Las energías renovables representan el futuro. Lo escuchamos cada día, por activa y por pasiva, a los políticos y los directivos de las grandes compañías energéticas. La eólica es una de las más baratas, una energía limpia que en España ha sido la primera fuente de generación eléctrica en 2021, con una cifra récord hasta la fecha de más del 23% del total de la producción en el país, según datos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). Pero no todos son luces en esta tecnología, la elevada presión de precios a la que está sometida está volviéndose en su contra y provocando cierres en empresas como Siemens Gamesa, Vestas o Nordex Group.
Esta última, participada por Acciona, ha informado de su decisión de finalizar su actividad de fabricación en la planta de La Vall d’Uixó, en Castellón. Esta dolorosa medida «tiene que ver con que la producción y comercialización de aerogeneradores a nivel global atraviesa un momento complejo por un entorno de mercado muy competitivo. Aunque las ventas de Nordex han crecido de forma ininterrumpida en los últimos años y la demanda de energía renovable sigue en aumento, la industria eólica está sujeta a una elevada presión en precios», explican desde la propia empresa.
La energía eólica ha sido en 2021 la tecnología del sistema energético español con mayor potencia instalada, según los datos de REE, con un total de 28.073 megavatios (MW). Todo hace indicar que es una energía en un momento emergente y más en España que ocupa el quinto lugar en el mundo por potencia eólica instalada, tras China, EEUU, Alemania e India.
LAS COMPAÑÍAS BUSCAN MANO DE OBRA BARATA
Pero en este proceso de transición energética, no todo es tan bonito como nos lo pintan desde el Ministerio para la Transición Ecológica. Y, si no, que se lo pregunten a los más de 100 trabajadores que perderán sus trabajos con el cierre de la factoría castellonense de Nordex.
«La consiguiente necesidad de reducir el coste nivelado de la electricidad para que la energía eólica sea competitiva frente a otros tipos de generación ha intensificado la presión sobre los fabricantes de turbinas, que han de desarrollar productos cada vez más eficientes y reducir constantemente sus costes de producción para ser competitivos y no quedarse fuera del mercado», explican desde Nordex.
Las compañías eólicas como Nordex necesitan abaratar costes para ser más competitivas y por eso buscan producir en países donde la mano de obra sea más barata. En los últimos años muchas de ellas se han llevado su producción a países como India, Turquía o el Norte de África. Incluso a Portugal, donde también es más barato fabricar que en España.
Ni las promesas de la llegada de dinero de los fondos Next Generation para proyectos eólicos consiguen frenar la sangría de cierres de fábricas de componentes para aerogeneradores, lo que crea muchas dudas sobre si se está actuando bien en algunos aspectos clave de la Transición Ecológica, que parece que para unos resulta más justa que para otros.
El Gobierno, por su parte, se afana en recordar que cuenta con la Agenda Sectorial de la Industria Eólica, además de que en las próximamente se aprobará la Estrategia Off-shore, que prevé la asignación de fondos del Plan de Recuperación para facilitar la implementación de estas tecnologías. Pero a pesar de los contactos realizados, no ha podido frenar la marcha de todas las compañías que han decidido dejar de producir en España.
CHOQUE CON EL SECTOR PESQUERO
El sector pesquero es otro de los posibles damnificados por la energía eólica. El sector está en contra del cambio climático y apuesta por las energías renovables pero los parques eólicos marinos influyen en la pesca, las corrientes marinas y emiten ruidos que pueden afectar a las especies que viven en la zona.
Aunque la ministra para la Transición Ecológica y vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, niega el «temor» a la eólica marina, una treintena de colectivos de Galicia, Asturias, Cantabria y Bizkaia, entre cofradías de pescadores, armadores y otras organizaciones del sector, han firmado recientemente un manifiesto para protestar por los planes de ubicar parques eólicos en zonas de pesca y espacios de gran valor medioambiental.
Esto sucede en el norte de España, pero en el otro extremo, en el sur, concretamente en la Bahía de Cádiz, la negativa es la misma. Los ayuntamientos de Cádiz y Rota, y el pleno de la Diputación provincial se niegan a que se instale un parque eólico marino en la Bahía de Cádiz. No se considera seguro, sostenible, ni respetuoso con la biodiversidad, a la vez que se teme que afecte al potencial turístico de la zona.
Esta es la cara más desconocida de la Transición Ecológica. Desde el Ministerio del ramo se omiten los inconvenientes que conlleva la implementación de las energías renovables, para hablar exclusivamente de los beneficios que producen. La búsqueda de soluciones capaces de impulsar el uso generalizado de energías limpias sólo será posible asumiendo los retos del panorama energético desde una visión realista.