En 2011, los supermercados españoles hicieron un guiño al medio ambiente y empezaron a cobrar las bolsas de plástico que antes eran gratuitas, algo que la normativa ya debería haber extendido a todos los comercios. Se trata de una medida muy aplaudida por los consumidores y que hasta la fecha ha reducido el uso de este material. Sin embargo, la ética y la responsabilidad social también esconden un negocio muy rentable para algunos como DIA, Mercadona o Eroski, ya que puede superar los 600 millones de euros de ganancias en el sector de la distribución. Así es el negocio lucrativo del boicot al plástico.
Para combatir los problemas medioambientales de las bolsas ligeras, las cadenas han optado por vender bolsas reutilizables de distintos materiales, como plástico, tela o rafia. A un precio de 0,05 euros. DIA vendió 175 millones bolsas de plástico reutilizables en 2017. Es decir, facturó 8,75 millones de euros en un año por la venta de estas, que curiosamente fue el artículo más comprado de todo el surtido de marca propia de la cadena.
Pero la española, al igual que otras superficies, también vende bolsas de rafia a un precio de 0,58 euros. Por lo que las ganancias de éstas podrían ser mucho mayores. Los 30 años de los que alardea DIA en el compromiso con el medio ambiente se traduce en una factura favorable en los últimos años. Y más teniendo en cuenta que antes suponía un gasto que corría a cuenta de la empresa.
De la misma forma, el grupo Eroski vendió el pasado año un total de 80.527.670 bolsas, (16.973.606 en Caprabo y 63.554.064 en Eroski). De estas, 62.578.996 fueron bolsas de plástico reutilizables por las que Eroski se embolsó 3,12 millones de euros, mientras que Caprabo recaudó 753.700 euros. A esta factura, hay que sumar los 17,8 millones de bolsas entre las que se incluyen las de mayor tamaño, las de rafia y las solidarias que superan los siete millones de euros.
El negocio en supermercados como Mercadona podría ser incluso mayor, pero la cadena ha declinado ofrecer datos a este medio. Con una cuota de mercado del 24,1%, y tres tipos de bolsas reutilizables, parece lógico que esté incluso por encima de las cifras de DIA y Eroski. De hecho, Juan Roig llegó a asegurar hace años que esta iniciativa supondría un ahorro de 35 millones de euros anuales para la cadena valenciana y de 600 millones de euros a nivel estatal para todo el sector de la distribución.
Una cifra que no va muy desencaminada si tenemos en cuenta que en España existen más de 20.000 puntos de venta de cadenas de alimentación, algunas tan importantes como Carrefour, Lidl y Aldi, que tampoco han querido desgranar lo que supone las ventas de estas bolsas en nuestro país. Y otras más locales, como Hiber o Consum.
LA CNMC CRITICA LA NORMATIVA
El borrador del Real Decreto de reducción del consumo de bolsas de plástico que preparó el Gobierno en octubre de 2017 en cumplimiento con una normativa europea –y que debía de haber entrado ya en vigor– fue muy criticado en un informe de la Comisión Nacional del Mercado de Competencia (CNMC) porque el cobro de las bolsas beneficia a las distribuidoras.
El regulador aboga por la opción de establecer una figura tributaria frente a la política de fijación de precios mínimos que “facilita que se beneficien en mayor medida las empresas distribuidoras que, de esta manera, se estarían apropiando directamente, con intervención pública, de una renta que en principio no les corresponde”.
Sin embargo, no todos ven este afán lucrativo. “No es un negocio. Se trata de medidas para reducir el número de bolsas de un solo uso”, defienden desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas). Si bien es cierto, los supermercados se adelantaron a la normativa y aplicaron esta iniciativa –algunos con pruebas desde 2009– con la vista puesta en un Plan Nacional Integrado de Residuos, aprobado en 2008, que marcó como objetivo de reducir al 50% el consumo de bolsas de plástico de un solo uso en 2012. Además, estos abrieron la posibilidad de llevar bolsas de plástico de otras cadenas para hacer la compra.
UN CONSUMIDOR MÁS RESPONSABLE
En general, la mayoría de los consumidores han acogido muy bien estas iniciativas. Por lo que el efecto disuasorio ha tenido efectos positivos y el sobrecoste impuesto ha reducido paulatinamente el consumo de bolsas por parte de los ciudadanos. Desde Asedas calculan que ha descendido más de un 85% el uso de bolsas de plástico en supermercados. De hecho, el estudio realizado por unos investigadores del Centro de Medio Ambiente, Ciencias Pesqueras y Acuicultura (CEFAS) del gobierno del Reino Unido ha revelado que desde 2010 ha disminuido un 30% la cantidad gracias a la medida impuesta por algunos países de cobrar las bolsas del supermercado.
