domingo, 15 diciembre 2024

Gatillazo español en Bruselas, la guerra del gas y BlackRock entierra la globalización

Comienza una semana clave para el futuro del Gobierno español, con todo el país esperando un anunciado «plan de choque» que se debe aprobar mañana martes en el Consejo de Ministros, pero cuya principal medida (la intervención del precio del gas para reducir la factura eléctrica) ha sido rechazada por las autoridades europeas.

LA MAQUINARIA

A pesar de los esfuerzos del Palacio de La Moncloa por engrasar su maquinaria mediática para hacer creer lo contrario, lo cierto es que Bruselas no ha aceptado las premisas de Sánchez, con pataleta incluida, que motivó el abandono temporal del cónclave al ver como sus socios le mandaban a paseo.

El comunicado del Consejo Europeo es una simple declaración de intenciones, que se limita a acordar «evaluar con urgencia la compatibilidad de las medidas temporales de emergencia en el mercado de la electricidad notificadas por los Estados miembros con las disposiciones de la Tratados». Es decir, que no autoriza a España a poner límites al importe del gas o a modificar el sistema de fijación de precios del mercado eléctrico. Al menos de momento.

ribera aclara que los planes de intervención en el mercado eléctrico tendrán que «esperar semanas»

Sin embargo, Sánchez se puso la medalla tras el maratoniano encuentro destacando que había logrado que los líderes europeos asumieran que la Península Ibérica es una isla energética y que necesita una regulación particular, aunque temporal, para limitar la subida de los precios. Poco tiempo duró la farsa, ya que el sábado la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aclaró que sus planes para intervenir el mercado eléctrico tendrán que esperar «tres o cuatro semanas».

Ahora España tendrá que elaborar una propuesta para que la estudie el Consejo Europeo. La también vicepresidenta tercera dice tener listo el documento con el que pretende volver a lograr la confianza de Sánchez, rota desde hace meses.

LA PROPUESTA ESPAÑOLA

El gran temor de Bruselas es que la intervención española rompa la unidad de mercado en Europa y distorsione el precio de la electricidad en otros países, un argumento que Sánchez rechaza porque la interconexión de la Península Ibérica con Francia es muy reducida. La idea del Gobierno es fijar un doble precio de la electricidad en el mercado español a través de dos subastas separadas.

Una de ellas se realizaría junto con la del resto de socios comunitarios y serviría para fijar un «precio frontera» para la conexión gala. Y la otra subasta tendría la función de establecer el importe del kilovatio dentro de España con el precio del gas intervenido. Habrá que esperar a ver la redacción final de la propuesta para conocer si serán los consumidores o los contribuyentes (en realidad son lo mismo) quienes abonen la diferencia entre el precio del mercado y el regulado, bien a través de la factura eléctrica o con cargo a impuestos futuros.

Este gatillazo del Gobierno español no va a evitar que se apruebe el «plan de choque», aunque será descafeinado y supondrá una rectificación respecto al anuncio realizado por el hombre fuerte del presidente, Félix Bolaños, que aseguró que la bajada del precio de la luz, el gas y la gasolina se haría con o sin el consenso de Europa.

NUEVOS CRÉDITOS ICO

Al final todo se limitará a parches disfrazados de reformas y a un nuevo plan de créditos ICO que servirá para aumentar aún más las tensiones en las cuentas públicas, que se preparan para unos años de infarto tras confirmar el BCE su decisión de retirar la red con la que ha sostenido el desequilibrio fiscal español en la última década. La idea de Nadia Calviño es permitir que con estos nuevos préstamos y avales públicos se maquille la morosidad de los créditos otorgados durante la pandemia.

OFENSIVA DE ESTADOS UNIDOS

El país que gana tras el Consejo Europeo es Estados Unidos (en realidad es el único), cuyo presidente se ha garantizado nuevos clientes para su Gas Natural Licuado (GNL). La ofensiva de la Casa Blanca para que el Viejo Continente deje de adquirir los hidrocarburos rusos parece haber logrado incluso convencer a Alemania, que se ha comprometido a dejar de adquirir gas a Putin a mediados de 2024.

Y ello a pesar de que un documento de trabajo del Ministerio de Economía germano deja claro que eso no es posible y que, en el mejor de los casos, en el plazo fijado sólo se podría reducir al 10% la dependencia del gas ruso, desde el 55% actual.

