sábado, 14 diciembre 2024

Iberdrola y Repsol se enfrentan a un entorno complejo en Brasil

Iberdrola quiere dar un paso al frente en Brasil. El varapalo sufrido tras no hacerse con la mayor distribuidora del país, Electropaulo, que acabó en manos de Enel, no ha frenado sus deseos de comprar. Más si cabe cuando el recién elegido presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dejó muy claro en su programa político que habría nuevas privatizaciones.

Repsol, por su parte, opera en Brasil desde 2010 a través del consorcio Repsol Sinopec Brasil. Durante el pasado año, por ejemplo, se adjudicó un bloque en la subasta de derechos exploratorios de petróleo y gas natural. Brasil es el quinto país más importante para la empresa bajo el mando de Antonio Brufau si hablamos de producción.

Tanto Iberdrola como Repsol, como el resto de empresas españolas con intereses en el gigante carioca (Santander, Telefónica, Cepsa, Acciona…), esperan impacientes la nueva hoja de ruta que marca el recién elegido presidente que tomará posesión el próximo 1 de enero de 2019. Una expectación que es grande, como definen los taurinos a un cartel de primeros espadas.

El elegido presidente Bolsonaro anunció en su programa electoral nuevas privatizaciones con la finalidad de reducir el tamaño del Estado

La razón es que Bolsonaro, en su programa electoral, anunció nuevas privatizaciones con la finalidad de reducir el tamaño del Estado. Y ahí Eletrobras, la mayor empresa eléctrica de América Latina, es un bocado la mar de apetitoso para la compañía presidida por Ignacio Sánchez-Galán que el pasado año cerró la fusión de las dos eléctricas brasileñas en la que está presente (Elektro y Neoenergia).

IBERDROLA Y LOS DESAFIOS DE BOLSONARO

Según FacSet, las cotizadas españolas tuvieron unas ventas en Brasil de alrededor de 55.000 millones de euros durante 2017. Ya en 2018, por ejemplo, Brasil ha sido clave en los resultados de Santander en los nueve primeros meses del año: fue el país que más aportó a los mismos (26%).

Pero Brasil no vive uno de sus mejores momentos económicamente hablando. “Está por verse si el nuevo presidente será capaz de implementar reformas críticas y urgentes en un entorno altamente complejo”, señalan desde Crédito y Caución.

¿Cuál es ese entorno? Frustración con la clase política, corrupción y altas tasas de delincuencia para empezar, sin olvidar que el real se ha depreciado un 25%. “En el frente económico sus principales desafíos pasan por la sostenibilidad de las finanzas del Gobierno, elevar las tasas de crecimiento del PIB y mantener la inflación bajo control”, apuntan desde Crédito y Caución.

Revisemos los números: el déficit fiscal está alto (7,5% en agosto) lo que eleva la deuda pública al 77% del PIB.  ¿Su medida más urgente? La reforma de las pensiones que suspendió su predecesor a principios de 2018. “De lo contrario se superará el límite histórico de gasto público establecido en 2016 y le relación entre la deuda pública y el PIB continuará creciendo. La ausencia de reformas haría regresar las presiones inflacionarias”, acotan en Crédito y Caución. La inflación cerró en el 4,5% en septiembre por los precios de la energía y la depreciación de la moneda.

La confianza empresarial y del consumidor, estiman desde la compañía del seguro de crédito interior y a la exportación, está mejorando lentamente, y el PIB crecerá un 1,1% este año, y un 2,3% en 2019, según sus previsiones. El desempleo seguirá siendo alto (12%) y su comercio exterior puede verse afectado por la situación de su vecino Argentina que es su tercer mercado exportador.

¿Qué deben temer las compañías españolas? Que la Administración no saque en el primer año la reforma de las pensiones y otras medidas fiscales. Porque, de no llevarse a cabo, las expectativas se desinflarían rápidamente. “La ventana de oportunidad es muy estrecha dada la impopularidad de estas medidas y la sensibilidad de la confianza de los inversores. La inversión se volverá reacia, el real se depreciaría y los bajos tipos de interés actuales tendrían que ser elevados, lo que sería perjudicial para el crecimiento económico”, matizan desde Crédito y Caución.

¿Y en qué deben confiar Iberdrola y Repsol? En la capacidad de absorción de la economía brasileña. Ahí el tipo de cambio flexible, un sólido sector bancario y unas reservas oficiales muy altas son su músculo.


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