Ser banquero en Venezuela y el hombre más rico de este país cuyo Gobierno ha hecho de la expropiación su principal herramienta política tiene mucho mérito. O al menos son elementos que constatan que la robolución que inició Hugo Chávez y que continúa su aprendiz Maduro no ha afectado a los bolsillos de aquellos financieros que, como Juan Carlos Escotet, se hicieron de oro en el casino de la Bolsa de Caracas y, tras la llegada de la ola bolivariana, salvaguardaron su fortuna ayudando al Gobierno en sus primeros años de bonanza, cuando el país se inundaba de petrodólares y la banca compraba a espuertas la deuda pública del comandante golpista.
Sin embargo, con Maduro las cosas ya no son lo que eran para este hijo de emigrantes españoles que nació de chiripa en Madrid a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. El temple y la mano izquierda con los que construyó una relación bipolar con Chávez no le han servido para pararle los pies a Maduro, que en su huida hacia delante para no ser derrocado ha cumplido la amenaza de intervenir Banesco. Es el gran conglomerado financiero que fundó Escotet –del que depende la entidad española Abanca– y que le sirvió para sacar del país los ahorros de los expatriados venezolanos al mismo tiempo que jugaba al gato y al ratón con el comandante. En el último año el patrimonio del banquero se ha reducido en 600 millones de dólares, aunque todavía alcanza la envidiable cifra de 3.800 millones según la revista Forbes.
Y es que por mucho que en los últimos años el financiero quiera blanquear su imagen, lo cierto es que en Venezuela se le conoce como uno de lo “bolichicos”, concepto que sirve para englobar al grupo de empresarios que se forraron al calor del chavismo dando un impulso definitivo a una carrera que había comenzado años atrás, con el anterior régimen, entre los tiburones financieros que hicieron de la compra venta de títulos en el parqué su principal forma de vida.
«ESCOTET, SUELTA LA PLATA QUE SE TE VA A PUDRIR»
A pesar de que Chávez dedicaba a Escotet diatribas cada semana en televisión en su mítico Aló presidente, lo cierto es que al banquero nunca le preocupó en exceso la inquina del gorila rojo. Su sentido del humor –y, sobre todo, el saber que el régimen dependía de la colaboración de Banesco– le llevaron a poner como tono de móvil de uno de sus hijos la voz del presidente bolivariano espetando aquella histriónica frase que ilustraba el enfrentamiento entre los banqueros locales y el chavismo: “Escotet, suelta la plata, desembucha que se te va a pudrir”.
Lo que poca gente sabe es que después de estas soflamas públicas el comandante llamaba por teléfono a Escotet para pedirle consejo y hablar largo y tendido sobre política económica. El carácter de Escotet, hombre muy propenso al diálogo y de carácter no beligerante, le venía de perlas a Chávez para tomar la temperatura a sus opositores en los tiempos en que la batalla del régimen contra el sector privado hacía una nada honrosa excepción con el ámbito financiero. Durante años la relación entre ambos fue cordial de puertas hacia dentro, lo cual explica por sí solo que Escotet fuera el único gran empresario que estuvo en el funeral del comandante.
Según relata Juan Carlos Zapata en su libro Los midas del valle (Alfadil Ediciones, 1990), Escotet siempre ha sido un adicto al dinero con alma de conspirador, poco propenso a perder los papeles y un hombre que en los años ochenta y noventa del pasado siglo se movía como pez en el agua entre los agentes bursátiles de la Bolsa de Caracas. El periodista que conoce como nadie al fundador de Banesco asegura que la persona clave en la carrera profesional de Escotet fue el todopoderoso banquero Orlando Castro, para quien trabajó de asistente y corredor de Bolsa y al que terminó traicionando demostrando a su maestro que había aprendido como nadie la técnica de arrimar el ascua a su sardina en el momento adecuado.
«EL ESPAÑOLETO» Y EL «NIÑO DE LA BANCA»
En aquella etapa a Escotet se le conocía como “el españoleto” por sus raíces ibéricas, apodo al que se sumaba el de «niño de la banca» por su juventud. Sus padres –un leonés y una asturiana– habían emigrado huyendo del franquismo. Ya estaban instalados en el país latinoamericano cuando el matrimonio tuvo que volver a España con la mujer embarazada de ocho meses, que tuvo que mentir a la compañía aérea para que le permitieran volar. “Casi nazco en un avión, así habría tenido billetes gratis para toda la vida”, relataba Escotet hace unos años en una entrevista publicada por el Diario de León.
Sus orígenes humildes y verdadera devoción por la familia son dos elementos que han forjado la personalidad de Escotet y que le han permitido no ser el típico rico que usa los amoríos y el lujo para ocupar las portadas de las revistas del papel couché. Conoció a su mujer en la Universidad Católica Andrés Bello, donde estudiaba Economía por las noches tras largas jornadas trabajando como chico de los recados del Banco Unión. Después de un breve paso por Miami para hacer un master en Empresariales comenzó a hacer sus pinitos en el mundo financiero. Vivían en una sencilla casa de Macaracuay hasta que las artes de Escotet –y sus amistades peligrosas– le ayudaron a pegar el pelotazo.
