Ésta es la historia de un alga con propiedades antitumorales que vivía en el fondo del mar; que se sentó en la mesa del IBEX35; que perdió su sitio en esa mesa y que, ahora, quiere volver a sentarse en ella. Esta es la historia de Pharmamar, el laboratorio español responsable de sacar al mercado -entre otros productos- Yondelis, el primer antitumoral de origen marino patentado a nivel mundial (año 2003) para el tratamiento de los sarcomas de tejidos blandos.
Bajar al fondo de mar, buscar entre los miles de plantas que allí habitan y, recolectar, entre ellas, una que curara el cáncer. ¿A quién se le podría ocurrir una idea así? Es, como se dice coloquialmente, buscar una aguja en un pajar (sin saber muy bien si se iba a dar con la dichosa aguja). Sin embargo, José María Fernández Sousa, presidente de la compañía Pharmamar, tenía muy claro que la aguja (el alga) estaba allí. Sólo había que dar con ella y Fernández Sousa, doctor en bioquímica, tenía otra certeza metida entre ceja y ceja: el descubridor iba a hacer mucho dinero con ese hallazgo. El resto es historia: se dio con la Ecteinascidia turbinata, un alga que vive en las zonas tropicales y subtropicales del Atlántico, desde las costas mediterráneas hasta el norte del Brasil y la región caribeña; se extrajo de ella la trabectedina y, por último, se utilizó la sustancia extraída para elaborar el medicamento Yondelis.
De trabectedina a Yondelis
Luis Mora es Director General de la unidad de oncología de Pharmamar. Por lo tanto, es el interlocutor perfecto para explicar tanto, cómo fue el proceso que transformó la trabectedina en Yondelis, como, también, cómo Pharmamar ha logrado reunir la mayor librería de muestras marinas de todo el mundo “tenemos alrededor de 200.000 muestras. Estas muestras son el origen del descubrimiento de nuevos fármacos como Yondelis”. El camino recorrido se explica en pocas palabras. Otra cosa es recorrerlo, lo que suele suponer muchos años y dinero.
En el caso de Yondelis, hay dos cifras contundentes: 17 años de investigaciones y 110 millones de euros. Luis Mora explica que “en ese camino, lo primero que se hace es iniciar un proceso de búsqueda, descubrimiento e investigación de moléculas que podrían tener actividad antitumoral. Luego, la siguiente fase consiste en averiguar si puedo replicar, o no, esa estructura química en el laboratorio. Si es que no, se pararía la investigación. Si es que sí, hay que darle al compuesto una forma farmacéutica para que pueda ser administrada, primero en animales para, luego, pasar al desarrollo clínico que hacemos en hospitales. Esta es la fase más cara y larga”.
Hasta quince años de búsqueda… hasta llegar a la farmacia
¡Ay¡ los ensayos clínicos, esa parte del desarrollo de un medicamente en el que el tiempo y las fases corren a la velocidad de un caracol y el dinero simplemente parece esfumarse, fruto de las altas inversiones a realizar… y, sin que se vea retorno alguno para ya mismo (y puede que para nunca). Mora lo detalla “Los ensayos clínicos constan de tres fases. La fase 1, donde vamos a buscar la dosis que se puede administrar a los pacientes y la frecuencia con la que se va a administrar. La fase dos, donde se va a ver la actividad que tiene ese fármaco, frente a diversos procesos tumorales. Por último, la fase tres, que es donde se va a comparar el fármaco con terapias ya existentes para ese tipo tumoral al que va a dirigido ese fármaco. El tiempo medio de todo este proceso puede ser 12/15 años”.
Vale, ya tenemos el medicamento metido en su bote y en su cajita. Ahora, para darle rentabilidad a la inversión, hay que intentar llevarlo hasta el último rincón del planeta… en el que puedan pagarlo.
Comienzan los problemas
Es evidente que para que un producto sea un éxito de ventas tiene que ser llevado allá donde estén sus clientes potenciales. A estos efectos, un antitumoral como Yondelis en nada se diferencia a un coche, una naranja o una lavadora. En este caso, el 81% del mercado mundial de medicamentos antitumorales se lo reparten entre Europa y Estados Unidos: un 48% para Estados Unidos, por un 33% para Europa. O sea que, el Yondelis, como cualquier otro medicamento, necesitaba llegar a los clientes (pacientes) de estos grandes mercados si quería convertir en beneficios todo lo gastado. Y para conseguirlo, en mercados regulados como el europeo o el norteamericano, se necesitaba la aprobación tanto de la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) cómo, al otro lado del Atlántico, de la Agencia Americana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés). Aquí es donde comienzan los problemas para Pharmamar.
