciones con los bancos. Pero su plan no convence.
La Asociación de Accionistas Defensores de DIA (AADD) sigue recabando apoyos para poner en marcha un ‘plan B’ y conseguir tumbar la opa sobre la distribuidora. Así, ya cuentan con más del 12% de las acciones. El inversor francés Gregoire Bontoux y Western Gate, la división de inversión que pertenece a la family office de Luís Amaral –que cuenta con el 2%–, también rechazan la oferta del magnate ruso.
A estos el precio de la acción –0,67 euros– les sigue pareciendo muy bajo. De hecho, Western Gate asegura a los accionistas que “si no aceptan la oferta de Letterone –o si esta fracasa– podrán verse beneficiados en el medio plazo de una mejoría considerable del valor de sus acciones que, podría situarse en un valor por título de entre 1,53 euros y 3,25 euros.
Los plazos siguen contando y, a día de hoy, la situación es la siguiente: la deuda neta de la compañía alcanza los 1.452 millones de euros, debe hacer frente al pago de su deuda con la banca de unos 900 millones antes del 31 de mayo y el 5 de julio expira el primer plazo con los bonistas, al que deberán devolver 305 millones. Además, tiene un patrimonio neto negativo de 98 millones.