Afrontamos la última semana de octubre comprobando como los viejos problemas que sufre la economía española siguen encallados mientras otros nuevos surgen como setas en esta falsa recuperación económica con la que concluye el presente ejercicio. La vieja pelea sobre la derogación de la reforma laboral resurge tras el Congreso de CCOO, en el que la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, volvió a mostrar su falta de respeto a la seguridad jurídica y, sobre todo, su obsesión por disparar en la línea de flotación de Nadia Calviño, supuesta responsable de la política económica que últimamente pierde todas las batallas contra su rival, máxima representante del comunismo caviar con poca formación y mucha ansia de poder.
Tras conseguir convencer al presidente del Gobierno de que era necesario intervenir el mercado inmobiliario mediante una ley bolivariana, ahora Díaz ha decidido echar un pulso a Calviño en relación a la nueva normativa laboral que debe ver la luz para que España pueda seguir recibiendo el maná de Bruselas.
En esta ocasión parece que Sánchez no va a permitir a la líder de Unidas Podemos llevar el ascua a su sardina y ha decidido respaldar a Calviño en la pelea. El problema es que ese movimiento ha mostrado la debilidad de una vicepresidenta primera que ha perdido el mando y que necesita al primo de Zumosol monclovita para evitar que le roben el bocadillo en el recreo.
Respecto a la reforma laboral, Calviño ha prometido a sus colegas en Bruselas que se mantendrán los convenios de empresa, no se recuperará la ultraactividad (que permitía mantener vigentes los convenios hasta que fueran pactados unos nuevos) y no aumentará el coste de las indemnizaciones por despido. Y Díaz está en las antípodas de todo esto, ya que su objetivo es dar más poder a CCOO y UGT para utilizarlos como punta de lanza electoral y ello pasa por no cumplir ninguna de las premisas de la vicepresidenta primera.
se ha empezado a filtrar a los periodistas la posibilidad de que el Gobierno de coalición se rompa
La preocupación en el Palacio de La Moncloa es de tal calibre que ya se ha empezado a filtrar a los periodistas la posibilidad de que el Gobierno de coalición se rompa por esta brecha de criterio insalvable. Un mensaje que se parece más a un farol de un jugador de póker que a una previsión realista. No obstante si algo nos ha enseñado la política española es que cualquier cosa puede suceder, incluso que un presidente del Gobierno sea sustituido por otro en una moción de censura en la que su escaño es ocupado por el bolso de su vicepresidenta mientras ahoga sus penas entre camaradas y en vaso ancho.
12.000 MILLONES EUROPEOS ESTÁN EN PELIGRO
Del éxito de esta reforma laboral dependen los próximos 12.000 millones de euros en transferencias del Next Generation EU y, lo más importante, el futuro de un mercado laboral español que se enfrenta a un escenario incierto. A pesar de que todo el tiempo transcurrido desde el fin de las restricciones pandémicas hay casi medio millón de trabajadores en ERTE o en cese de actividad (en el caso de los autónomos) y si el Gobierno aumenta las rigideces del mercado laboral las contrataciones se resentirán. Ya la subida del Salario Mínimo es un obstáculo para la creación de empleo y en el caso de que Díaz gane la pugna a Calviño el escenario será aún más complicado para los millones de desempleados españoles.
Y mientras los problemas internos siguen desgastando al Ejecutivo, la crisis energética aumenta los dolores de cabeza al presidente del Gobierno, enfrentado con las grandes empresas, tanto con las generadoras de electricidad como con las que han tenido que cerrar por no poder hacer frente a la factura de la luz.
La antaño compañía modelo, Iberdrola, está echando un pulso a Moncloa y ha decidido cortejar a Reino Unido, Alemania y EEUU al mismo tiempo que da con la puerta en las narices a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. El plantón en la subasta de renovables es sólo la punta del iceberg de un conflicto que cada día es más evidente. Ignacio Sánchez Galán está jugando fuerte, sabedor de la fuerza que le da su alianza natural con el PNV, pero deberá tener cuidado porque el otro Sánchez, el presidente del Gobierno, es un killer que hasta ahora no ha perdido ningún combate.
FRACASO ENERGÉTICO EN BRUSELAS
Las luchas entre empresarios y políticos suceden mientras el precio de la electricidad sigue batiendo récords: ayer domingo fue el más caro de la historia con 213 euros MWh. La esperanza de Ribera era que Bruselas lanzara un paquete de medidas destinadas a rebajar la factura que pagan hogares y compañías, pero el Consejo Europeo se ha puesto de perfil.
Los encuentros que mantuvo la pasada semana Sánchez con las autoridades europeas han sido estériles. Von der Leyen le ha dicho al presidente español que entregue cheques a los hogares con menos recursos para pagar la luz, como los anunciados por el Gobierno francés, y que facilite los aplazamientos de pago a las empresas. Pero claro, para eso hay que tener dinero en caja y no ser el único país europeo que lidera tanto el ránking de déficit como el de deuda pública.
EL IBEX 35 SE ATASCA EN LOS 9.000
En este contexto a nadie le extrañará la atonía de un Ibex 35 que no es capaz de mantenerse por encima de los 9.000 puntos y que la semana pasada perdió un 1% tras cerrar una última sesión en la que fue el único indicador de referencia de las Bolsas europeas que concluyó en números rojos. Esta semana va a servir para calibrar el estado financiero de las grandes multinacionales españolas que presentan resultados trimestrales, entre las que destacan ACS, Repsol, BBVA y Santander.
Otra cita importante en el calendario es la reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) que tendrá lugar el próximo jueves. El mercado espera que Christine Lagarde aporte algunas claves sobre el nuevo programa de compra de activos que sustituirá al actual plan de emergencia pandémica (PEPP) y, sobre todo, que haga algún comentario sobre la inflación, variable determinante para conocer la evolución de los tipos de interés. Les adelanto, queridos lectores, que aunque a la máxima responsable del BCE no le gusten les toros responderá a las preguntas con una larga cambiada sin grandes florituras.