La Semana Santa se aproxima. Más que nunca estamos deseando que lleguen las primeras gran vacaciones del año, donde además ya se supone que hará mejor tiempo que ahora. No dejan de llegar años duros, en este caso con la inflación, la guerra y la incertidumbre económica. Lo que más nos apetece, además de viajar y distraernos, es comer bien y si es dulce, mejor. Pero claro, esa misma enorme inflación ha hecho que todo haya subido como la espuma, incluidas las materias primas, también alimentarias, y por ende los alimentos. Es el caso del pan, la leche, los huevos, el aceite o la harina, imprescindibles para hacer las típicas torrijas de Semana Santa.
1LAS TORRIJAS, LA INFLACIÓN Y DOS TAZAS MÁS
Cambiando el dicho «si querías inflación, toma dos tazas». Pues es lo que ha pasado con las torrijas y que puede provocar una caída en su consumo, elaboración y compra. Y es que si recientemente hemos sabido que estamos en un 9,8% de inflación, en el caso de las torrijas duplican casi la cifra, situándose en un 16,8% nada menos, según un informe del EAE Business School. Obviamente supone comer las torrijas más caras de la historia. ¿Por qué esta diferencia tan grande respecto a la ya de por si alta inflación genérica?