BIDEN: «CORTAR EL GAS RUSO DAÑARÁ A EUROPA, PERO ESE ES UN PRECIO QUE ESTOY DISPUESTO A PAGAR»

Por lo tanto, Biden vuelve de su gira europea tras prometer suministrar este año al menos 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de GNL a la UE, un volumen que irá creciendo en el futuro según vayan adaptando los países sus infraestructuras a este nuevo escenario. La idea es que se construyan plantas regasificadoras para poder tratar este gas líquido y devolverlo a su estado original. «Cortar el gas ruso dañará a Europa, pero ese es un precio que estoy dispuesto a pagar» ha declarado el presidente de EE. UU. Seguramente los hogares e industrias europeas no opinen igual.

MÁS DEUDA EUROPEA EN EL ‘NEXT GENERATION’

En el plano presupuestario, Bruselas va a debatir en los próximos días transformar el fondo de recuperación creado tras la pandemia (el Next Generation EU) para que permita a los gobiernos europeos usar el dinero para «responder a los desafíos creados por la invasión rusa de Ucrania». Esta es la excusa que pone el comisario Económico, Paolo Gentiloni, para incrementar el tamaño de este fondo con la emisión de nueva deuda pública europea.

Se trata de esos eurobonos que Alemania rechazaba hace años pero que finalmente se han implantado. La pandemia y la guerra han creado de facto un Tesoro europeo que aspira a quitar las competencias en materia fiscal a los socios comunitarios.

Como en toda crisis que se precie, los políticos van a acudir al gasto público para mantener la ficción del crecimiento -basado en la demanda pública–, retrasando las imprescindibles reformas estructurales que permitirían tener economías más sanas y menos expuestas a los ciclos. Claro que ello implicaría dejar de intervenir el precio más importante: el tipo de interés, que es el que sirve de señal a los agentes económicos para tomar sus decisiones de ahorro, consumo e inversión.

EL FANTASMA DE LA RECESIÓN EN EE. UU.

Precisamente el debate en EE. UU. es, en estos momentos, si la Reserva Federal aumentará la agresividad de su política monetaria y realizará subidas de medio punto porcentual de los tipos de interés en las próximas reuniones de su consejo de gobierno (el FMOC, por sus siglas en inglés).

En los principales medios financieros norteamericanos ya se habla de riesgo de recesión que podría incluso llegar en un contexto inflacionario si los cambios en las cadenas de suministro se mantienen en los próximos meses. Ese es el escenario que maneja BlackRock, la mayor gestora del planeta, tal como expuso su presidente Larry Fink en la última carta enviada a accionistas e inversores.

larry fink (blackrock) anuncia el fin de la globalización y no espera que la inflación de un respiro

Lo primero que destaca de su mensaje es que Fink señala que la guerra de Ucrania marca el fin de la globalización y considera que las rupturas de los mercados provocadas por la guerra de Ucrania (o más bien al efecto de las sanciones contra Rusia) van a impulsar un proceso de deslocalización masiva de empresas. Una reorientación a gran escala de las cadenas de suministro que, a su juicio, será «inherentemente inflacionaria”.

En este proceso de reordenación del mundo el máximo responsable de Blackrock considera que México, Brasil y EE. UU., junto con los centros de fabricación del sudeste asiático van a ser los grandes beneficiados.

MONEDAS DIGITALES

Y en el ámbito monetario Fink también nos da algunas claves de a dónde se dirige la guerra de divisas, defendiendo, como no, el lanzamiento de las nuevas monedas digitales de banca central (CBDC), sobre todo el euro y el dólar digital, usando el viejo y falaz argumento de que se implantarán para «mejorar la liquidación de las transacciones internacionales, reduciendo al mismo tiempo el riesgo de blanqueo de dinero y corrupción».

Que no les engañen, el único objetivo de las CBDC es limitar el uso de efectivo, evitar las corridas bancarias y sentar las bases para que en el futuro los bancos centrales puedan aplicar tipos de interés negativos en las cuentas corrientes para «estimular» el consumo.

HUIDA DE LOS BONOS

Pero hasta que llegue este futuro en el corto y medio plazo los mercados de renta fija ya descuentan un escenario recesivo y los inversores empiezan a asumir que en algún momento tendrá que dar un puñetazo encima de la mesa a la Reserva Federal (FED), sea antes o después de las elecciones de midterm en EEUU. Los bonos dejan de ser atractivos y ya ni siquiera sirven como activo refugio en tiempos de guerra, algo que en la historia siempre sucedía.

Veremos si bitcoin es una alternativa al sistema de dinero fiat basado en el petrodólar, sobre todo después de que Rusia considere aceptarlo en el comercio de hidrocarburos. Es un arma de doble filo ya que la decisión del Kremlin puede impulsar su cotización –por ser un actor monetario en el mercado energético– pero al mismo tiempo sufrir una mayor persecución regulatoria por servir a Putin para eludir las sanciones occidentales. Mientras, en el mundo real, prepárense para inflaciones del 10% en los próximos meses.


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