Por primera vez en una década la generación nuclear en España ha sido desbancada por la eólica. Esta energía presume de ser la única tecnología que llevaba 10 años consecutivos produciendo la quinta parte de la electricidad consumida en España. En 2021, casi el 21% de la electricidad producida en nuestro territorio tuvo origen nuclear frente al 40% de ejercicios anteriores. «Nos alegra que la aportación renovable al sistema eléctrico siga creciendo», ha afirmado el presidente del Foro de la Industria Nuclear, Ignacio Araluce. La penetración renovable «debería ir incluso más deprisa para lograr los objetivos de descarbonización», apunta el representante sectorial al tiempo que recuerda que «el sector eléctrico es el más descarbonizado de todos», frente a otros tan contaminantes como el transporte.
Ni los graves fenómenos meteorológicos, ni la coincidencia en la parada de recarga en seis de las sietes centrales a la vez han supuesto incidencias lo suficientemente desestabilizadoras. «El parque nuclear español funcionó con las máximas garantías de seguridad, asegurando un suministro eléctrico firme y continuo y ayudando a la estabilidad de la red eléctrica», apuntan desde Foro Nuclear.
Concretamente, la energía eléctrica neta producida por los siete reactores nucleares operativos fue de 54.040 GWh. La energía nuclear, con medio siglo de operación en España, es la única tecnología que lleva más de diez años consecutivos produciendo una quinta parte de la electricidad consumida en el país.
«La energía nuclear es una fuente capaz de operar 24/7, ofrecer seguridad de suministro e independencia energética»
Teniendo en cuenta que la potencia nuclear instalada en nuestro país es de tan solo el 6,3% del total, la nuclear volvió a ser, un año más, la que produjo durante más horas equivalentes a plena potencia. Además, evitó la emisión de cerca de 20 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y la producción nuclear supuso el pasado año el 30,36% de la electricidad libre de emisiones de nuestro país, por lo que «resulta esencial en la lucha contra el cambio climático», asegura Ignacio Araluce, presidente de Foro de la Industria Nuclear Española. «Seguimos con la misma potencia instalada de siempre y con ella producimos un elevado porcentaje de la electricidad demandada», añade.
Las renovables ganan terrero al ritmo que aumentan su potencia instalada. «Con la eólica habría que instalar seis veces más potencia para generar lo mismo que con la nuclear», apunta.
DESARROLLO NUCLEAR AL ALZA
En el ámbito internacional, es muy relevante la propuesta presentada a finales de 2021 por parte de la Comisión Europea (CE) de incluir a la energía nuclear en los mecanismos de la taxonomía. La CE reconoce a la energía nuclear como una tecnología necesaria para la transición hacia un nuevo modelo energético y para la consecución de los objetivos medioambientales. Ignacio Araluce considera que «es muy positivo para el conjunto del sector nuclear contar con este apoyo institucional, ya que la realidad demuestra que, para alcanzar los objetivos energéticos y climáticos previstos por la Unión Europea, habrá que seguir contando con la energía nuclear como fuente capaz de operar 24/7, ofrecer seguridad de suministro e independencia energética y no emitir gases ni partículas contaminantes a la atmósfera».
En este sentido, en Europa países como Bélgica, Finlandia, Francia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido o la República Checa han anunciado que, para reducir sus emisiones y mejorar su independencia energética, van a continuar operando sus centrales nucleares a largo plazo, o bien, construir nuevas unidades.
En este contexto, Araluce reconoce «un movimiento favorable hacia la nuclear que ha aumentado a causa de la guerra de Ucrania y ha puesto en valor el beneficio de una energía fiable, estable, con riesgos estratégicos más bajos y con mercados más abiertos».
EL GOBIERNO, CONTRARIO A LA NUCLEAR
Pero intentar convencer al Gobierno, en especial a Pedro Sánchez y Teresa Ribera, de la necesidad de contar con la energía nuclear para conseguir la descarbonización es como predicar en el desierto. Una y otra vez quienes les intentan hacer ver su equivocación se chocan contra un muro ideológico fuera de toda lógica. La soberbia de la que suelen hacer gala les impide reconocer que pueden haberse equivocado y, por el momento, mantienen su discurso.
Teresa Ribera reconocía recientemente que el Gobierno «no tiene nada en especial en contra de la energía nuclear», pero considera que «hay mejores alternativas energéticas, sociales y ambientales». Con estas palabras zanjaba la interpelación de la diputada de Ciudadanos, María Muñoz, sobre las desafortunadas declaraciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el pleno de la Cámara Baja, en las que aseguró que la energía nuclear no es una energía «ni segura, ni barata», palabras que se vio obligado a matizar con posterioridad.
Una vez más, ambos políticos parecen estar ajenos completamente a la realidad, que ha demostrado que con las energías renovables no es suficiente, ni lo va a ser hasta dentro de muchos años, para abastecer toda la demanda existente. Por supuesto, las energías renovables son mejores alternativas ambientales y sociales, pero todavía no proporcionan la estabilidad necesaria al sistema y el problema de su almacenamiento parece que tardará en solucionarse del todo.