La RAE tiene distintas acepciones al hablar de «mentores». La primera acepción habla de “personaje de la Odisea, consejero de Telémaco”, pero me temo que no me refiero a esa, sino más bien a las siguientes.
Tal vez la ideal sería la segunda, “consejero o guía”. Incluso suena elegante.
La tercera y última “maestro o padrino” me resulta simpática, pareciera que hablamos de un Jedi o del personaje de Vito Corleone magníficamente caracterizado por Marlon Brando. Y aunque a todas luces te parecerá descabellada, muchos de los personajes de los que voy a hablar a continuación creen vivir en ese mundo.
Y es que, aunque algunos se creen Jedis, aunque lo que son y lo que ofrecen, va más en la línea de “El Padrino”. Muchos mentores comercializan con lo que debería ser el apoyo al emprendedor, exigiendo por sus consejos, o incluso por hablar bien de la empresa en blogs y redes sociales, una participación accionarial, generalmente, inmerecida, en sus proyectos empresariales.
Los mentores y hombreras
Las modas por definición son efímeras, pero que acaben pasando a la historia, generalmente, con más pena que gloria, no las hace menos agotadoras ni desalentadoras.
La fiebre amarilla del egocentrismo acabará por pasar, pero hoy en día, nos invade intensamente.
Pero como digo, acabará superándose, por mucho que hoy muchas personas se miren al espejo, y crean tener el conocimiento, capacidad, y trayectoria profesional suficiente para ejercer de mentor y guiar a las pobres almas pérdidas a las que, a todas luces, consideran inferiores, como un subproducto de ellos mismos que ellos, dentro de su soberbia pueden guiar.
El problema es que este escenario dejará, al igual que la moda de las espantosas hombreras dejó en los 80, imágenes y fantoches retratados por siempre en el recuerdo.
Si hoy existiera Milli Vanilli seguro que sus componentes, más falsos que Judas, se autodenominarían mentores en redes como Linkedin, y además esas hombreras ayudarían a recordarlos en el futuro por partida doble, con más con sonrojo que nostalgia.
No quiero que parezca que estoy en contra del concepto del mentoring. Ni mucho menos. De hecho, a mí me encantaría ser mentorizado por algún profesional de prestigio. Lo intento, pero los buenos no me hacen ni puto caso, y eso que pagaría muy bien por ello.
Es una pena, pero ni Bill Gates, ni Amancio Ortega o Florentino Pérez parecen estar disponibles. ¿Sabes porqué? Tienen mucho trabajo. ¡. Hay profesionales de prestigio, que están dispuestos a ayudar y apoyar a empresarios y emprendedores y compartir con ellos su experiencia y guiarles. Pero esos son 1 de cada 10, porqué el concepto se ha prostituido en los últimos 5 años y, como en todo, se ha llenado de pintamonas, charlatanes y gente aburrida en busca de un sonrojante y malentendido reconocimiento social.
Por ponerle una cifra a groso modo, mentores de verdad no deben ser ni el 5 o el 10% de los más de 371.085 profesionales que en Linkedin se autodenominan así.
Es como la filantropía. El que de verdad hace cosas en conciencia, las hace y punto, no necesita contarlas para ser reconocido ni aplaudido. No las añade a su biografía ni a su curriculum vitae.
Sí, efectivamente el 90% de los que se llaman y ofrecen como mentores son charlatanes, y posiblemente el otro 10% sean entonces de oro puro. Pero hay que encontrarlos, seducirlos y pagarlos. Y eso ni es fácil ni gusta hacerlo, porque creemos que la gente valiosa debe aguantarnos la chapa y ayudarnos por amor al arte, y si sale bien ya les daremos unas migajas o unos abrazos y podrán contar con orgullo la experiencia a sus familiares y amigos.
Hace algunas fechas leí, y me pareció interesante, que el ex Presidente de Galerías Preciados asesoraba Pymes y ofrecía sus servicios a través de Wallapop por una módica cantidad.
Recuerdo que pensé, “¡menuda experiencia la que ha vivido este tipo!, y que interesante para muchas empresas, poder tener, a un tipo con esa vivencia para asesorarles”.