Las bolsas de plástico reutilizables son las más baratas para el consumidor, pero también las más usadas. Basta con acercarse a un supermercado para comprobar que la mayoría que compra estas lo hace por olvido de su bolsa de rafia en casa o por necesidad. En prácticamente todas las cadenas tienen un coste de 0,05 euros –en Portugal asciende a 0,10 euros–. En Carrefour incluso animan a usar este tipo de bolsas hasta 15 veces. Y hay quienes su conciencia medioambiental le impulsa a usarlas para tirar la basura.
A pesar de ello, algunos ciudadanos abogan por medidas más drásticas. “No creo que la solución sea cobrar por las bolsas, sino que no las suministren. Al final se convierte en un negocio cuando lo que hay que hacer es reducir la producción. Por ejemplo, en muchos supermercados de Toronto (Canadá) no hay bolsas de plástico, solo de rafia o tela”, señala Paloma Torres, consumidora habitual.
Algo en lo que coinciden desde Greenpeace. “La solución es que se eliminen las bolsas por completo porque el reciclaje ya no es suficiente”, afirma Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace España.
CUANDO LA ÉTICA NO ES LO PRIMERO
A pesar de las buenas intenciones de las cadenas de distribución con el medio ambiente, el negocio se sigue imponiendo a la ética medioambiental en otros aspectos, como el uso de plásticos en productos que no lo necesitan. Por ello, Greenpeace ha lanzado la campaña mundial #NoPlastic, a través de la cual denuncian la enorme cantidad de plásticos de un solo uso innecesarios que llenan los carros de la compra y que acaban contaminando los océanos.
“El sobreembalaje tiene un alto coste medioambiental. Ni siquiera las bandejas de poliespan se pueden reciclar”, denuncia Barea. Con ejemplos como las cebollas en bandeja de poliespan o los pepinos envueltos en plástico desde Greenpeace denuncian el uso innecesario de plástico en productos que antes se compraban a granel. Una situación que no entienden desde la organización ecologista y que ya están negociando con algunas cadenas.
Cada año, más de 12 millones de toneladas de plástico llegan al mar, de los cuales el 80% procede de fuentes terrestres. Se estima que más de un millón de aves marinas y más de 100.000 mamíferos marinos mueren al año a causa de los plásticos que se encuentran en los océanos, según el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP).
Greenpeace recuerda que en 2011, más de 690.000 toneladas de envases de plástico se pusieron en el mercado solo en España, donde se recicla menos de un 35% de esos envases cada año. A nivel mundial, se sabe que tan solo un 9% del plástico total producido hasta la fecha se ha reciclado. Estos afectan, además, a más de 550 especies de animales marinos, que los ingieren y se enredan con ellos.
Curiosamente, la lucha medioambiental contra las bolsas de plástico choca con el hecho de que las grandes superficies usen cada vez más envases de un solo uso.
RETRASO EN ESPAÑA
La obligación de cobrar las bolsas de plástico en el comercio en cumplimiento de la normativa europea, inicialmente prevista para el 1 de marzo, se retrasó y a día de hoy no ha entrado en vigor.
“Ahora mismo estamos incumpliendo la normativa. La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, nos ha dicho que el texto está en revisión por el Consejo de Estado”, aseguran desde Greenpeace. Por lo que aún tiene que llegar al Consejo de Ministros. Desde la organización creen que las presiones de las empresas son las que están causando el retraso de la entrada en vigor de la normativa. “Espero que no se demore más porque nos jugamos una multa”, sentencia.
Esta normativa fija unos precios orientativos recomendados dependiendo del espesor de cada bolsa y que oscilan entre los 5 y los 15 céntimos de euro por unidad. También contempla que a partir del 1 de enero de 2020 no se podrán entregar a los consumidores bolsas de plástico ligeras y muy ligeras en los puntos de venta de bienes o productos, excepto si son de plástico compostable. Una nueva polémica que podría suponer un incremento de precio en las bolsas de la sección de frutería, tal y como denuncian desde Asedas.
Aunque los supermercados ya cobraban por las bolsas, esta normativa se extiende a todos los comercios. La confusión en la entrada en vigor, ha provocado que algunas farmacias, fruterías y tiendas de comestibles ya estén haciendo caja con estas bolsas. El objetivo desde Europa es conseguir que haya un consumo máximo de 90 bolsas por habitante en el año 2020 y de 40 en el año 2025.
De esta forma, la normativa no es más que un envoltorio medioambiental para disfrazar lo rentable que es el negocio del boicot al plástico para las cadenas de distribución en España.