Desastrosos. Catastróficos. Calamitosos. Estos y otros adjetivos son los que han utilizado tanto representantes sindicales como empresariales (patronal incluida) para calificar la última subasta de interrumpibilidad del Gobierno, en general, y de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en particular, ya que su negociado es el organismo encargado de definir todo el procedimiento y las reglas por las que se rige. Todo un jarro de agua fría para la industria electrointensiva, con Alcoa a la cabeza.
Una subasta que, por ejemplo, no ha gustado nada a los sindicatos. “Es un desacierto total, es una nueva temeridad de la ministra Ribera”, dijo Damián Manzano, responsable de la federación de Industria de CCOO. Declaraciones que fueron recogidas por El Comercio, medio en el que también pidió la dimisión de la ministra tras la subasta.
Alcoa, en pleno ERE que afecta a cerca de 700 personas en sus plantas de A Coruña y Avilés, finalmente acudió a dicha subasta organizada por Red Eléctrica para el primer semestre de 2019. Y ha salido escaldada porque, al final, los precios cosechados han sido bastante más bajos que los de la anterior. Una rebaja que viene siendo moneda de cambio corriente durante los últimos años. De hecho, se ha pasado de unos 500 millones de euros a los menos de 200 millones previstos para 2019.
En la última subasta Alcoa se ha llevado 21 millones de euros para los próximos seis meses
En concreto, y para los bloques de 40MW, a los que opta Alcoa y similares como Ferroatlántica o Ercros, los precios obtenidos han sido de 105.429 euros/MW euros, frente a los 175.000 de la subasta anterior. Por tanto, un 40% inferiores. ¿Cuánto se ha llevado Alcoa? 21 millones de euros.
Peccata minuta si lo comparamos con años anteriores. Así, en este 2018 estará por encima de los 120 millones; en 2017 fueron 150 millones; en 2016, 100 millones; y en 2015, 140 millones. En total, en el último lustro, algo más de 500 millones de euros. Si alargamos el periodo de tiempo hasta la última década, unos 1.000 millones. Sin estas ‘ayudas’, el interés de un posible comprador se evapora.
ALCOA Y EL DEMONIO DEL PRECIO
Los costes de energía que están sufriendo empresas como Alcoa siguen subiendo con fuerza. Todo un contratiempo porque el problema de este tipo de empresas es que los márgenes son pequeños y las subastas pueden hacer que una compañía tenga beneficios o números rojos, sobre todo las más pequeñas. Además, sobre una parte de los costes no tienen capacidad de actuación. Por ejemplo, sobre la materia prima, que supone el 50% de los costes.
Otra preocupación es que tanto franceses y alemanes, los principales competidores, pagan menos por la energía. Una cantidad inferior que puede oscilar entre un 20% y un 40%. El resultado es que la energía consume una parte fundamental de los resultados que, además, no se puede repercutir a los clientes.
Con las subastas desinflándose, la situación para compañías como Alcoa se traduce en una degradación de su posición competitiva. Además, la multinacional no ha desmentido el hecho de que quiere deslocalizar la producción e incrementarla en Noruega, Islandia o Arabia Saudí.
Este tijeretazo propiciado por la ministra Ribera no va a ser un punto y aparte. El Ministerio que preside quiere modificar el sistema de subasta para “que no ocurran situaciones en las que una empresa se lleve la mayor parte del dinero en interrumpibilidad”. ¿Primer paso? El desarrollo de un estatuto para la industria electrointensiva. Quedan seis meses para aprobar el reglamento que lo desarrolle. Para entonces, Alcoa puede haber cerrado.