El anuncio del presidente del PP, Pablo Casado, de crear una nueva fundación dentro del partido, que se llamará Concordia y Libertad bajo la presidencia de Adolfo Suárez Illana, ha provocado que se ahonde en el cisma que vive la familia del expresidente del Gobierno desde su fallecimiento hace cuatro años.
Casado hizo este anuncio en Ávila, la circunscripción electoral por la que salió elegido diputado pero también la ciudad en la que está enterrado el presidente que dirigió la Transición. Es más, recordó que “la concordia fue posible” fue el epitafio escrito en la lápida de la tumba de Suárez padre en la catedral de Ávila, lo que vincula a dicha fundación con el legado del expresidente.
El hecho de que el PP y Casado se hayan apropiado de la imagen de Suárez padre no ha sentado bien en una parte de la familia del expresidente, máxime cuando ya está desde hace una década la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición (ADVT) para defender el conocimiento y logros de este período histórico en la historia de España. Eso sí, la ADVT es “políticamente apartidista, aconfesional y sin fines de lucro” y está abierta “a personas de las más variadas ideologías”, según se indica en su página web. Desde el fallecimiento de Aurelio Delgado, cuñado de Suárez, en diciembre de 2017 sus actividades han cesado y la web está inactiva, pero en la actualidad sigue formando parte de su dirección la actual duquesa de Suárez, Alejandra Romero.
El paso dado por Suárez Illana de dirigir una fundación que nace vinculada a los éxitos de su padre contradice, de alguna manera, la actitud mantenida por él desde 2014 de no participar en actos en los que se glosara la figura del presidente del Gobierno durante la Transición: los hermanos Suárez Illana habían considerado hasta ahora que el funeral de Estado había sido el broche perfecto para glosar la figura de su padre y se habían opuesto a homenajes y actos vinculados al fundador de UCD.
En el fondo, Suárez hijo siempre receló del protagonismo de esta Asociación para la Defensa de la Transición, creada por colaboradores del expresidente como el general Andrés Cassinello, Rafael Anson, el citado Aurelio Delgado, José Luis Graullera, Ernesto Jiménez Astorga o el también fallecido Eduardo Navarro, y que a finales de 2012 incluyó en su comité ejecutivo a Alejandra Romero, hija de Mariam –la primogénita del expresidente– y que tras el fallecimiento de su abuelo se convirtió en la nueva duquesa de Suárez.
EL DUCADO QUE DIVIDIÓ A LA FAMILIA SUÁREZ
La familia Suárez vive partida en dos desde hace años. Por un lado forman una piña los cuatro hijos vivos del expresidente –Adolfo, Laura, Sonsoles y Francisco Javier–, quienes organizaron por su cuenta una misa íntima en recuerdo a su padre cada 23 de marzo. En el otro bando se encuentran la duquesa de Suárez, su hermano Fernando, el marido de Mariam (Fernando Romero) así como varios familiares directos del expresidente abulense o sus hermanos Ricardo y José María. Todos ellos habían criticado la obcecación de Suárez Illana y sus hermanos en no asistir a ningún homenaje al expresidente, lo que suponía una especie de condena al olvido de Adolfo Suárez.
Por ejemplo, justo en este primer aniversario se inauguró una escultura de bronce del expresidente en su Ávila natal. Pues bien, ningún familiar del político asistió al acto: los hijos, por su política de no honrarle en público, y el resto de la familia, por no airear el cisma. Así, la imagen de unidad familiar se terminó con el funeral de Estado de hace cuatro años. Ya en el velatorio en el Congreso de los Diputados hubo tensiones entre Suárez Illana y el marido de Mariam, con el que no se trataba desde que falleció su hermana. Algunos de los presentes, que no conocían las disensiones familiares, justificaron el tenso ambiente por la emoción del momento.
LA PRESENCIA DE FERNANDO ROMERO
Romero mantuvo en esos días una imagen irreprochable en lo que fue su estreno en sociedad. En todo momento estuvo junto a sus tíos, en representación de su madre, Mariam. Quien no pudo estar como a él le hubiera gustado fue su padre Fernando, a quien solo se le vio en público el segundo día, cuando se produjo la salida del féretro a la calle. Los hijos de Suárez hubieran preferido no tener cerca a su cuñado y a los pocos días, cuando todos se volvieron a ver en la catedral de La Almudena con motivo del funeral de Estado, Romero se colocó de nuevo en el primer banco junto a sus tíos.
“No tenía vuelta de hoja. Cuando se cambió la norma dijimos en la familia que había que cumplirla, no discutirla”
El origen del cisma familiar está en el título nobiliario de la familia. La modificación de la ley en 2006 –comúnmente llamada ley Ágatha Ruiz de la Prada, porque la diseñadora fue la primera beneficiada al heredar el marquesado de Castelldosríus y la baronía de Santa Pau– impide desde entonces cualquier discriminación por razón de sexo a la hora de heredar un título. Ello supuso que Romero pasase a ser la heredera del Ducado con su abuelo en vida y en detrimento del que hasta entonces tenía esa condición: Adolfo Suárez Illana, primer hijo varón del expresidente.
TAPAR LAS RENCILLAS
Dentro de la familia Suárez se intentaron tapar entonces las rencillas. “No tenía vuelta de hoja. Cuando se cambió la norma dijimos en la familia que había que cumplirla, no discutirla”, justificaba hace años Aurelio Delgado, cuñado del expresidente y que por entonces intentaba ejercer de mediador.
Así, por un lado, Delgado reconocía que la reacción inicial de Adolfo hijo ante el cambio de la ley en 2006 pudo ser “humana y lógica” porque su comportamiento con Suárez padre había sido “extraordinario, exquisito, intenso”, fruto de la continua atención que había tenido con él desde que la enfermedad dio sus primeros síntomas en 2004. Por el otro, subrayaba la afinidad que tenía el expresidente con Mariam, su hija mayor, para así bendecir el hecho de que el Ducado recayese en su nieta Alejandra. De aquella disparidad de criterio vienen las actuales zancadillas en la familia Suárez.