Enseguida leí en internet comentarios despectivos sobre el precio (creo que era algo así como 100 Euros la hora) y sobre que “si Galerías Preciados se había vendido por 1 Euro, que ibas a esperar de este señor”. Descorazonador, porqué no han entendido nada. Prefieren que supuestos CEO´s de empresas que nadie conoce, generalmente de nombres ridículos y estridentes, detrás de los cuales está el susodicho individuo y poco más, mentoricen sus proyectos, pero eso si, que no les cuesten un duro, que pagar en España está mal visto. Así nos va.
La situación es ya tan surrealista que incluso que la gente que busca mentor, lo hace para intentar aprender y ser ellos mentores en el futuro.
Hay “escuelas de mentoring” que acreditan con un certificado de mentor a cualquier matarile a cambio de unos pocos euros y de leerse unos pdfs y ver un par de vídeos online.
Un divertido ejemplo lo recibí hace unos días por email. Una profesional de la cual no diré su nombre para no provocar su sonrojo, me escribía para ofrecer sus servicios, se presentaba a ella misma como “Managing Partner de XXX» (lease empresa que no conoce ni Peter, pero con nombre muy rimbombante), y acto seguido enumeraba, como si fueran medallas de guerra o pruebas de valor profesional, “mentor de Wayra, Menorca Milenials, Vlab, StartUpBootCamp, Barcelona Mentoring Program…” ¡la leche! Antes de mandarlo a Spam, pensé, “joder, ¡esta chica si que tiene tiempo libre!”.
Y es que se nos está yendo de las manos. Y es ridículo. Y que sepas que te retrata a futuro. Si, como las hombreras horteras. Si te hicieron una foto en los 90, ¡hay una foto!
Si pagas con cacahuetes, trabajan monos.
No puede mentorizar, ni aconsejar, ni acompañar a ninguna empresa o emprendedor serio ningún profesional que no tenga un mínimo de prestigio profesional, trayectoria y auctoritas.
Y eso es lo primero que hay que ver, preguntar de entrada si buscas un mentor ¿y tú, con quién has empatado hasta ahora? Si ahí se ven sus vergüenzas, no hay más preguntas por mi parte, señoría.
La gente llena de experiencias vacías su curriculum para justificar que son quienes no son y hacen lo que no hacen. Intentan aparentar una sombra mucho más prolongada que la que corresponde a su estatura. Es un frágil mundo de cristal donde algunas personas, buscan un efímero reconocimiento social. Pero luego las trayectorias, y el registro mercantil ponen a todos en su sitio, separando el polvo de la paja.
Supermodelis de pichiglass
Todos los que quieren ser mentores quieren dar conferencias, quieren que les sigan en Instagram y twitter, y ya que estamos salir en la tele y los periódicos. En definitiva, buscan el reconocimiento social por la vía rápida, sin méritos, sin trabajo, sin esfuerzo, sin empatar con nadie. Sólo aparentando.
Por ponerle el punto simpático, muchos de estos “mentores” me recuerdan a las supermodelis, muy monas muchas de ellas, pero muchas profesionalmente inútiles, tratando de cazar a un famoso guapo y con dinero en una fiesta en una discoteca, para tener un fugaz noviazgo, ser portada de revista y luego acabar en un plató de televisión, encantadas de la vida, pero simulando estar molestas. Reivindicando que ellas lo que quieren es ser reconocidas por su (inexistente) trayectoria profesional.
Alguien sin una carrera profesional densa y brillante no tiene nada que mentorizar salvo a él mismo, por ello sería más sano que se ocupara de su comunidad de vecinos y de su cuenta de Twitter, que dicen que tiene mucho futuro…
Si quieres que un profesional de primera división te acompañe y te aconseje, tienes que remunerarle de manera efectiva y certera. Como decía el gran Lluis Bassat, “si pagas con cacahuetes, consigues monos”.
Estamos generando un agujero negro, una burbuja como de coña, que debe explotar antes de continuar poniéndonos en evidencia.
¿Qué va a ser de nosotros cuando todos seamos mentores y no haya nadie a quién mentorizar?
Quizás, en ese momento, como en los 90, todos empecemos a quemar las fotos delatoras y tirar a la basura las hombreras.