Sus detractores, entre los que se encuentra uno de sus abogados, Ricardo Koesling, aseguran que en aquellos años ejerciendo en la Bolsa de Caracas el financiero español bordeó la legalidad, perpetrando prácticas irregulares como la conocida con el sobrenombre del “autobús”. La técnica consistía en que varios agentes de cambio se ponían de acuerdo para presionar a la baja sobre la cotización de una determinada compañía, provocando una ola vendedora que aprovechaban posteriormente para volver a adquirir las acciones, generando a su vez un rally alcista. Al final del proceso los corredores se deshacían de los títulos a un precio superior al que cotizaban al inicio del mismo. Manipulación de precios en estado puro.
PANAMÁ, ABANCA Y LA LISTA FALCIANI
El entorno de Escotet siempre ha negado que realizara fraude alguno en sus tiempos de trader y lo cierto es que los únicos problemas legales los ha tenido ya como patrón del imperio Banesco. Su filial en Panamá dirigida desde 2014 por uno de sus hijos es la que le ha dado más quebraderos de cabeza, especialmente después de que las autoridades del país multaran al dueño de Abanca por violar las normas sobre blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.
Este es uno de los motivos que blandió Maduro para intervenir Banesco tras comprobar que se produjeron transacciones electrónicas sospechosas desde 900 cuentas de clientes del grupo. Escotet se defiende señalando que la ofensiva del régimen venezolano es una cortina de humo para ocultar los problemas financieros del chavismo, que se encuentra en una vía muerta tras haber dilapidado la herencia de los años en los que fue una de las mayores despensas del planeta junto con Argentina, país que ha sufrido en sus carnes también el virus del populismo de izquierdas inoculado por ladrones sin escrúpulos.
Sin embargo, los problemas de Escotet con la justicia se extendieron más allá del continente americano y afectaron de lleno a la filial gallega de Banesco, Abanca, que nació tras la adquisición de la quebrada NovaCaixaGalicia a un precio desorbitado de 1.000 millones de euros tras haber sido saneada con 9.000 millones de los contribuyentes. En 2015 el Servicio Ejecutivo de la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias (Sepblac) colocó a la entidad financiera española como “objetivo prioritario” por existir indicios de que estaba siendo utilizada para traer capitales de Latinoamérica con orígenes oscuros. Además, investigó su papel en la operación de saqueo que realizó la familia Ruiz Mateos para mantener su capital ante el enésimo acoso de la justicia.
A todo ello se suma el gusto de Escotet por los paraísos fiscales, apareciendo como consejero de sociedades en las Islas Bahamas, otro centro neurálgico de los inversores que esconden sus capitales de las garras del chavismo. Además, según publicó en exclusiva el diario El Confidencial, el banquero aparecía en la lista Falciani con 4,5 millones de dólares en una cuenta personal en el HSBC de Ginebra y otros siete millones a nombre de Banesco. En todo caso son cantidades irrisorias si se las compara con su inmensa fortuna.
SALVAR BANESCO Y COMPRAR LIBERBANK
Ahora Escotet está dedicado en cuerpo y alma a salvar Banesco de la voracidad de Maduro y ha dejado la primera línea de Abanca, entidad que lideró tras el desembarco en España, donde aprovechó para fijar su residencia en la capital, frente a la plaza de Neptuno. A pesar de que es un gran fan del Real Madrid –su segundo equipo es el Oviedo– le ha tocado soportar las celebraciones de los aficionados de su eterno rival a pocos metros de su domicilio, en el que ahora pasa poco tiempo desde que tuvo que volver a Venezuela para salvar la joya de la corona corporativa a la que se ha dedicado en cuerpo y alma.
La prudencia y la constancia han sido dos de las señas de identidad que han marcado la vida profesional de ese financiero, aunque en nuestro país se le considere temerario por sus decisiones al frente de Abanca, entidad que ha impulsado a golpe de talonario. Conocedor del poco futuro que tienen las entidades pequeñas y medianas en la nueva Europa tras la Gran Recesión ahora pretende hacerse con Liberbank tras la frustrada fusión con Unicaja poniendo sobre la mesa 1.700 millones. Su tarjeta de presentación son los resultados de 2018, el mejor año del banco gallego con un beneficio de 430 millones de euros y una rentabilidad superior a la de sus inmediatos competidores. Escotet ha conseguido –contra todo pronóstico– el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE) para la adquisición de Liberbank a pesar de que se realizará a través de Banesco, utilizando las acciones del conglomerado corporativo como garantía.
No obstante, varios analistas desconfían de algunas de sus decisiones en Abanca, como elevar el sueldo de los consejeros o liberar provisiones para incrementar sus ganancias. A los clientes se los supo ganar pronto, ofreciendo altos intereses por los ahorros y comprometiéndose a devolver el dinero a los afectados por el fraude de las preferentes. Todo ello mientras la entidad era auditada por las autoridades financieras buscando dinero negro de emigrantes venezolanos, una investigación en la que, hasta la fecha, no se ha encontrado nada punible.
El mercado espera que, si finalmente Escotet logra cerrar la adquisición de Liberbank, el banquero no tarde mucho en anunciar un plan de reducción de costes, porque Abanca es la entidad financiera más ineficiente del sector español. Asimismo, los supervisores vigilarán de cerca que el nuevo banco integrado cumpla las nuevas exigencias regulatorias, para lo cual seguramente deberá aprobar una ampliación de capital si Escotet no quiere asumir el sólo el coste de recapitalizar la entidad tras la compra. Dinero no le falta para asumir ese riesgo y si algo ha demostrado el banquero hispano venezolano es que tiene arrojo suficiente para enfrascarse en aventuras complicadas.