José Ramón de la Morena piropeó durante varios minutos a la Cadena SER en su regreso al micrófono amarillo tras cinco años de ausencia. Es cierto que el de Brunete insinuó en la entrevista que concedió a ‘Hora 25’ la inquietud que se vive en Gran Vía 32 por la colección de salidas que acumula la emisora líder en los últimos días.
Pero sus guiños hacia la que fue su casa durante 35 años contrastaron con sus palabras hacia Onda Cero, ya que admitió que el final en Atresmedia Radio se le hizo «largo». Este hecho se evidenció en su decisión de cerrar ‘El Transistor’ el pasado 30 de junio en vez de aguardar unos días para dar cuenta del tramo final de la pasada Eurocopa de fútbol masculina.
Joserra sin embargo se derritió con la cadena que le hizo famoso: «No sé si la SER es una secta como nos acusaban, pero sí es una religión. Nosotros hemos hecho aquí en la SER tanta historia que lo llevas dentro. Esta casa es el mejor escaparate posible».
BUENAS Y MALAS PERSONAS
Los pésimos números de ‘El Transistor’ de Onda Cero en el EGM y el elevado sueldo de De la Morena (que llevó a la división radiofónica de Atresmedia a pérdidas en 2020) provocaron una incomodidad en San Sebastián de los Reyes que concluyó con la jubilación más o menos forzosa del mítico locutor.
De la Morena aun así sostiene que su marcha se debe únicamente a los problemas de salud con los que nació su último retoño: «Nos dicen que ese hijo puede venir ciego. Cuando preguntamos qué posibilidades tenía, nos dicen que un 90 por ciento».
«A mí eso me cambió la vida y decidí que no podía ir a la radio. El pasado 22 de diciembre nos tocó la lotería cuando nos dijeron que el niño venía bien, pero yo lo había pasado tan mal y su madre peor, que supe que quería hacer otra cosa y que no podía seguir llegando a casa a las tres de la mañana todos los días«, añadió.
El locutor, recién casado y centrado en la Fundación que organiza cada final de año la Liga Promises, reconoció estar cómodo en su nueva etapa vital tras dejar de ver fútbol y aparcar algunos proyectos que se había marcado, como es el caso de unas memorias periodísticas que tiene pendientes de escribir.
También reconoció no estar demasiado orgulloso de algunos lances que protagonizó contra José María García en la recordada guerra noventera por el liderazgo de la medianoche deportiva radiofónica: «Siempre no fui buena persona. Lo intenté con todas mis fuerzas y no lo conseguí siempre».
«Cuando empecé con ‘El Larguero’ Tomás Martín Blanco me dijo ‘vas a empezar hacer esto, pero no quiero ni una pelea con García’. Le dije ‘mientras él no me toque no se preocupe porque no habrá ninguna pelea’. Él dice ‘te toque o no te toque’, a lo que yo le dije ‘no, si me toca no va a suceder porque he visto que siempre ha ido mal a todos los que se han callado. He visto aquí a todos que primero es un pescozón, luego es un empujón y luego es un tortazo. Usted me está diciendo que atraviese el canal sin un puñal, y yo un puñal voy a llevar siempre», rememoró.
De la Morena reconoce que ahora «hay mucha gente me dice que tenía cojones, muchas veces era osadía. No puedo presumir de ser más valiente que nadie, ni mucho menos. En esos momentos actuaba con osadía y con limpieza. Quería ser honesto».
PRIVILEGIADO
El periodista deportivo se reconoció en su adiós a Onda Cero como «un privilegiado. Terminé siendo ‘El larguero’, de largar y no de portería. Ahora quiero cumplir otro sueño. Quiero recuperar los momentos perdidos. Ser dueño de lo que no he sido nunca, de mi tiempo. Voy a intentarlo. No dejo de ser periodista, como el que es torero o pintor. La radio es algo que se lleva muy dentro y que no me la podrán quitar».
La intención, decía, era no repetir «los errores del pasado, cuando convertía las ganas en una obligación de estar en la élite. Ahora ya sé lo que es. Esta vida, la de periodista, es apasionante. Te quita cosas que cuestan más de lo que valen y tus hijos acaban de no valorar las cosas que se han encontrado hechas».