La crisis económica impuso durante años ciertos hábitos de compra en los consumidores españoles, asociados en la mayoría de los casos al ahorro. Sin embargo, hay algunos que se han mantenido en el tiempo, lo que ha conllevado a que otros se conviertan en productos de lujo o premium, como el aceite de oliva o el pescado.
El aceite de oliva es uno de los elementos más importantes de la dieta mediterránea. Tiene un gran valor culinario y grandes beneficios para la salud, pero es caro. Demasiado para un consumidor medio. El litro de este producto ronda los 4 euros y ha llegado a alcanzar hasta los 5 euros, mientras que el aceite de girasol es de algo más de un euro. De ahí que los españoles hayan sustituido este producto por la alternativa más económica.
El consumo de aceite de oliva ha descendido en España. Según datos de la empresa pública Mercasa, durante el año 2016, los hogares españoles consumieron 373,5 millones de litros de aceite de oliva y gastaron 1.355,4 millones de euros. En términos per cápita, se llegó a 8,5 litros de consumo y 30,9 euros de gasto. Sin embargo, entre 2012 y 2016, se aprecia un descenso en su consumo de 0,7 litros por persona y el gasto se ha incrementado en 8,1 euros por persona.
“El ahorro también está muy presente, en tanto condiciona muchas decisiones de compra con la intención de ceñirse a un presupuesto muchas veces ajustado. Por eso, ante subidas de precio, el consumidor no duda en buscar alternativas más baratas”, explica Alfonso Delgado, responsable del estudio Nielsen 360.
Y de la misma forma ocurre con otros productos, como el pescado fresco. Este se ha encarecido un 5%, por ello los consumidores optan por comprar el pescado congelado. Mucho más barato y asequible. “En Navidades el gambón congelado fue la estrella de las cenas”, asegura Delgado. La merluza y el bacalao también son dos de las especies que más se compran congeladas.
Estas alternativas han sido las causantes de que los productos que antes eran básicos en la cesta de la compra ahora sean calificados de premiun. Así, al aceite de oliva y el pescado fresco también se suman otros como el jamón curado, cervezas especiales, bebidas refrescantes, café o paté.
Sensibles al precio
Según el estudio, la hipersensibilidad al precio se mantiene tras la crisis y siete de cada diez consumidores afirman estar al tanto de lo que cuestan los productos y de sus variaciones de precio. Y esa hipersensibilidad se mantendrá, especialmente ante la perspectiva de que cada más vez serán más los consumidores que paguen la cesta de la compra con el dinero de la pensión y no de la nómina.
Entre las estrategias de los españoles para reducir el gasto en alimentación destaca el incremento de consumo de marcas de distribución (53,3%) y productos de menor precio (45,8%), así como consumir menos carne y pescado (17,7%) y menos productos frescos (10,6%), según el informe Alimentación, Sociedad y Decisión Alimentaria en la España del siglo XXI, elaborado por Fundación Mapfre.
Importancia por la salud
Además del bolsillo, el consumidor español también mira por su salud. Y más teniendo en cuanta que la población del país tiende al envejecimiento. Así, en la cesta se mezclan las alternativas vegetales como el tofú o el zumo recién exprimido y que tienen su razón de ser por la preocupación del consumidor por su salud, cada vez más patente a partir de la edad de los 40. De hecho, un 60% de españoles se esfuerza por realizar una compra diaria saludable, según el estudio.
Por otro lado, la comodidad también es un factor muy valorable. Esta incluye platos preparados o café en monodosis, más que alimentos, soluciones para un consumidor que vive solo o en pareja o apenas tiene tiempo. “Son productos que se presentan en formatos reducidos y adaptados a este nuevo hogar y que o bien ocupan poco espacio o no requieren de stock, y es que la cocina es cada vez menos despensa”, indican desde Nielsen.