El saludo tradicional del presidente a las tropas desplegadas en misiones internacionales por Navidad vivió este año una ajetreada agenda. Para adaptarse al calendario de vacaciones de Sánchez, en lugar de una videoconferencia desde La Moncloa o el Mando de Operaciones, la comitiva presidencial se desplazó a la base aeronaval de Rota y se embarcó en el buque insignia de la Armada.
El Juan Carlos I es un buque de proyección logística magnífico, desde cuya cámara de oficiales el presidente habló a los mandos en el extranjero, y los mandos le dieron novedades y felicitaron las pascuas. Sánchez se va a encaramar a las posibilidades escénicas de la Fuerzas Armadas y va a interrumpir sus vacaciones para viajar a una misión en África (eso sí, ida y vuelta en el día). En lugar de volar de regreso a la Península se quedará en Canarias, en Lanzarote, en la villa La Mareta para celebrar el año nuevo con su presidencial familia.
Pedro Sánchez –que dijo en su día que eliminaría el Ministerio de Defensa– está autorizando gastos en Defensa bastante cuantiosos en armas. Inadvertido entre el barullo de Barcelona, el Consejo de Ministros coló una medida de inversión: 26 millones de euros para adquirir diez misiles SM2 para el sistema AEGIS de combate de las fragatas. Se trata de unos sofisticados misiles fabricados por Raytheon, básicos en este sistema de cúpula defensiva integrada de la Armada.
También se aprobaron modificaciones en el plan de adquisición de los nuevos vehículos blindados 8X8 que equiparán las unidades de infantería ligera del Ejército de Tierra. Son los blindados de última generación y diseño norteamericano (basado en el Piranha de la Infantería de Marina española y los marines de EEUU) que se fabricarán en la factoría de Santa Bárbara Dynamics en Asturias.
Con ellos ya está trabajando y experimentando la Legión en Almería, en el seno de la novedosa Fuerza 2025, la brigada con equipación novedosa y experimental que sirve de campo de experiencias del Ejército para diseñar la guerra del futuro.
El departamento de Margarita Robles, tras unos meses de incertidumbre en el sector, finalmente parece que ha “comprado” el ciclo inversor que diseñó el quipo de Dolores de Cospedal, si bien con algunos cambios. Se trata de un esfuerzo inversor de más de 6.000 millones de euros en el que entran tanto los nuevos 8X8 como la nuevas fragatas F-110 y el arranque del futuro avión de combate que sustituirá a los veteranos F-18 que llegaron en los años 80 del pasado siglo.
Sin embargo, no se ha prodigado Sánchez en estos meses de presidente en actos que tengan que ver con las Fuerzas Armadas. Poco más que su aparición entre abucheos en los actos militares por la fiesta del Día Nacional, el 12 de octubre.
Es más, ni siquiera la ministra está demasiado implicada en sus apariciones públicas en asuntos de Defensa. Apenas un viaje a inspeccionar a tropas en Afganistán y contadas visitas a unidades. La agenda de Defensa está claramente por asuntos de índole de personal, más basadas en asuntos de género y sociales que meramente militares.
Sin embargo, la industria española de Defensa necesita que se cumplan las previsiones de inversión, so pena de quedar sumida en la parálisis tras los duros años de la crisis. No solo se trata de puestos de trabajo, sino de impulso tecnológico. La crisis coincidió con el último tercio de los Programa Especiales de Armamento (PEA’s). La industria ralentizó las entregas a petición de Defensa, que no podía afrontar los pagos en plenas restricciones presupuestarias. Las raquíticas inversiones, la falta de encargos, la falta de pagos hace que se pierda el ritmo tecnológico en ingenieros y personal.
La promesa de 6.000 millones largos de inversión de aquí a 2022 al menos arranca los programas. Las Fuerzas Armadas corren además serio riesgo de perder también el ritmo tecnológico. No se trata ya de tener las necesidades operativas cubiertas, para las que hacen falta bastantes más adquisiciones, sino de no quedarse atrás en el escalón que siguen el resto de aliados. En el escenario actual la superioridad tecnológica no solo salva vidas, sino que ayuda a estar o no estar en determinados lugares.
Aviones no tripulados, aviones cisterna, vehículos nuevos, modernizar los cazas, acabar por fin el ansiado S-80 de la Armada, satélites, comunicaciones de última generación, ciberdefensa…
Sánchez, que sí le tiene cogido el tranquillo a las apariciones internacionales, necesita unas fuerzas armadas competentes para tener presencia y voz en las cumbres de jefes de Estado, donde a veces la posibilidad de hablar –tener voz– va en proporción directa a las tropas que se aportan en los diferentes problemas que hay en el Globo.
El presidente se desplazó desde Doñana, donde está de vacaciones para saludar a las tropas. Donde están nuestros soldados, no hay un solo día libre.