El 17 de agosto de 2017 se cometieron unos atentados yihadistas en Cataluña. Murieron 16 inocentes y hubo 152 heridos. El Rey, tras presidir pocos días antes un funeral en la Sagrada Familia, asistió el 26 de agosto a la manifestación de repulsa organizada en Barcelona. El separatismo se desentendió entonces de las víctimas para increpar a Felipe VI. El 3 de octubre siguiente, el Rey señaló, acertadamente, que el orden constitucional se había subvertido en la Autonomía catalana tras el referéndum inconstitucional de independencia y las leyes de desconexión.
Muchos secesionistas quieren volver a escrachar al Rey en los actos conmemorativos de estos atentados el próximo viernes. Las víctimas siguen sin importarles. A pesar de los esfuerzos de Sánchez por reducir la tensión con la Generalitat, ello sólo es para Quim Torra, Presidente separatista y mandado puigdemontista, un entreacto. Sánchez quiere buscar una fórmula para que la mayoría de los catalanes estén a gusto en España. Torra desea exclusivamente gestionar un tiempo que debiera culminar con la independencia catalana.
Se trata de mantener movilizadas las huestes antiespañolas, incluidos los CDR revolucionarios dependientes de la CUP. Llenar Cataluña de simbología amarilla, de esteladas, y, sobre todo, intimidar (una violencia) a los disconformes es el plan para pretender demostrar a Europa que España es un país fascista que impide la independencia inconstitucional de un Principado que nunca fue independiente. Nada bueno puede salir de todo ello.
Momentos vociferantes no faltarán a los separatistas que Puigdemont pretende agrupar unitariamente en su nuevo invento, la Crida, a costa, esencialmente, de ERC y del PDCat: el 6 y 7 de septiembre, aprobación de las leyes inconstitucionales de desconexión; la habitual Diada del 11 de septiembre; el 1 de octubre, fecha del referéndum ilegal; el 3 de ese mes, día del discurso real; la fugaz proclamación unilateral de independencia del 27 de octubre; el desarrollo, a partir del otoño, del juicio contra los independentistas imputados; etc …
Todo pretexto vale. Todo vale, incluso la confrontación con los discrepantes ahora limitada a provocarles y amedrentarles de una manera u otra. La primera ocasión alborotadora será este 17 de agosto. No respetarán a las víctimas del yihadismo: quieren esteladas y agraviar al Rey. Insultar a todos los españoles a través del Jefe del Estado.
Es una buena oportunidad para que el Gobierno, PSOE (PSC incluido), PP, Ciudadanos y otros partidos arropen al Rey y movilicen a la ciudadanía. Un Rey que personifica nuestra Monarquía Parlamentaria, constitucional y democrática. Un Rey que representa a España. Por eso, Podemos podría aparcar ese día su republicanismo.
Todo ello no desmerece el esfuerzo gubernamental para mantener, con firmeza, un necesario diálogo político con el secesionismo. No hay que perder la esperanza de que la sensatez vuelva a muchos de los que se han desquiciado para que, poco a poco, los catalanes puedan reconciliarse entre ellos porque si bastantes pretenden la independencia, muchos quieren mantenerse en España y son a estos a los que debe ayudar el constitucionalismo, a esta mayoría más silenciosa que berreante. De lo contrario, algunos acabarán pensando seriamente en una Tabarnia desgajada de Cataluña.
Mientras tanto, Josep Borrell, Ministro de Exteriores, favorece un buen plan para ayudar al desarrollo africano y la repatriación de sus ciudadanos ilegales en Europa: un “Erasmus euroafricano” consistente en una beca de tres años en la UE para un africano, con retorno, por cada ilegal devuelto. Una buena idea.
Carlos Miranda es Embajador de España