Parecía que el globo se había desinflado y María Teresa Campos había digerido la catarata de dimes y diretes que llovieron sobre Bigote Arrocet y sus amigas especiales, capitaneadas por una Gemma Serrano que desmentiría en el Deluxe infidelidades y amores paralelos.
Pero la ex reina de las mañanas sigue teniendo la piel muy sensible sobre las maledicencias que le caen a su pareja. No hubo más que ver el tercer especial de Las Campos, que emitió anteayer Telecinco. Y es que tras el visionado del docu-show, la cadena organizó un debate que acabó con broncas entre la presentadora y Kiko Matamoros, Pilar Eyre y Mila Ximénez, que acabó amenazando con no volver a pisar el plató del show tras una pelea contra Terelu por la supuesta imagen elitista que proyecta la hijísima cocinando junto al servicio doméstico.
Bigote sigue ajeno de los diretes sobre su persona
Bigote por su parte parece volar en la Luna, ajeno siempre a los chismes del papel couché que tanto daño hacen a su actual pareja. El cómico chileno, con una prolongada carrera a sus espaldas entre el exprimido cliché de Cantinflas y sus apariciones en el millonario Un, dos, tres de Chicho, no quiere saber nada de lo que se habla a sus espaldas.
Pero María Teresa sí que entra al trapo sin miramientos y desmiente: ella no tiene suerte de estar con un hombre más joven, la tienen los dos de haberse encontrado. Ella no aguanta las innumerables infidelidades de Edmundo, su novio le es fiel en la salud y en la enfermedad. Y ella no es una madre que ve como sus hijas cruzan los dedos por una pronta ruptura, ya que ellas creerían según esta hipótesis que Arrocet está con la matriarca del clan por puro interés.
El debate arrancó con bronca por una canción cantada al alimón por María Teresa y Edmundo
Con este tema abrieron el debate después de que María Teresa y Edmundo cerrasen el capítulo del reality-show cantando el «Si nos dejan» de Luis Miguel, hecho que fue interpretado por algunos malpensados colaboradores como un dardo de la presentadora de ¡Qué tiempo tan feliz! hacia sus propias hijas.
Pero María Teresa, sabedora del valor que ha cobrado su carrera al volver al prime-time alumbrando una especie de Kardashian cañí perfectamente salpimentado por una deliciosa y maliciosa selección musical, sabe que puede y debe sacar el carácter y las garras cada vez que alguien la dibuja como una pobre mujer de 75 años ninguneada por unas enchufadas hijas y por un novio que mira su chequera.
La despreciable caricatura que algunos se empeñan en dibujar sobre la presentadora se cae por su propio peso
Por que esta caricatura es injusta y falsa. Solo hay que conocer un pelín a María Teresa para saber que ella, personaje indiscutible en las tres últimas décadas televisivas, se ha ganado cada muestra de respecto que recibe por la mayor parte de sus fieles, pese a que parte de las hordas tuiteras se empeñan en mofarse de su edad, de su novio, de sus hijas y de su show, rebautizado por algún malvado como ¡Qué tiempo tan senil!