La relación entre padres e hijos siempre ha sido complicada, pero en las dos últimas décadas, la brecha generacional se ha visto sin duda aumentada por la irrupción de las nuevas tecnologías, esas que los jóvenes parecen conocer tan bien y que algunos padres luchan por entender. Una de estas revoluciones modernas ha sido la de los videojuegos, que han ido evolucionando desde el salón de casa con la vieja Atari hasta grandes estadios donde se libran combates en pantallas gigantes que reúnen a miles de espectadores, y ahora también a cientos de inversores.
Movistar+ conoce este fenómeno y su magnitud, y en este audiovisual pretende acercar las distancias entre mayores y nativos digitales. ‘Not a Game’es el nuevo documental de la cadena que emite en #0. El proyecto toma como punto de partida este misterio y desconocimiento que rodean a la vertiente profesional del mundo de los videojuegos para dirigir su historia a todo tipo de público: padres, jóvenes y curiosos.
El documental refleja con realismo las oportunidades que los eSports representan a día de hoy para los jugadores, así como el gran trabajo y dedicación que supone comprometerse con este mundo profesional. Si bien ha sido común hasta cierto punto enlazar los videojuegos con adicción o aislamiento, más aún con las recientes polémicas sobre cómo la violencia de estos puede influenciar a quienes juegan, ‘Not a Game’ tiene todas las papeletas para acabar derribando clichés y estereotipos.
Este audiovisual utiliza las historias de personas reales para explicar la creciente industria del gaming.
LA VIDA DEL GAMER, UNA VIDA “CORTA”
Los gamers que desean convertirse en profesionales deben trabajar y dedicar un gran número de horas a la práctica, lo que conlleva sacrificios y privaciones no tan diferentes de aquellos que practican deportes convencionales.
Un ejemplo de ello es lo que cuenta Sean Gallagher, entrevistado por Business Insider. El profesional de 31 años explica que «puedes perder el contacto con amigos y familia», debido al requerimiento de «concentrarse en mejorar tu nombre como profesional». Gallaguer incide también en la gran competitividad de este sector: “Una vez te acomodas en tu juego, siempre hay caras nuevas, más jóvenes y frescas entrando al mercado».
Caras como la de Cristian Sánchez, el joven de 20 años cuya historia recoge el documental. De origen canario, hace una oda a su tierra en su nombre gamer: «Kanariooo» juega profesionalmente a Clash Royale, y forma parte del prestigioso equipo estadounidense Team Liquid, con el que jugó la Copa Mundial de este videojuego.
El documental contiene declaraciones de los más cercanos a Cristian, que explican cómo esta pasión ha impactado en sus vidas. Cristian defiende Clash Royale como un eSport más: “Es un juego bastante emocionante y que va a crecer bastante. Pasan muchas cosas en partidas de tres minutos y a la gente eso le gusta” contó para Xataka.
Por otro lado,»AFKayt», una mujer de 32 años que juega de manera profesional y es madre a la vez reivindica la dificultad de su trabajo. “Cuando estoy desconectada, sigo trabajando, porque toca hacer los gráficos de tu contenido, entre otras cosas. Hay un montón de cosas que hacer para labrarte una marca personal», advierte. Ryan Wright, de 31 años, apoya esta visión: “Este no es un negocio del que desconectar”, revela el jugador a Business Insider, al tiempo que habla del riesgo que implica abandonar la escuela y el trabajo para intentar llegar a ser profesional.
Varios medios se han hecho eco de las largas horas de entrenamiento que estos profesionales han de soportar para lograr sus objetivos. Los más dedicados pueden llegar a entrenar hasta 12 o 14 horas al día, librando solo una vez por semana. Por otro lado, el diario As sitúa la media en unas 8 horas diarias, un número igualmente considerable ya que los gamers profesionales también destinan tiempo a cuidar su forma física.
Carlos Rodríguez, conocido como Ocelote, explicó en La Resistencia que «en el fútbol entrenas 3 o 4 horas al día, mientras que en los eSports 11 o 12, es un martillo pilón». «He aprendido a golpes», explicó el español.
Un estudio recogido por 20minutos expone varias características que hacen ver al gaming como un deporte incluso parecido a otros como el fútbol. La gran mayoría de gamers profesionales empieza a jugar antes de los 10 años, y suelen ser fichados de adolescentes por clubes. En ocasiones, estos equipos les demandan viajar a otro país o les facilitan una formación complementaria.
Este estudio demuestra las complicaciones que muchos gamers han de afrontar al tratar el tema con su familia. Aunque el 58% de jugadores españoles revela haber sentido el apoyo de sus padres, el 42% aseguró que su familia tuvo miedo por si decidían dejar los estudios. Las jugadoras femeninas hacen frente, además, a otros baches en su camino hacia conseguir vivir de su pasión.“La sensación de que hay menos mujeres consumidoras de videojuegos es porque normalmente se ocultan para no sufrir acoso”, explican organizadoras de Gaming Ladies, un evento solo para mujeres amantes de los videojuegos.
El profesional español de 27 años Enrique Cedeño, que ha llegado a formar su propio club, afirma que “la vida de un ‘gamer’ es corta porque acabas quemado de jugar tantas horas”. Estos equipos suelen contar con entrenadores que velan por la salud de los gamers, y su trabajo abarca “desde la preparación psicológica, táctica y estratégica hasta supervisar cuánto deporte hacen, lo que comen, o los horarios de los cinco jugadores»como explica Luis Sevilla, entrenador del equipo ‘Fnatic’.
INDUSTRIA EN EBULLICÓN
Plataformas de streaming completamente nuevas han nacido para dar cobijo a este contenido, como Twitch.tv o Mixer, al tiempo que empresas como Microsoft empiezan a fichar a profesionales del videojuego con contratos millonarios. Medios de comunicación como ‘Esportmaníacos’ se dedican de lleno a la actualidad del sector, y marcas como Redbull organizan competiciones y eventos masivos. De todo ello pretende hablar ‘Not a Game’, de la mano de personas y testimonios que dibujarán la actitud de nuestra sociedad y su papel en este fenómeno global.
De esta forma, ‘Not a Game’ intenta construir un puente entre generaciones, a la vez que tratará con un enfoque internacional temas espinosos como el asunto de la violencia, la experiencia de las mujeres como gamers, la educación, o el estigma.
Con la incorporación de internet a los videojuegos, jugar es ahora una experiencia compartida. La cultura creada alrededor de estos eventos multitudinarios ha ayudado a aficionados de diferentes partes del mundo a construir relaciones con personas con gustos similares. Además, la cantidad de dinero que mueve esta novel industria ha permitido a personas de todo tipo convertir, contra todo pronóstico, su pasión en su oficio.