La cadena de alimentación DIA se enfrenta a un grave problema: su elevada deuda. Tiene aproximadamente 900 millones de euros en bonos con vencimiento en los próximos cinco años y el objetivo de conseguir que su deuda no sobrepase en 3,5 veces su ebitda. Mientras algunos analistas piden la cabeza del CEO, Antonio Coto, la cadena se debate entre dos opciones casi imposibles para salvar el cuello.
La situación es la siguiente. La deuda neta de DIA al final del tercer trimestre aumentó a 1.400 millones de euros desde los 1.200 millones de euros, con un apalancamiento de 3,1 veces sobre su ebitda. La estructura de la deuda del minorista consiste en dos líneas de crédito renovables con límites de 225 millones y 300 millones de euros con vencimiento en 2020 y 2022, respectivamente. Además de préstamos a dos plazos de 101 millones y 30 millones de euros con vencimiento en 2019 y 2020, respectivamente; y 906 millones de euros en tres emisiones de bonos con vencimiento en 2019, 2021 y 2023. De estos últimos, 406 millones de euros vencen el año que viene.
El pacto de apalancamiento en el acuerdo bancario es que su deuda neta ajustada no puede superar en 3,5 veces su ebitda. Pero los analistas de Bloomberg alertan de que, suponiendo una deuda neta de fin de año de 1.200 millones de euros, el apalancamiento neto sería de entre 3,1 y 3,53 sobre la base de la orientación revisada del ebitda ajustada en 2018 de 350-400 millones de euros. Moody’s estima que la deuda ajustada aumentará a casi seis veces en 2018, frente a 3,7 veces en 2017, mientras que S&P proyecta un apalancamiento ajustado de aproximadamente 4,6 veces al final del año.
De ahí que las posibilidades de cumplir con el acuerdo sean nulas. Y aquí entra la primera posibilidad de DIA: que los bancos otorguen una exención de pacto y apoyen a la compañía para extender los vencimientos de la deuda. De hecho, actualmente negocia a contrarreloj con las entidades bancarias, aunque la situación es complicada.
Así, un posible segundo plan consistiría en acudir al mercado de bonos, cuyo coste de capital es alto debido a la calificación de bono basura que tiene la cadena de alimentación. De hecho, los analistas creen que con su bono de 2023 con un rendimiento superior al 10%, es poco probable que la compañía busque refinanciar el de 2019 en el mercado de alto rendimiento.
En tercera instancia, DIA podría buscar otras opciones de refinanciamiento, que podrían pasar por una ampliación de capital.
EL PAPEL DE COTO EN DIA
El pasado 24 de agosto, DIA anunció el nombramiento de su nuevo consejero delegado, Antonio Coto, en sustitución de Ricardo Currás. Un cambio en la dirección que pretendía dar con la clave para mejorar la estrategia de negocio, los resultados y la evolución de las acciones de la compañía.
Tan solo unos meses después, la situación lejos de mejorar ha empeorado. Cuenta de ello dan tres fechas en concreto. La primera, el 15 de octubre. Ese día, la empresa anunció una revisión a la baja del objetivo de ebitda a un rango entre 350 y 400 millones de euros, comparado con 568 millones de euros en 2017. Ese día, la empresa registró la mayor caída bursátil que se recuerda en los últimos tiempos. DIA cedió un 42% al cierre de la sesión pasando de los 1,86 euros por acción a los 1,08 euros.
Solo una semana después, el 22 de octubre, abría la sesión a 0,88 euros y la cerró con una caída del 24,5% (hasta los 0,66 euros), tras la publicación de la revisión de las estimaciones del cierre financiero de 2018 que certifica un efecto patrimonial negativo de 56 millones de euros en las cuentas de 2017.
Y la última, el 30 de octubre, cuando presentó unos resultados que registraron una caída del 13,9% de sus ventas netas. En esas cuentas no presentó resultados con la excusa de estar preparando un test de deterioro sobre sus activos para evaluar si pudiera existir la necesidad de provisionar parte de los mismos.
DIA BUSCA RECUPERAR LA CONFIANZA
Tras estos problemas, DIA está tomando medidas para reconstruir la confianza. Buscar opciones para refinanciar los compromisos de deuda del próximo año es el principal objetivo del consejero delegado, quien ha recortado el gasto, ha suspendido la política de reparto de dividendo para el próximo ejercicio 2019 y apuntó que “la compañía pondrá el énfasis en una gestión prudente del cash flow«.
El nuevo CEO ha admitido que la minorista protegió la rentabilidad al permitir que los precios subieran, no actualizó su surtido y perdió el enfoque en las necesidades del cliente. “Es probable que el plan de cambio de DIA tarde más de un año en implementarse y dar resultados, según la experiencia de otros minoristas de alimentos, que generalmente tardan entre tres y cuatro años transformar las operaciones”, avisan analistas de Bloomberg.
Los bonos de DIA con vencimiento en julio alcanzaron un rendimiento récord del 56% la semana pasada y ahora rondan el 30%, mientras que sus notas con vencimiento en 2023 oscilan en torno al 10%, según datos compilados por Bloomberg. La implementación de los planes de Coto para recuperar la empresa «depende de la capacidad de esta para superar importantes vencimientos de deuda», advirtieron analistas de Barclays.
Otros analistas van mucho más allá y aseguran que «los inversores necesitan que DIA ponga al mando a un ejecutivo de alto calibre con antecedentes de recuperación de empresas para restablecer la confianza». Coto es uno de los directivos de la compañía con más experiencia, concretamente lleva 30 años en la cadena, y ha liderado las operaciones del grupo en Argentina y Brasil desde su inicio. Pero lo cierto es que no tiene experiencia en situaciones tan complicadas como la actual.
Además, durante estos días se han sucedido los rumores de cambio de dirección. Dimas Gimeno (expresidente de El Corte Inglés) y Jaime García-Legaz (expresidente de Aena) han sido algunos de los nombres que han sonado para encarrilar la situación de DIA.