domingo, 15 diciembre 2024

Cabify, si sois tan de aquí, ¿por qué nos claváis?

A Cabify le persigue una sombra negra. No la de los lustrosos coches que desfilan por las ciudades, ni la de los trajes de sus conductores. La empresa está en el punto de mira porque su sede fiscal está en Delawere. No está en Vallecas o en Carabanchel. Han decidido llevársela a 20.000 kilómetros. Puede que sea ese el motivo de la nueva campaña publicitaria: Somos de aquí.

Son de aquí, pero a medias. Hace años se puso de moda llevar una camiseta que sirviera de amuleto anti timos: “I’m not a turist, I’m live here” y ahora Cabify da un paso más y señala hasta los barrios de sus empleados. Presume de ser de aquí. Quiere alejarse de la esa imagen un tanto tramposa, pero está cobrando más caro sus servicios que Uber, como ha podido comprobar MERCA2.

En España su conflicto con el taxi les ha desgastado mucho. La presión que ejerce ese gremio ha provocado que el Gobierno legisle en su contra. El proyecto de ley de las VTC deja una moratoria de cuatro años a los ayuntamientos y comunidades autónomas para conceder una segunda licencia. De no ser así las competencias de las VTC serán interurbanas. Pero lo cierto es que una parte del sector del taxi considera que la competencia es buena.

El servicio se ha modernizado y tiene opciones que el taxi no ofrece. Una de ellas es el viaje cerrado, es decir, la posibilidad de conocer el precio por trayecto antes de realizarlo. Además, la flota de coches es muy moderna y en ocasiones el precio es más barato, aunque no siempre. El principal inconveniente son las horas calientes, es decir, que el precio varía dependiendo de la demanda. El mismo trayecto no cuesta lo mismo un viernes que un lunes, por ejemplo. Un sábado por la noche el precio puede encarecerse hasta un 50%, todo depende del número de personas que están solicitando un coche.

Después están los pormenores, Cabify quiere agradar al viajero ofreciendo una botella de agua, y se ha vuelto eco-friendly. El envase ya no es de plástico, se han pasado al cartón. Tetra Pak y Ly Compañy son los proveedores. La idea es reducir hasta un 50% la huella de carbono, como ellos mismos han declarado.

LA EMPRESA DE TODOS, O DE UNOS POCOS

Cabify siempre presume de ser una empresa que ofrece grandes posibilidades a nivel laboral. Que cualquier persona puede adquirir una licencia, dar servicio y ganar dinero. Sin embargo, casi la mitad de las licencias de VTC están en manos de grandes inversores, uno de ellos un ex taxista, José Antonio Parrondo. A cabify siempre se le acusa de pagar poco y pedir mucho. Se dice que sus empleados trabajan entre 10 y 12 horas y que los sueldos apenas rozan los 1000 euros.

Muchos exempleados hablan de precariedad, exceso de trabajo y malas formas. Las condiciones que firman tienen truco porque para que el conductor se lleve un porcentaje de lo recaudado tiene que facturar unas cantidades abismales, a las que no llegan. Si trabajando 12 horas no son capaces de llegar a esos números, está bastante claro que la cláusula es engañosa, seguramente para captar posibles empleados. Pero sin duda, su peor prensa viene de sus ex conductores. No quieren dar la cara, pero hablan, y no dejan en buen lugar a la empresa de Juan de Antonio. Les llaman explotadores, y les acusan de no tener estabilidad laboral y de que son presos de las puntuaciones del usuario.

Si la calificación no es buena, pueden despedirles. La empresa, por tanto, basa el trabajo de sus empleados en la puntuación anónima de gente desconocida. Los calificadores son los pasajeros que puntualmente utilizan sus coches. Si preguntas a los empleados durante algún trayecto cómo es trabajar en Cabify, los conductores son tímidos en la respuesta, no hay críticas, pero tampoco halagos, la mayoría reconoce que por lo menos tiene trabajo. No hay más que entrar en algún foro o bucear nimiamente por internet para ver que los ex empleados echan pestes de la empresa.

También se le acusa de hacer trampas. Se supone que Cabify no puede captar clientes por la calle, ni recorrer las calles buscando pasajeros, como lo hace el taxi. Sin embargo, los coches están por la ciudad y van enlazando viajes. Sí, se contratan a través de la app, solo faltaría, pero no mediante contratación previa. Los coches van captando a los clientes más cercanos, así que operan casi con un taxi.

