Las fluctuaciones en Bolsa se han convertido en último problema de Duro Felguera, pero no es el único. El actual CEO, José María Orihuela, lleva desde diciembre de 2018 tratando de cambiar la imagen de la asturiana, pues, como siempre ha reconocido, se encuentra en una “débil situación financiera” que arrastra desde el período 2011-2017, los seis años en lo que estuvo al frente Ángel del Valle como presidente de la compañía.
Sin embargo, Orihuela también ha insistido en varias ocasiones en que las informaciones que aparecen en prensa van demasiado lejos y generan inquietud entre los clientes, inversores y accionistas. De hecho, algunos medios de comunicación solo le daban “dos meses de vida” (y de esto, hace más de un año) pero el CEO siempre ha defendido que Duro Felguera es una empresa que lleva 163 años en pie y es la cotizada “más antigua de la Bolsa española”.
También, que desde que él está al mando, ha tratado de reformar el equipo, sanear el balance, revisar proyectos, reclamar deudas y renegociar todos los proyectos. Además de poner en marcha un nuevo plan estratégico y diversificar negocios. Y todo, sin dejar de lado la obtención de avales, refinanciación de la deuda, optimización de la tesorería heredada de la ampliación de capital y reestructurar capital. Tras llevar a cabo todas estas medidas, su objetivo para este 2020 pasaba por recuperar la confianza del mercado, pero parece que este año las cosas tampoco van a ser fáciles.
EL COVID-19 LO COMPLICA TODO
La crisis del covid-19 también ha pasado factura a Duro Felguera, que terminó por pedir a finales de agosto acogerse a las medidas contempladas en el fondo de rescate del Gobierno. En concreto, la empresa solicitó 100 millones de euros a través de un préstamo participativo de 70 millones y de una ampliación de capital de 30 millones, ambas operaciones suscritas por SEPI.
Según la compañía, este proceso de reestructuración financiera también requerirá la refinanciación de la deuda sindicada vigente, la concesión de una nueva línea de liquidez con la garantía del ICO y de una línea de avales con la cobertura de CESCE. Asímismo, la solicitud recoge el plan estratégico para el periodo 2020-2025, con el que la compañía pretende girar hacia las áreas de energías renovables y sistemas inteligentes y mantener su negocio tradicional más rentable.
Con todo, el consejo se reunirá en junta general ordinaria el próximo 28 de octubre para aprobar sus cuentas anuales, el estado de información no financiera y en su caso, aprobará la gestión del consejo de administración correspondiente al ejercicio de 2019. Mientras que procederá a la reelección de varios vocales del consejo de administración, que son Rosa Isabel Aza Conejo, José Julián Gutiérrez del Álamo, Valeriano Gómez Sánchez y Jordi Sevilla Segura, todos ellos como consejeros independientes.
BAILE DE CIFRAS
Orihuela ha ido, poco a poco, puliendo parte de sus problemas. Pero se le escapaba cómo cierta información salía del grupo y además, con intereses económicos. Lo que ha provocado un baile de cifras en Bolsa que siempre han coincidido con noticias positivas o negativas para la compañía.
La empresa arrastra varios años de caídas en Bolsa, solo en los dos últimos el precio de sus títulos cayó más de un más de un 100%. Tampoco empezó con buen pie 2020, pero tras tocar mínimos anuales (0,16 euros) el pasado 13 de marzo, rebotó un 170% hasta finales de junio. Desde entonces, se ha dejado un 15%.
Fuentes cercanas a la compañía reconocían a MERCA2 que “nunca se ha preservado la confidencialidad” dentro de la compañía, pero la situación había empeorado y notaban “movimientos extraños de la acción”. Ante esta situación, contrataron a mediados de julio a KPMG para iniciar una investigación interna (“forensic”) a la alta dirección por sospechas de manipulación de la acción.
KPMG intervino todos los ordenadores y teléfonos móviles de la cúpula directiva, y Duro Felguera acabó despidiendo a Javier García Laza, adjunto al consejero delegado, y el de Alfonso Gordon, director de Recursos Humanos y Organización.
AHORA, LOS EMPLEADOS
Ahora le ha tocado a los empleados. La empresa les envió un comunicado el pasado viernes donde exponía que el forensic había detectado actuaciones irregulares cometidas por empleados del grupo y otras personas ajenas al mismo. Unas acciones que han provocado “una grave pérdida en la credibilidad de la compañía”, y hubieran podido, incluso, “haber comprometido su viabilidad”, ya que podrían estar detrás de las fluctuaciones que ha tenido el valor en Bolsa en los últimos meses.
Ante este descubrimiento, el Consejo ha acordado el cese inmediato de las irregularidades identificadas y la desvinculación de la sociedad de aquellas personas que las han cometido para defender a la compañía, sus empleados, accionistas, clientes y potenciales inversores, así como su viabilidad.
Duro Felguera no ha querido aclarar a este medio las medidas que se están tomando al respecto porque es “un tema complicado”. Pero esperan así poner solución a la sospecha que Orihuela arrastraba desde hace tiempo y dar un paso más para recuperar la confianza del mercado.