«Antes del estallido de la crisis los clientes salían de la sucursal con la tarjeta en la boca», afirma un exempleado de banca. Esta sensación es compartida por algunos compañeros de profesión y por usuarios de las propias entidades bancarias. Aunque lo cierto es que los bancos explican que la dificultad no ha cambiado y que se siguen realizando los mismos estudios a la hora de conceder una tarjeta de crédito.
Once años después de la gran recesión económica que vivió España, el país ya da síntomas inequívocos de recuperación. De hecho, el número de ocupados en España alcanzó en el segundo trimestre del año los 19,3 millones, cifra que no se lograba desde finales de 2008. Todos los índices apuntan al optimismo. La población española comienza a perder el miedo a volver a consumir, a las hipotecas y a los créditos. Por este motivo, muchos se han lanzado a ‘tocar plástico’ -conseguir una tarjeta de crédito-, durante este último año de recuperación. Pero las experiencias de muchos de ellos indican la complejidad para conseguirlo.
«Llevo con un contrato indefinido desde hace más de tres años, tengo una nómina de 1.200 euros y me han rechazado una tarjeta WiZink porque no cumplo los requisitos», afirma un trabajador de 29 años que desempeña funciones administrativas. En este caso en concreto, el cliente es del Banco Popular y el servicio de tarjetas de crédito está externalizado. De todos modos, ahora el Grupo Santander ha vuelto a recuperar este servicio a comprar el Banco Popular.
Pero no sólo los clientes tienen la sensación de que ahora es más difícil acceder a una tarjeta de crédito. También hay empleados y extrabajadores de las propias entidades que afirman que antes las cosas eran distintas. «Lo cierto es que antes del estallido de la crisis no sólo se cometieron excesos en la concesión de hipotecas, también se hizo con las tarjetas de crédito. De hecho, algunos casi salían de la sucursal con ella en la boca», afirma en tono de sorna uno de estos empleados.
Todas las entidades con las que se ha puesto en contacto en MERCA2 (BBVA, Banco Santander y Caixabank) niegan que ahora sea más difícil conseguir una tarjeta de crédito en comparación a los tiempos de antes del estallido de la crisis. De hecho, todas ellas afirman que han aumentado el número de concesiones de las mismas. Y este dato es cierto, pero tiene une pequeña trampa. Los bancos han crecido en número de clientes, por lo tanto es fácil haber aumentado el número de tarjetas de crédito. Lo que habría que comparar es cuántas peticiones se rechazaban antes y cuántas ahora para obtener un porcentaje. Pero ese dato no lo tienen registrado.
De todos modos, todas las entidades han explicado su puntos de vista sobre las experiencias y sensaciones de clientes y empleados. Por ejemplo, BBVA afirma que su política en cuanto a la concesión de tarjetas de crédito es la misma. De hecho, aclaran que la han potenciado.
«La mayoría de las tarjetas del portfolio se pueden contratar a un ‘click’ y se ha ampliado el catálogo con el lanzamiento de dos nuevos productos. En 2017, las altas de las tarjetas de crédito han triplicado la contratación que se realizó en el 2012″, explican desde BBVA.
EN CAIXABANK REINA LA PRUDENCIA
Caixabank aboga por la prudencia a la hora de conceder tarjetas de crédito. En este sentido, desde la entidad catalana afirman que nada ha cambiado para ellos el estallido de la crisis y que los estudios que se hacen sobre el cliente son idénticos.
«Somos el principal emisor del mercado español, con 16,4 millones de tarjetas en circulación y una cuota de mercado por facturación del 23,4%. Disponemos de todo tipo de productos de medio de pago (crédito, revolving, débito, prepago, ciberpago, contactless, pago con el móvil, wearable…)», afirman desde la entidad catalana.
UN PROBLEMA DE DATOS
Por último, el Banco Santander sigue en la misma línea que sus competidores. No piensan que exista un problema con la concesión de tarjetas de crédito. «No ha cambiado nada. El cliente la solicita, se realiza un análisis del riesgo y a partir de ahí se toma una decisión», afirman desde el Santander.
Al final, lo que transluce de todo este asunto es la diferencia que existe entre la sensación que existe entre los clientes y las propias entidades bancarias con sus números. Aunque lo cierto es que el dato que podría resolver todo el problema no ha sido capaz de ofrecerlo ningún banco. Porque la única manera de comprobar que la percepción de los clientes es saber cuántas tarjetas se denegaban antes de la crisis y cuántas en la actualidad.