Pero más allá de esto, la empresa está en entredicho porque no se entienden sus triquiñuelas fiscales. Y esto suele ser el arma arrojadiza constante, sobre todo del taxi porque sabe que les hace daño. Los chicos de Cabify aseguran que facturan los servicios y comisiones en España, pero lo cierto es que mantiene su sede fiscal en EEUU. Delaware está considerado un casi paraíso fiscal, y alberga las sedes de más de 250.000 empresas. Este estado tiene una jurisdicción propia y permite la exención de impuestos. Cabify señala que son sus inversores los que les exigieron fijar allí su sede fiscal, por las ventajas impositivas, y ha mostrado su intención de trasladarse a España, aunque de momento eso no ha sucedido.

CABIFY: SOMOS DE AQUÍ

Debido a los roces constantes por las anomalías fiscales, Cabify ha lanzado una campaña potente que pretende mostrar su imagen más española. La campaña tiene como slogan: Somos de aquí. Con esa frase quieren definirse. El eslogan se completa con fotografías de algunos de los empleados de la compañía, en las que se especifica hasta el barrio en el que viven.

La agencia Burson ha sido la encargada de llevar la comunicación de esta campaña y parece que ha decidido prolongarla en el tiempo. Se anunció para los meses de septiembre y octubre, pero estos días todavía se puede ver por las calles de las ciudades españolas y en varios medios. La empresa no ha querido especificar a MERCA2 ni en cuantas ciudades está y ni hasta cuándo la mantendrá activa. El ocultismo sigue al ni siquiera informar sobre en qué lugares están presentes. Pero lo que sí hemos comprobado es. que en Madrid, Cabify y su agencia, han empapelado las principales estaciones de metro y algunas marquesinas.

Cabify siempre ha intentado deshacerse de esa reputación de evasor de impuestos, y parece que con esta campaña quiere dar una imagen de compromiso patrio. Sin embargo, una cosa nada tiene que ver con la otra. Mantener la sede fiscal en EEUU y que sus empleados sean de aquí, es como mezclar churras con merinas. Los empleados son de aquí, como los empleados de cualquier empresa nacional o internacional con sede en nuestro país. Sí, los empleados son de aquí, pero ¿acaso no lo son los empleados de otras empresas de VTC? No existe relación directa o indirecta. Incluso al margen de estas consideraciones más o menos tramposas, al usuario lo que verdaderamente le importa es el precio.

CABIFY ES MÁS CARO QUE SU PRICIPAL COMPETIDOR

En las comprobaciones realizadas por MERCA2 hemos observado que en un trayecto tipo, con la misma categoría de coche y en la misma franja horaria Cabify es más caro que Uber.

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En el 80% de los viajes contratados, la startup española ofreció precios más elevados. En algunas ocasiones la diferencia supera el 40% en el precio final.

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En porcentaje, en el 100% de los viajes realizados, el precio de Cabify fue un 15% de media más caro. Solo el 20% de los trayectos en Cabify fueron más baratos, pero en cantidades que no superan los cinco céntimos. El precio depende de la hora del día.

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Un trayecto en Uber puede costar 5,50 euros y el mismo en Cabify 9,02 euros, en un día entre semana. El fin de semana dispara los precios.

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Si trazamos la semana tipo observamos que podemos llegar a ahorrar más de un 12% de media, si tenemos en cuenta que solicitamos un trayecto a diario. Si trasladamos los datos a cifras mensuales, un usuario de Cabify pagará 276,60 euros, frente a los 240,30 que abonará el usuario de Uber. Es decir, el usuario de Cabify pagará 36 euros más al mes que el de Uber.

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LA BUENA PRENSA DE CABIFY

Cabify, es una de las empresas españolas de la llamada nueva economía más potentes. A menudo sirve como ejemplo de startup emergente y triunfadora. Los jóvenes emprendedores sueñan con dar con la tecla y conseguir grandes rondas de inversión en tan poco tiempo como lo consiguió la empresa de VTC. Cabify arrancó hace casi siete años gracias al ingenio y la tozudez de sus creadores, Juan de Antonio y Sam Lowny. Sus inicios no fueron fáciles, como los de la gran mayoría de las startups.

Su primera inversión externa fue de un millón de euros, procedente de un fondo belga. Cabify entonces empezó a crecer. Tras ese primer millón, en 2016 el fondo nipón Rakuten invirtió 105 millones de euros. La empresa ahora tiene un valor de mercado estimado en 1.400 millones y se encuentra en 10 países y más de 30 ciudades.

Ni son de aquí ni todo lo contrario. Lo que verdaderamente importa a los usuarios es el precio del trayecto. Que la sede esté en Delawere está feo, sí, pero lo que hace que me decante por Uber no es la procedencia, sino que siempre, o casi siempre, pago menos viajando con ellos.


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