En su día, allá por 2009, fue la adquisición más grande la historia: la fusión de Royal Bank of Scotland con ABN Amro Bank. Quien lideró la misma, como Head of IT para España y Portugal, fue un español: Álvaro González. Quince años después de su aterrizaje en el banco escocés, Álvaro ha dado un giro radical a su vida profesional fichando por una fintech: Bnext, un marketplace de productos financieros.
Royal Bank of Scotland cerró su operativa en España y le ofreció desplazarse a Edimburgo. “Era hacer lo mismo a otra escala y les dije que no. En banca todo está muy establecido. Es sota, caballo y rey. Estaba cansado de la banca, aunque quería seguir haciendo banca, pero que no fuese lo mismo, sino algo diferente”, señala Álvaro González.
Samuel Benelbas, por su parte, trabajó para UBS. Primero en Londres, donde estuvo cuatro años, y después de Nueva York, donde residió durante otros dos. “El mercado de la banca de inversión es muy complicado. Exige mucho a título profesional y personal. A mi primer hijo se puede decir que le puede dedicar el tiempo necesario solo dos semanas durante un año”, se lamenta.
Cuando tuvo su segundo vástago, y viendo que la situación no cambiaba, pidió en el banco “estar en la ronda”. Es decir, que a final de año (cuando la banca de inversión suele despedir personal), le metieran en ese particular saco. “Estaba muy quemado”, reconoce. Junto a un socio, que había conocido en la universidad, crearon la fintech Arbor, que ahorra dinero de forma automática.
FINTECH COMO REFUGIO
Álvaro González y Samuel Benelbas son dos ejemplos de cómo las fintech se están convirtiendo en un refugio para aquellos directivos de la banca tradicional que necesitaban un cambio en sus vidas. Unas veces, lanzando la red en las entidades financieras; en otras ocasiones, creando su propia fintech.
Salvador Casquero se ha pasado el 85% de su vida profesional en el mundo financiero, y el otro 15% en el mundo tecnológico. Entre otros sitios, estuvo en JP Morgan. “Cuando surgió el blockchain, inicialmente quise implantarlo en el banco, pero no fue posible porque la banca tiene un legacy tecnológico difícil de cambiar. En pleno torrente de innovación no podían invertir al estar implicados en el cumplimiento regulatorio”, afirma Casquero. Así nació 2gether Global, la banca colaborativa en el móvil. “Mi marcha no les sentó bien. En ningún negocio, cuando sale un posible competidor, sienta bien”.
Otro caso es el de Grégoire de Lestapis. En su dilatada carrera de 30 años en banca pasó por Société Générale, Crédit Agricole y BBVA, donde llegó a ser director general en Francia. “Salí de mi zona de confort, era respetado en la organización, y tenía mi vida profesional hecha. Pero conocí al fundador de Lendix, me explicó la idea [una plataforma de préstamos para pymes], y me enamoré de ella”, confiesa de Lestapis.
La propia convicción fue lo que hizo dar el salto, desde el Banco Sabadell al mundo fintech, a Asier Uribe-Echevarría, fundador de Finanbest, una plataforma para rentabilizar los ahorros: “Les extrañó que les dejara. Discutimos, pero vieron que lo tenía clarísimo. Al final hubo buen entendimiento”.
Martín Huete, por su parte, dejó la dirección general de la gestora de Caja Duero tras la fusión vivida por las cajas. Su carga de trabajo había bajado a cero. “Lo que hacía era dar sesiones de formación a los gestores del banco. ¿Por qué hacía esto? Me fui a mi casa renunciando a un salario importante”, reconoce. Hace un par de años recibió un mensaje en Linkedin por parte de Finizens, un gestor de inversiones automatizado. Y aceptó.
SATISFECHOS POR EL CAMBIO
A la hora de evaluar el giro dado en sus vidas, todos coinciden en señalar que ha sido a mejor a pesar de tener menos recursos, tecnología y gente. ¿A favor? Su legado no es mastodóntico, como el de la banca. Por ejemplo, BBVA tiene más de 140.000 empleados.
“Para meterte en un mundo startup se necesita un acto de fe importante porque puede acabar con la paciencia de cualquiera. Lo difícil es implementar”, reconoce de Lestapis. Aun así, no duda en reseñar que es la etapa profesional “más interesante que he tenido porque poder ayudar a otra empresa a ganar cuota de mercado es una alegría”.
Martín Huete, por su parte, destaca el hecho de ser dueño de su propio destino: “respecto al salario, gano tres veces menos, pero soy tres veces más feliz”. Salvador Casquero resalta que en el mundo fintech “no tienes herencias de ningún tipo, como le sucede a la banca, por lo que eres más flexible y ágil a la hora de moverte”. Y Álvaro González subraya que lo que más le ha llenado “ha sido el capital humano. No me imaginaba una empresa en la que todo el mundo fuera de primer nivel. El ambiente de trabajo es divertido y nunca me imaginé que tan poca gente sacara tanto trabajo”.
¿Y el futuro? “Tenemos una hoja en blanco que nos permite crecer gracias a rapidez, diversificación, flexibilidad y personalización. Una experiencia diferente que en una gran organización es difícil de implementar”, asegura Grégoire de Lestapis.
¿Fusiones con la banca tradicional? “Nosotros ya colaboramos con entidades medianas. Les generamos nuevas oportunidades de negocio con un modelo que les costará montar. Pero no tenemos pulmón para reventar el mercado solos”, manifiesta Asier Uribe-Echevarría.
Habrá una entente cordiale en la que las fintech se apoyarán en la banca para ser más ágiles y dar un mejor servicio, más valor a los usuarios, mientras que las entidades financieras aportarán valor para que las fintech crezcan. Pero habrá bajas por el camino.
“No hay que tener miedo. Si se fracasa habrá otra oportunidad. El fracaso es parte del éxito”, subraya Grégoire de Lestapis. Y Samuel Benelbas concluye: “No está regulado. Hay mucha zona gris. Es importante la regulación para todos. Si no, es competencia desleal. Cuando se nivele el terreno de juego, varias fintech van a subir costes y no van a sobrevivir”.