Problemas de estructura, refinanciación de la deuda, venta de activos como Clarel, exclusión del Ibex 35 y un sinfín de quebraderos de cabeza. Así es la situación de DIA desde hace meses, los mismos que lleva anunciando un plan estratégico al que se amparan como si fuera la salvación final. Pero, ¿por qué llevan meses anunciando que el plan se presentará próximamente y nunca ocurre?
Su búsqueda comienza a parecerse a la del Santo Grial, una reliquia deseada por todos, pero cuyo camino para encontrarla está lleno de misterios y peligros. En el caso de la cadena de supermercados, su plan tiene asociada una especie de maldición que impide que se presente.
“No esperamos ningún cambio, aunque es posible que tengamos que hacer algún reajuste, pero para eso esperamos al cierre de las cuentas. Estamos muy ilusionados y el plan no cambiará significativamente”. Así se mostró en una entrevista en ‘Europa Press’ el recién nombrado consejero delegado del Grupo DIA, Borja de la Cierva, quien confió en poder tenerlo “en condiciones” a principios del próximo año.
Curiosamente, todos los que enarbolaron un discurso similar bajo el mismo cargo, el de consejero delegado, fueron fulminados por la compañía. El primero en caer fue Ricardo Currás. El pasado 24 de octubre, la cadena anunció su destitución. Lo hizo en un momento en el que los problemas de DIA eran palpables, especialmente por una estructura caracterizada por un modelo demasiado tradicional y con mucha superficie, que le hacía perder cuota de mercado frente a los competidores.
Ya por entonces se hablaba del famoso plan estratégico que se presentaría en octubre. Pero, 40 días antes el grupo prescindió de Currás. Su testigo lo tomó Antonio Coto, uno de los directivos de la compañía con más experiencia, concretamente llevaba 30 años en la cadena liderando las operaciones del grupo en Argentina y Brasil.
Sobre Coto recayó la labor de encauzar el plan estratégico y presentarlo en otoño. Por lo que con su llegada se amplió el plazo, como mínimo hasta el 21 de diciembre. En este tiempo, la compañía vivió sus peores momentos: revisión a la baja del objetivo de ebitda a un rango entre 350 y 400 millones de euros, caídas históricas en Bolsa y pocos avances en el acuerdo con los bancos sobre la refinanciación de la deuda de DIA o en la venta de Maxi DIA. Todo ello culminó con la exclusión de DIA del índice bursátil.
De hecho, en noviembre, el propio Coto llegó a afirmar que era “probable que el plan de cambio de DIA tarde más de un año en implementarse y dar resultados, según la experiencia de otros minoristas de alimentos, que generalmente tardan entre tres y cuatro años transformar las operaciones”.
El consejero delegado era consciente de la falta de confianza sobre él. Terminada la estación de otoño, el plan estratégico de DIA tampoco vio la luz. De hecho, fuentes de la empresa eran incapaces de establecer una nueva fecha. El 28 de diciembre, su ‘cabeza rodó’. DIA prescindió de Coto y en su lugar colocó a Borja de la Cierva. Junto con su nombramiento la cadena llegó a un acuerdo con la banca a través del cual tendrá acceso a financiación adicional por importe de 896 millones de euros. Fruto de ese pacto, dispondrá a corto plazo de un importe de 215 millones y podrá acceder a otros 681 millones a través de instrumentos de financiación.
Ahora, el nuevo consejero delegado establece principios de año como la fecha de presentación del plan. La cuestión será ver si De la Cierva sobrevive al ‘maldito’ plan.
EL CASO DE LOS HOMBRES DE FRIDMAN
El plan estratégico de DIA también se ha cobrado otras víctimas voluntarias. A principios de diciembre, Stephan DuCharme presentó al Consejo de Administración de DIA su dimisión un mes y medio después de haber sido nombrado presidente tras la salida de Ana María Llopis. La mano derecha de Mikhail Fridman –máximo accionista de DIA con el 29% a través de Letterone–, estaba llamado a ser el hombre fuerte del magnate ruso que liderase el cambio de la cadena desde dentro.
Más tarde, los consejeros dominicales Karl-Heinz Holland y de Sergio Antonio Ferreira Dias optarían por tomar la misma decisión. En los tres casos, alegaron motivos como los de «centrar sus esfuerzos en trabajar desde Letterone en el proceso de diseño y desarrollo de un eventual plan de sostenibilidad a largo plazo para la sociedad».
Una decisión que sorprendió hasta al nuevo CEO. De la Cierva reconoce que “no” entiende que hayan abandonado el consejo de administración. “Ellos estaban presentes en la comisión de auditoría y han trabajado codo con codo en el plan estratégico y en la refinanciación de la deuda”, asegura.