Año 2003. Primer varapalo. Un ensayo llevado a cabo entre 189 pacientes, que comparaba Yondelis con un placebo -y que incrementó, en un 30%, la supervivencia de los que tomaron Yondelis sobre los que no- no fue suficiente argumento para los evaluadores europeos de la EMEA. Rechazo inicial y posterior aprobación. Año 2011. La FDEA solicita un estudio adicional antes de dar luz verde definitiva al uso de Yondelis frente a otro tipo de tumor, en este caso, el que provoca cáncer de ovario. Rechazo inicial y posterior aprobación. Así que aunque, en ambos casos, el medicamento conseguiría las correspondientes autorizaciones, el daño bursátil para Pharmamar ya estaba hecho: sus acciones se convirtieron en un valor vaivén.
Pharmamar se sube a la Montaña Rusa
O, lo que es lo mismo, de llegar a pagarse por una acción de Pharmamar casi 20 euros, se pasó a 1,72. Ya se sabe: el dinero es cobarde y poco amigo de las emociones fuertes (en otras palabras, que prefiere, millones de veces, disfrutar de la aburrida placidez del tiovivo que de la excitante adrenalina de la Montaña Rusa). Y a Pharmamar no le han faltado emociones en su proceso de salida a Bolsa; entrada en el selectivo Ibex-35; todo el proceso desarrollado en torno a su fármaco estrella Yondelis; los fuertes movimientos especulativos que comenzaron con el milenio y que, de momento, parecen haber terminado; salida del Ibex-35…
Que ahora el valor de la compañía haya remontado hasta el actual 3,85, parece indicar que tiene, por delante, un recorrido prometedor y de futuro por hacer. Aunque con Pharmamar nunca se sabe. De momento, su valor bursátil ha roto la directriz bajista que traía desde el año 2000. Carlos Doblado, analista técnico y fundador de Ágora Asesores Financieros, explica los porqués “El valor toca su suelo en 2012 y, a partir de esa fecha, la empresa inicia un proceso de recuperación.
Ahora hay argumentos que permiten pensar en un cambio de tendencia que va más allá del corto, medio plazo. El proceso se ha ido asentando y, en las últimas sesiones, con la superación del 3,20, se ha producido un cambio de tendencia más allá del corto o medio plazo. Estaríamos empezando un ciclo que podría tener una duración de meses e, incluso, de años. A partir de ahí, un analista técnico como yo dejaría correr la acción, la seguiría, la estudiaría y, mientras el valor siguiera subiendo de forma recurrente, con sus correcciones, no se inquietaría.” A partir de estos argumentos, Doblado sólo ve, a corto plazo, una sola incertidumbre para el valor “el valor tiene una zona muy importante de dificultad que nosotros llamamos resistencia, y que, en el caso de Pharmamar, en el 4,40. Si el valor superara estas resistencias, creemos que alcanzaría la zona de 6 sin demasiadas dificultades”.
Presente estable y futuro prometedor
Que el valor Pharmamar haya encontrado este repunte alcista no es casual. Después de años de malas noticias, las buenas nuevas comenzaron a llegar al cuartel general de la compañía en Colmenar Viejo (Madrid). Noticias como que, a finales del año pasado, la empresa firmó un acuerdo de licencia con la farmacéutica surcoreana Boryung Pharm, con el objetivo de comercializar, Aplidin, otro compuesto antitumoral de origen marino. En este caso se trata de la plitidepsina, indicado para el tratamiento de Mieloma Múltiple. Además, por aquellas mismas fechas, el laboratorio rubricó otro acuerdo con Chugai, filial de Roche, para licenciar su antitumoral PM1183 en Japón. Este medicamento está especialmente indicado para cáncer de ovario resistente a platino y cáncer de pulmón microcítico.
Con todas estas buenas noticias -y las que puedan llegar, como las autorizaciones para comercializar estos nuevos compuestos en EE UU o Europa, o el establecimiento de una red propia de distribución en el mercado USA- Pharmamar y sus algas quieren volver a sentarse en la mesa del IBEX… y ser invitadas, más pronto que tarde, a hacerlo en la Bolsa de Nueva York. Pero una cosa son los deseos y otra la realidad… y, sobre este particular, Roberto Moro, analista técnico de Apta Negocios, tiene una doble visión. Con respecto al IBEX “al final todo dependerá de lo que opinen los expertos de revisión del selectivo, pero probablemente, el valor Pharmamar ya esté preparado para ese retorno. Y es que no es lo mismo cotizar, como cotizaba en 2016, a 1,80 euros por acción, que hacerlo a 3,85 y con unos volúmenes sensiblemente superiores”. Harina de otro costal es, según el analista, el caso de Nueva York “en este caso, yo creo que Pharmamar aún no está preparada.”.
Ya se sabe que las buenas noticias atraen a los inversores -de igual manera que las malas les espantan-. En este sentido, buenas nuevas como que Pharmamar haya firmado un acuerdo con el laboratorio Specialised Therapeutics Asia (STA), para comercializar su antitumoral de origen marino PM1183 en 15 países asiáticos, sin duda que empujará hacia arriba el valor bursátil de Pharmamar. ¿Volverán los gloriosos buenos tiempos que auparon a la acción de Pharmamar hasta los 20 euros por acción? Quien lo puede decir… pero, de momento, la cosa no pinta mal.