El fabricante de equipos de telecomunicaciones y móviles Huawei se encuentra en una encrucijada bastante peligrosa. Estados Unidos le ha declarado la guerra comercial a la compañía de origen chino. A nivel de negocios se trata de una región sin un peso específico para la empresa, el problema es que la administración de Donald Trump traslada la presión hacia Europa. Región, ésta sí, que factura mucho para el gigante asiático. Aunque tiene un as en la manga: nadie en su sano juicio rechazaría tecnología buena y barata.
Esa puede ser la gran salvación para Huawei. El fabricante lleva un mes de alto voltaje. Tras la detención de su directora financiera en Canadá, y su posterior liberación -aunque con retirada del pasaporte y temas legales pendientes-, ha llegado el turno para que los clientes corporativos de la compañía china muevan ficha.
Los aliados naturales -y peloteros- de EEUU lo tienen claro: Huawei espía y sus equipos son troyanos al servicios del comunismo. Ahora los que tienen que tomar partida son los operadores de telefonía europeos.
En Reino Unido, por ejemplo, BT se ha plegado a las consignas de los servicios de inteligencia del país que aseguran que hay preocupación por la tecnología 5G que puede desarrollar Huawei. En cuanto a Francia, el incumbente nacional, Orange, también ha presentado ciertas reticencias a seguir llegando a acuerdos con el fabricante asiático para el despliegue de redes 5G. Pero aquí llegamos al punto que puede salvar a Huawei de una quema global.
LA HIPOCRESÍA CON HUAWEI
Resulta que el máximo responsable a nivel global de Orange, Stephan Richard, cree que debe haber un «principio de precaución» a la hora de hacer negocios con Huawei, pero es algo que no aplica en otros mercado. En Jordania, Irak, Egipto y otros tantos mercados del norte de África, el operador francés de ha convertido en una referencia a nivel móvil y fijo gracias a los contratos de despliegue firmados con Huawei. Tecnología a muy bajo coste que otorga un alto rendimiento.
Esa es la clave del conflicto. En Alemania, Deutsche Telekom se encuentra en mitad de una encrucijada. Por órdenes del gobierno alemán, la tecnología 4G se tuvo que desplegar con diversidad de proveedores para que no hubiera una peligrosa concentración de mercado. Así, Nokia y Ericsson se bregaron con Huawei para ganarse los mejores contratos. Aunque fueron los chinos, que tienen todo tipo servicios en el desarrollo completo de móvil y fijo, los que progresivamente se quedaron con la mayor parte del pastel.
Y aquí viene el truco. Puede que los gobiernos o reguladores insten a tener tomar precauciones con los equipos de Huawei, pero están entre los más baratos y competitivos del mercado. Por tanto, las compañías privadas deben mirar por sus accionistas y cuentas de resultados. Además, la contradicción por asuntos de competencia por parte de Bruselas sería ilógica. Estaría, de manera voluntaria, creando un alza de precios si Nokia y Ericsson se quedaran con el mercado. Algo que a los operadores no agradaría.
LOS MÓVILES DE HUAWEI SE VENDEN
Junto a la hipocresía de las redes fijas, los operadores están en mitad de otra encrucijada: enfadarse con Huawei puede traer problemas de cara a la venta de terminales relacionados con las tarifas de voz y datos de los operadores.
Desde hace años Huwei está presente, de manera muy activa, en los catálogos de venta de las compañías de teléfono. Sus terminales se han convertido en una referencia para millones de usuarios, y eso lo saben los operadores que, ahora mismo, no podrían prescindir de ellos de cara a los reclamos comerciales, incluso con la llegada de otras marcas como Xiaomi.
¿Y QUÉ PASA EN ESPAÑA?
Según contaba hace unos días el diario Expansión, tanto Orange como Vodafone desplegarán las pruebas piloto de 5G con Huawei. Al margen de hacerlo con sus otros proveedores: ZTE y Nokia, Orange; y Ericsson por parte de Vodafone.
Es decir, existe una cierta normalidad en la relación con el fabricante chino. Pero nada más lejos de la realidad. Según ha podido conocer MERCA2 en fuentes cercanas a estos operadores, desde ambas compañías -como sucede en toda Europa– hay cierta desconfianza. Públicamente nadie se quiere pronunciar sobre Huawei, pero la realidad ha cambiado durante los últimos días. Y en gran medida es por el efecto contagio.
Además, se da el caso de que en España todavía ningún alto cargo público que se ha hecho eco del conflicto. Desde la Secretaría de Estado para el Avance Digital siguen guardando silencio. Y es algo que no debería ser así. Una de las principales responsabilidades de esta secretaría es el despliegue de la red 5G; y, precisamente, todos los presuntos problemas emanados por Huawei tienen que ver con esto.
El problema, como sucede con el ámbito privado, es que Huawei debe ser un importante compañero de viaje, pese a las paranoias de espías y comunistas. De ahí que el Gobierno tome cautelas. No quiere casos, como el que se ha dado en República Checa, donde el primer ministro ha tenido que desmentir al embajador chino en público y ahora sus empresas quedan en una situación compleja.