Arranca la semana sin haber superado la resaca del Black Friday, que podría cambiar su denominación a partir de este 2021 a «viernes rojo», a tenor del color de los principales índices bursátiles mundiales, que concluyeron la semana pasada con notables caídas.
La amenaza de una nueva variante covidiana con origen africano se produjo en un día en el que los mercados registraron bajos volúmenes de contratación (por la víspera festiva en Estados Unidos), lo que provocó un terremoto entre los inversores excesivamente apalancados, que hoy en día son legión. Da igual que la cepa vírica (bautizada como Omicron) cause, a priori, una enfermedad leve: los políticos amenazan con una Gran Reclusión 2.0 y las bolsas entran en modo pánico.
Sin embargo, la existencia de nuevas restricciones y confinamientos puede ser positivo para los mercados, una paradoja que últimamente es más habitual de lo que nos dicta el sentido común. Si se confirma que habrá una crisis de demanda, entonces es posible que la Reserva Federal retrase su plan de retirada de estímulos, aplace la subida de tipos y Wall Street lo celebre por todo lo alto. Incluso hay que apunta que limitar los movimientos puede ser un remedio para la inflación, lo cual expone el grado de locura colectiva en el que estamos inmersos en estos tiempos oscuros.
De momento el precio del petróleo indica que algo que ha cambiado en las expectativas de los inversores, descontando una parálisis económica en los próximos meses. Con este escenario es bastante probable que los países del la OPEP+ decidan en la reunión del próximo jueves cerrar el grifo, sobre todo después del órdago lanzado por la Casa Blanca aprobando la mayor reducción de reservas estratégicas de su historia.
Y en Europa todas las miradas se dirigen hacia Alemania, donde ha habido fumata blanca y se ha anunciado un pacto de gobierno entre socialdemócratas, verdes y liberales, grupo que ya se conoce como “la coalición del semáforo”. Al frente de la cartera de Finanzas estará Christian Lindner, al que algunos medios económicos califican de «halcón» pero que tendrá las manos bastante atadas para reclamar a los países del Sur una mayor disciplina fiscal.
El hecho de que los liberales no tengan la mayoría absoluta ha sido bien recibido por el Gobierno español, pero en el Palacio de la Moncloa se teme que en 2023 Alemania reclame la descongelación de las reglas fiscales de la eurozona y se obligue a España a aprobar ajustes de calado.
CALVIÑO: ESPAÑA SERÁ LA LOCOMOTORA… EN 2022
Hasta entonces Nadia Calviño y María Jesús Montero seguirán usando el BOE y el Presupuesto para hacer política y preparar la reelección de Sánchez, y en esta línea mantienen intacta su campaña de propaganda. La vicepresidenta económica insiste en que España será la locomotora europea, pero ya no este año, sino el que viene.
Como los malos estudiantes que esperan recuperarse en septiembre, los responsables de la política económica española se hacen trampas al solitario. Para ello han creado el PIB diario, un nuevo indicador con el que pretenden convencer a los ciudadanos de que España va bien, pero esta vez cambiado las gaviotas por los puños y las rosas.
En un país tan dependiente del turismo, de la construcción y de la industria automovilística implantar pasaportes covid, aumentar los problemas de las cadenas de suministro internacionales, mantener un modelo energético inflacionario y ampliar las rigideces del mercado laboral no son, desde luego, las recetas para garantizar la recuperación. Pero se trata justo del menú que ha puesto sobre la mesa el Ejecutivo para llegar a las próximas elecciones. Una apuesta arriesgada, en la que está en juego el futuro de la economía española.
LOS GRANDES FONDOS PESCAN EN EL RÍO REVUELTO
Y en río revuelto, ganancia de pescadores. Los grandes fondos de inversión han abierto la veda y están dispuestos a aprovechar la incertidumbre y la volatilidad para sacar partido. La oferta de KKR por Telecom Italia puede ser sólo la punta del iceberg, ya que los gigantes financieros disponen de la liquidez de la banca central antes que el resto de los mortales (por el denominado efecto Cantillón). El sector de las telecomunicaciones europeo es uno de los más atractivos, ya que las empresas están endeudadas y a la espera de recibir fondos públicos, lo cual las sitúa a tiro de OPA.
Las empresas energéticas también están en el radar de los grandes inversores, sobre todo tras el anuncio de ENEL de que quiere vender sus centrales de ciclo combinado para ser más verde, sostenible, inclusiva y resiliente. Algo que en los tiempos actuales, en los que el gas se ha convertido en el objeto del deseo de justos y pecadores, supone un terremoto en el sector energético.
Y siempre que hay rumores de compras en este ámbito, sale a relucir el caso de Repsol, petrolera que siempre está en todas las quinielas para ser adquirida pero que el Gobierno español protege a través del blindaje antiopas, que la pasada semana renovó para proteger a las multinacionales españolas hasta finales de 2022.
En cuanto a las citas importantes de esta semana, todos los ojos estarán puestos en la evolución de Omicron, así como en las decisiones que adopten los burócratas para (en teoría) limitar su propagación. Y en materia macroeconómica conoceremos los datos preliminares de inflación en la eurozona, el informe de empleo de noviembre de Estados Unidos y estaremos atentos a la comparecencia del presidente de la FED, Jerome Powell, que ha despejado su futuro tras ser designado por Joe Biden para repetir mandato al frente del banco central.