La tecnología está jugando cada vez más un papel relevante para las cadenas de suministro. Y es que los retrasos en las cadenas globales que se han ido sucediendo en los últimos meses han sido uno de los principales problemas del mundo empresarial el pasado año. El efecto que tendrá en el crecimiento económico se cuantifica en hasta nueve décimas para este año, según estima el Banco de España. Ante esta situación, la tecnología puede ser un aliado para mejorar la visibilidad de lo que ocurre en el proceso y solventar las posibles pérdidas de negocio que tengan.
Si bien las cadenas de suministro son más globales que nunca, con decenas e incluso cientos de empresas involucradas a lo largo de todo el proceso y en múltiples geografías, los flujos de información entre los actores participantes siguen siendo bastante reducidos. Incluso en algunos casos se limitan a meros correos electrónicos u hojas de Excel en los que la información se almacena y se trata en silos y no existe apenas previsibilidad. Es por ello que las alteraciones en las cadenas globales de suministro han reforzado la necesidad imperiosa de tener el control absoluto del proceso para poder asegurar la continuidad de las operaciones.
En esta situación, el ‘blockchain’ o cadena de bloques es una tecnología que permite la creación de ecosistemas confiables para el intercambio digital de información. En ellos, gracias a la criptografía, los datos que se registran o comparten entre los participantes de una red no pueden alterarse, modificarse o eliminarse sin dejar evidencias de ello. Además, la propia red mantiene la información sobre la secuencia cronológica en que se produce el intercambio, permitiendo construir evidencias irrefutables perfectamente trazables de los intercambios realizados. Es una tecnología que vela por la transparencia y confiabilidad de la información al permitir atribuir con certeza absoluta la autoría de la información que se transporta y almacena en las redes -independientemente de las veces que se haya compartido- y que favorece la eliminación de las discrepancias entre las partes y la reducción de los costes de verificación o conciliación de la información.
De hecho, Telefónica Tech, la unidad de negocios digitales de Telefónica, cuenta con una plataforma de gestión de la cadena de suministro basada en ‘blockchain’, estándar y configurable que otorga a la empresa en cuestión la capacidad de incrementar su control sobre el proceso más allá de su perímetro al contar con una visibilidad extremo a extremo. Gracias a ella, las empresas pueden disponer del historial completo del ciclo de vida del producto y compartirlo con todos los participantes en tiempo real; lo que ayuda a la toma de decisiones conjuntas y a una mayor eficiencia y trazabilidad de los activos.
Igualmente, esta plataforma, desarrollada en colaboración con IBM, se despliega sobre un entorno cloud, actuando sobre los diferentes procesos de la cadena de suministro. Estos son la fabricación y transformación de productos, distribución e integración de operadores logísticos, gestión y planificación de inventarios en almacenes propios y de terceros, control y supervisión de las contratas de venta o instalación (que transforman el producto o lo instalan), auditoras externas, instaladores…
Además de las características propias de la tecnología ‘blockchain’ se unen otros beneficios para las empresas que adopten esta plataforma. Por un lado, este servicio permite a las organizaciones minimizar el capex al no tener que desarrollar plataformas propias. También reduce los tiempos para la comercialización al ofrecer la plataforma como un ecosistema en producción estándar, flexible y escalable, y un retorno de la inversión realizada en el corto plazo.
La plataforma de cadena de suministro de Telefónica Tech conlleva, además, la posibilidad de construir métricas de negocio sobre eficiencia, sostenibilidad y responsabilidad social. Al tener un control completo del ciclo de vida del producto las empresas pueden tener una prueba de origen durante toda la cadena para identificar problemas de calidad, pueden garantizar que se cumplen los criterios éticos de responsabilidad social corporativa (child labour, zonas en conflicto, etc.), o métricas de sostenibilidad fomentando, por ejemplo, la economía circular y el tratamiento responsable de residuos.