El descubrimiento de que una escuela médica de Tokio excluyó de forma sistemática a las mujeres en favor de hombres menos calificados indignó al mundo. Aunque esta noticia fue anunciada desde Japón como un punto de inflexión, en el país asiático pocos esperan que las cosas cambien pronto.
Este escándalo es solo la punta de iceberg. El problema de la discriminación laboral es uno de los mayores desafíos a los que se enfrente Shinzo Abe en su intento de revitalizar la economía. La rígida cultura laboral nipona ha creado roles de genero muy fijos. Esto ha impedido que el mercado laboral se regenere en una sociedad donde cada vez hay más vejez. Por ello el hecho de que se pusiese obstáculos a la formación de médicos solo por mujeres es un escándalo, ya que este es uno de los sectores donde más profesionales se necesitan.
La universidad admitió este mes que había manipulado las notas de los exámenes para asegurar que las mujeres siguieran siendo una minoría en las clases de medicina. El motivo es que pensaban que era peligroso que un porcentaje alto del futuro de esta profesión fueran mujeres porque, a diferencia de los hombres, es muy probable que abandonen el trabajo para tener hijos según la universidad.
Los datos del Gobierno en este asunto dicen que más del 25% de las mujeres dejan el trabjo después de 12 años de graduarse, mientras que en los hombres esta cifra alcanza el 10%.
El país más viejo del mundo se ha sumado a la tradición de largas jornadas laborales y no le importa desperdiciar talento femenino, ko que ha sido determinante contra las mujeres, la productividad del país y el nivel de vida en Japón. El Gobierno a raíz de este incidente ha lanzado una revisión a nivel nacional de los procedimientos para el ingreso a las universidades.
«El descubrimiento de esto podría suponer el comienzo de un cambio cultural», dijo Takuji Okubo, economistas jefe de Pajam Macro Advisors. Aunque advirito que se requeriría también una considerable voluntad política.
“Tal vez haya gente que esté empezando a sentir que lo que hacía estaba mal como consecuencia de la presión general para que haya más equidad entre hombres y mujeres”, dijo Okubo. Agregó que en Japón aún hay mucho por hacer para que las cosas sean como deben ser. “Hará falta un importante liderazgo político. Al ritmo actual llevará algunas décadas”.
EFECTO LIMITADO
La preocupación ante la contracción de la fuerza de trabajo de Japón y el envejecimiento de la población ha llevado a Abe a tratar de eliminar las barreras que impiden que las mujeres contribuyan plenamente a la economía. Su serie de medidas ha sido blanco de críticas por no avanzar lo suficiente y Abe ha dado escasas muestras de estar dispuesto a cambiar de rumbo en momentos en que hace campaña para un nuevo mandato de tres años como primer ministro.
Abe presentó este año legislación que limita el tiempo de trabajo adicional y trata de reducir la brecha de tratamiento entre empleados de tiempo completo y de media jornada, categoría a la cual con frecuencia se ven impulsadas las mujeres. Ha prometido permitir que todos trabajen si quieren hacerlo, independientemente de su edad, de una discapacidad y de responsabilidades familiares. Hasta ahora el efecto ha sido limitado. El diario Nikkei informó que las restricciones al tiempo adicional no entrarán en vigencia en la profesión médica hasta 2024.
Isabel Reynolds para Bloomberg