jueves, 12 diciembre 2024

Lagarde ‘madame inflation’, el cierre del grifo y el sorpaso dólar-euro

Volvemos de la Semana Santa en este Lunes de Pascua en el que los analistas siguen dándole vueltas a las palabras de Christine Lagarde tras la reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), celebrada el pasado viernes. Sorber y soplar al mismo tiempo es lo que está haciendo esta abogada francesa (condenada por corrupción), a la que se ha bautizado como «madame inflation» por no adoptar medidas restrictivas de política monetaria que limiten el impacto de la escalada alcista de los precios.

Primero dijo que la inflación era una cuestión coyuntural (temporal) y ahora señala que es estructural pero que no habrá subidas de tipos de interés hasta finales de año, si es que se producen.

La razón que esgrime la presidenta del BCE para no actuar es que los costes de la energía no se van a reducir porque se endurezca la política monetaria y tiene parte de razón, pero elude su responsabilidad en la gestación de una crisis de deuda que amenaza con llevarse por delante a toda la eurozona. El incremento de los costes de financiación es inevitable y aunque el banco central retrase lo máximo posible la subida de los tipos de interés, el mercado ya está descontando el escenario recesivo. 

Los hipotecados, los inversores que tienen fondos de renta fija y los pequeños empresarios que intentan refinanciar sus préstamos ya se han dado cuenta de que el grifo se está cerrando, algo que sabían los responsables de los Tesoros europeos y los directores financieros de las multinacionales que llevan meses aprovechando para alargar los plazos de vencimiento de sus deudas y reducir el coste de las mismas.

MIENTRAS NOS DICEN QUE ASISTIMOS A UNA «ROBUSTA RECUPERACIÓN» GOBIERNOS Y MULTINACIONALES SE PREPARAN PARA LA CRISIS

Es decir, que mientras nos dicen a los pobres mortales que no hay problemas y que estamos asistiendo al inicio de una «robusta recuperación», gobiernos y grandes corporaciones se preparan para la crisis. 

En España el foco tras el discurso de Lagarde se ha puesto en la confirmación de que el programa de compra de activos (deuda pública y corporativa) terminará en el tercer trimestre, lo cual implicará la retirada de la red que ha servido precisamente a Nadia Calviño y al IBEX para financiarse a bajo coste.

Esto implica que volveremos a oir en breve hablar de la prima de riesgo, de los ajustes fiscales y del problema de una deuda que se ha duplicado respecto al PIB en los últimos años por el déficit público endémico. Y nos volverán a decir que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades los mismos que han provocado el problema.

Lo que descarta de momento Lagarde es emular a la Reserva Federal y poner en marcha una reducción del balance del banco central, lo cual provocaría la ruptura de la eurozona al constatarse que hay varios países que quebrarían ante el aluvión de papel puesto en el mercado por la institución monetaria. Para que se hagan una idea de la magnitud del desastre: el BCE tiene en su balance bonos por valor de 8,7 billones de euros, lo cual equivale a poco más del 80% del PIB de la zona del euro. 

Esos «activos» los compró el banco central con «dinero» creado de la nada y si los pone en venta provocaría un derrumbe de los precios que, en el caso de los bonos, lleva aparejado un incremento de los intereses. Por eso Lagarde no se plantea ni en sus peores pesadillas reducir el balance del BCE, aplicando la clásica estrategia de lanzar el problema hacia delante para que sea otro el que lo solucione.

LA IRRESPONSABILIDAD DE LOS HOGARES

De momento lo que sabemos es que en el tercer trimestre este balance dejará de crecer para, «un tiempo después» producirse la primera subida de los tipos de interés de referencia, siempre –claro está– que «la situación económica lo permita». 

En este contexto, las familias ven como pierden poder adquisitivo a una velocidad de vértigo y se comienzan a ver indicadores que muestran hasta qué punto es importante que los hogares tengan información veraz sobre lo que está sucediendo en materia económica.

Como en los meses previos al estallido de la anterior crisis, se está disparando la demanda de créditos al consumo al mismo tiempo que las entidades financieras están endureciendo los criterios para concederlos, según los últimos datos del Banco de España. 

Es decir, que los españoles no tienen dinero para adquirir bienes y, en lugar de ahorrar para comprarlos en el futuro (o renunciar a ellos) acuden a su banco para pedir dinero a unos intereses que superan el 7%.

Todo ello con los costes hipotecarios en ascenso, una tasa de paro que, incluyendo a las personas en ERTE, ronda el 14%, una inflación de casi el 10% y una subida de impuestos en el horizonte. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

EUROPA QUIERE GAS, PERO SIN PAGAR AL KREMLIN

Además de la cuestión monetaria y financiera, en Europa el debate sobre las importaciones de hidrocarburos rusos sigue siendo el tema central, sobre todo tras la última ocurrencia de los funcionarios de Bruselas para abonar el gas siberiano sin que el dinero vaya a parar a las arcas del Kremlin. 

El mecanismo diseñado por Putin y aplaudido por el canciller alemán de realizar los pagos a través de la cuenta del banco de Gazprom ha permitido que 35.000 millones de euros hayan sido convertidos en rublos para financiar al Tesoro ruso desde que comenzó la intervención militar. Y ahora Bruselas quiere cambiar el método de pago.

Lo que estudian los burócratas europeos es establecer cuentas de depósito en garantía para evitar que el Tesoro ruso pueda acceder a los fondos, de forma similar al mecanismo empleado con las ventas de petróleo iraní. EE UU ya ha dado su visto bueno, pero Putin ha dejado claro que si se lleva adelante esta iniciativa entonces cortará el suministro obligando a los países del centro de Europa a poner en marcha sus programas de emergencia, con racionamientos incluidos.

LA RECESIÓN ALEMANA

Y es que el Gas Natural Licuado (GNL) que ha prometido Joe Biden a Europa debe ser tratado en plantas regasificadoras que Alemania no tiene. El Gobierno germano quiere reconvertir superpetroleros en terminales flotantes que permitan realizar este proceso para devolver el gas a su estado natural y así poder emplearlo en la industria y los hogares, pero mientras el tanto el consumo deberá reducirse entre un 30% y un 40%.

Esto abocaría, ineludiblemente, a Alemania a la recesión, por mucho que el BCE decidiera en los próximos meses mantener los mal denominados «estímulos» económicos.

Estamos, por lo tanto, en un momento muy complicado para la eurozona, que ahora atribuye a la guerra de Ucrania un conjunto de desequilibrios que se han ido acumulando en la última década, con errores en política energética, monetaria y fiscal que ahora surgen todos al mismo tiempo y de forma descontrolada. 

Les voy a dar un dato del que poco se habla pero que es muy revelador: mientras todos miramos la cotización del rublo respecto al dólar para ver hasta qué punto las sanciones occidentales hacen mella en la economía rusa, resulta que el billete verde está a punto de protagonizar un sorpasso histórico al euro.

Desde el verano del pasado año, la divisa comunitaria ha perdido un 10% de su valor respecto al dólar. Alguno pensará que esto es bueno porque hará más competitivas las exportaciones europeas, pero en realidad será un problema porque aumentará aún más el coste de la energía y, con ello, las probabilidades de que se produzca una recesión.


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