viernes, 22 noviembre 2024

El Gobierno, en fuera de juego: el gas y la nuclear son ‘verdes’ para la UE

Estaba cantado. La Unión Europea finalmente ha incluido a la energía nuclear y al gas dentro del documento de taxonomía verde con el fin de que sirvan de apoyo para cumplir los objetivos de descarbonización. Y claro, el Gobierno de Pedro Sánchez ha quedado una vez más en fuera de juego debido a su obsesivo ideologismo ecológico.

Numerosos expertos en la materia y otros tantos no tan versados coincidían en el pronóstico: con las renovables no llega para cubrir la demanda energética en las condiciones previstas. Los objetivos de descarbonización acordados por los 27 son muy loables, pero muy difíciles de alcanzar sin el apoyo de la energía nuclear y del gas. No se trata de una batalla contra la transición energética, ni de una cuestión de ganadores o perdedores, aunque les viene de perlas a Francia y Alemania, pese a que el gobierno germano quiera aparentar que dice lo contrario, es un paso hacia la realidad desde la fantasía energética.

La crisis energética sin precedentes que estamos sufriendo ha hecho que Bruselas se haya dado cuenta de que pisó demasiado el acelerador de la transición ecológica y ha estado a punto de estamparse. Por eso ha decidido decelerar en sus pretensiones para conseguir llegar a la meta, aunque sin corona de laureles.

Marcos Eguiguren: «el problema son las palabras, quizás tendríamos que decir taxonomía contra el cambio climático»

Sin embargo, algunos países que no quieren frenar y pretender seguir adelante con la misma velocidad, aún a riesgo de estrellarse. Precisamente, uno de esos gobiernos es el de España, al que parece no importarle mucho el agravio a los consumidores (industriales, empresariales o particulares) a costa del disparado recibo de la luz y la factura del gas. El presidente, Pedro Sánchez, y la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, no están dispuestos a dar un paso atrás, aunque hayan quedado en fuera de juego frene a una mayoría de socios europeos, y sus propuestas no hayan sido tenidas en cuenta en absoluto.  

DECISIÓN NECESARIA AUNQUE DIFÍCIL DE ENTENDER

La decisión de la Unión Europea es necesaria a todas luces. La generación renovable tiene todavía serias carencias (especialmente materia de almacenamiento energético) y necesita de energías de respaldo para producir toda la electricidad que la economía demanda. El viejo continente depende de en exceso de los recursos energéticos de países como Rusia o Argelia. Lo dijo Josep Borrel, jefe de la Diplomacia Europea, hace pocos días «debemos reducir nuestra dependencia de la energía rusa».

Francia, la gran abanderada de la energía nuclear, es un ejemplo de cómo esa tecnología puede hacer a un país prácticamente independiente de la energía del exterior evitando, a la vez, la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. La inversión del país galo en pequeños reactores nucleares de última generación será fundamental en los próximos años para que Francia consiga la independencia energética total, gracias a una fuente de respaldo eficaz y barata para seguir creciendo en el desarrollo de las renovables.

La medida tomada por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, puede ser llevada a los tribunales por algunos socios que están totalmente en contra del acuerdo, pero desde Bruselas saben que es la única manera de poder acometer con éxito la transición ecológica programada, sin arruinar a los ciudadanos europeos en los próximos años. La Unión Europea considera que «existe un papel para el gas natural y la nuclear como medio para facilitar la transición hacia un futuro basado predominantemente en las renovables».

China está invirtiendo cantidades ingentes de dinero en un programa de energía nuclear mastodóntico que prevé fabricar hasta 150 reactores nucleares en los próximos 15 años. Con ello conseguirá evitar lanzar a la atmósfera alrededor de 1.500 millones de toneladas de CO2 al año. Además, se espera que en pocos años supere a Estados Unidos como máximo generador mundial de energía nuclear.

Parece que la ecuación para el gigante asiático, así como otras muchas potencias mundiales es esa, apostar por las energías renovables, con el respaldo de un potente programa de energía nuclear de última generación y utilizando el gas solo en el caso de que sea necesario y hasta el momento en el que las otros tipos de generación eléctrica sean suficientes para satisfacer la demanda.

LOS MATICES CONTRA EL GAS Y LA NUCLEAR

Los expertos que se han mostrado contrarios a esta decisión, lo hacen en su mayoría por una cuestión puramente semántica. Para ellos, ‘verde’ es aquella energía que no genera ninguna emisión de efecto invernadero y el gas natural sí que los genera, por eso argumentan que no debería estar en un documento denominado de ‘taxonomía verde’.

Es el caso de Marcos Eguiguren, director de la Cátedra de Finanzas Sostenibles de la UPF Barcelona School of Management y Triodos Bank que explica que «el problema son las palabras, quizás tendríamos que decir taxonomía contra el cambio climático».

Diferente es la opinión con la energía nuclear, ya que «me gustaría matizar que si se considera verde la lucha contra el cambio climático, es verdad que la energía nuclear no produce emisiones de gases de efecto invernadero y el gas sí pero, sustantivamente inferiores a otros combustibles fósiles». 

Con estas palabras Eguiguren no quiere decir que esté de acuerdo en haber incluido estas dos energías en el documento verde de la UE, pero es importante la matización ya que para él, «el gas genera pocos gases y la nuclear genera despojos radiactivos que necesitan una gestión muy estricta. Son buenas contra el cambio climático, pero podrían provocar otros problemas».

Y este es realmente el quid de la cuestión. La Comisión Europea ha decidido apostar por estas dos energías, para luchar contra el cambio climático, que es lo que verdaderamente urge, e ir ganando tiempo para pensar cómo solucionar los problemas que podrían provocar los desechos radioactivos.

Aún así, Eguiguren está convencido de que «la CE aprueba dar la etiqueta verde al gas y a la nuclear por equilibrios políticos. Lo hace porque la generación eléctrica de Francia se basa en energía nuclear en un gran porcentaje, la presión francesa ha sido muy grande para que la nuclear sea considerada verde. Y lo mismo podemos decir de Alemania y el gas natural, con las plantas de ciclo combinado alimentadas por gas, con permiso de Putin».


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