Corren malos tiempos para el sector de la automoción. A las decisiones políticas para acabar con los motores de combustión y la falta de alternativas reales en el corto plazo (el coche eléctrico de momento no lo es) se suma ahora una crisis de materias primas que amenaza con llevarse por delante a las fábricas de las principales marcas. Y a los trabajadores les preocupa que los actuales ajustes temporales de empleo acaben transformándose en despidos. Es el caso de Renault España, cuya plantilla teme que el próximo año el grupo presente un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afecte a las factorías ibéricas.
«Es algo de lo que nadie quiere hablar en las mesas de negociaciones, pero es evidente que existe una posibilidad real de que al final el grupo realice despidos, sobre todo si la matriz francesa sigue presionando en ese sentido», explica a MERCA2 un trabajador de Renault España. El nerviosismo ha invadido a los trabajadores en las plantas de Valladolid, Palencia y Sevilla, sobre todo después de que una de sus principales competidoras, Seat, haya extendido su Expediente Temporal de Empleo (ERTE) hasta 2022, constatando que los problemas para acceder a los semiconductores –vitales para mantener la actividad en las factorías– está lejos de solucionarse.
Oficialmente los principales sindicatos no quieren valorar la posibilidad de que la dirección de Renault presente un ERE en España, pero ya antes de la prórroga hasta finales de 2021 del actual ERTE aprobada el pasado julio la sombra del ajuste laboral planeaba sobre las factorías. CCOO considera en un comunicado que la falta de componentes «no es un problema estructural sino coyuntural y responsabilidad del sector automovilístico que no han generado los trabajadores». Pero lo cierto es que las empresas tampoco son culpables de esta crisis de oferta y, tarde o temprano, se acabarán produciendo las temidas reducciones de plantilla.
Unos ajustes que no sólo afectarán al sector del motor, ya que cuatro de cada diez empresas de la eurozona tienen problemas de suministro. «Las economías de la zona euro se enfrentan a una situación de escasez de componentes básicos, lo que está generando cuellos de botella en su producción, que impiden que la oferta atienda la demanda de pedidos en los plazos requeridos», señala el Banco de España en un documento publicado el pasado miércoles. La crisis de los microchips ha provocado que dejen de producirse en el mundo más de siete millones de automóviles, según la patronal Ametic.
De momento, Renault ha informado a los sindicatos en la Comisión de Seguimiento del actual ERTE que se va a reducir la actividad en el turno de noche, algo que afectará fundamentalmente a la planta de Valladolid, según confirma a MERCA2 Javier Martín, secretario de la sección sindical de Renault en esta ciudad y presidente del Sindicato de Cuadros y Profesionales (SCP). Aunque existen fuentes internas que apuntan que la crisis de los semiconductores provocará que este año el volumen de unidades fabricadas caiga un 50%, Martín indica que en las reuniones mantenidas con la compañía no se ha trasladado esta cifra.
Respecto a la posibilidad de que el temido ERE se convierta en una realidad, Martín asegura que en estos momentos la sección sindical que representa «no contempla ese escenario» y asegura que la empresa «no ha trasladado nada al respecto». Este diario ha contactado con UGT y CCOO para conocer su opinión sobre esta cuestión, así como con la dirección de la empresa, sin haber recibido respuesta por su parte.
Más allá de los chips: trasladar empleo a Corea
Además de los problemas derivados de la escasez de semiconductores existe otra cuestión que puede ser determinante para las factorías de Renault España: la apuesta del grupo por deslocalizar producción a Corea del Sur para reducir costes laborales, sobre todo después de que la matriz haya firmado una alianza con la china Geely Holding para desarrollar vehículos híbridos en ambos países. «Existe presión por parte de la dirección francesa de llevar producción de España a Corea porque allí el coste es muy inferior, cada coche sale por unos 7.000 u 8.000 euros, frente a los 16.000 de aquí», señala a MERCA2 un trabajador de la planta de Valladolid que asegura que este trasvase ya se está produciendo.
El papel de los representantes sindicales en esta crisis también está en entredicho, ya que las condiciones laborales están empeorando y la precarización del empleo es cada día más evidente. «Este verano las vacaciones se han hecho en bloques de departamentos porque muchos no sabían ni siquiera si iban a volver a trabajar en septiembre. Sólo se salvan los sindicalistas y al resto se les hacen contratos de seis meses, hay trabajadores que están reduciendo su actividad a propósito porque saben que van a irse a la calle», explican las fuentes internas consultadas.
«Hay trabajadores que están reduciendo su actividad a propósito porque saben que van a irse a la calle»
Preguntado por esta cuestión el presidente del SCP y secretario de acción sindical de Renault recuerda que «los contratos en Renault España se ajustan a derecho» y que no tiene constancia de que el grupo vaya a trasladar producción a Corea. Sin embargo CGT apunta que esta situación viene de lejos, en concreto desde 2018, cuando el modelo Twizy dejó de fabricarse en Valladolid para construirse en el país asiático y «unos 70 millones de euros en subvenciones volaron hacia Corea».
Por si todo esto no fuera suficiente, a los problemas en el sector se suma ahora el del aumento del coste del transporte marítimo, que sigue incrementándose como consecuencia de la destrucción de las cadenas de suministro globales generada durante los primeros meses de la pandemia y que provoca cuellos de botella de difícil solución. Sirva como ejemplo el hecho de que, el coste de enviar un contenedor de 40 pies desde Shanghái a Los Ángeles haya llegado a superar los 11.500 dólares: ocho veces más que antes de la pandemia, según refleja el Drewry World Container Index.
La solución política: fabricar chips en la UE
Mientras todo esto sucede las autoridades públicas intentar reaccionar a posteriori, mostrando una vez su falta de capacidad para anticiparse a los problemas que, en buena medida, generan sus propias decisiones. La Comisión Europea (CE) ha anunciado que prepara un proyecto industrial para crear un nuevo «ecosistema» de fabricación de chips que reduzca la dependencia de Asia y Estados Unidos. El objetivo es que en 2030 se produzcan en Europa el 20% de los semiconductores, lo que supone el doble del volumen actual.
Este plan se articulará mediante una Ley Europea de Chips, según anunció el pasado jueves la presidenta de la CE, Ursula Von Der Leyen. La apuesta normativa se produce un año después de que las autoridades estadounidenses anunciaran una iniciativa similar para competir con la tecnología china. La batalla está servida, porque el gigante asiático y Corea del Sur han aprobado recientemente programas para potenciar iniciativas locales de investigación, diseño y fabricación de chips. La esperanza europea es que otras empresas sigan los pasos de Intel, que construirá dos fábricas de semiconductores en el Viejo Continente con una inversión prevista de 80.000 millones de euros.
Tambores de guerra: la importancia de Taiwan
Según un informe del Boston Consulting Group, alrededor del 75% de la capacidad de fabricación de semiconductores, así como muchos proveedores de otros materiales clave para la industria se concentran en China y Asia Oriental, «una región significativamente expuesta a una alta actividad sísmica y tensiones geopolíticas».
Además, toda la capacidad de fabricación de semiconductores más avanzada del mundo, en nodos por debajo de 10 nanómetros, se encuentra actualmente en Corea del Sur (8%) y Taiwán (92%). «Estos son puntos únicos de falla que podrían verse interrumpidos por desastres naturales, cierres de infraestructura o conflictos internacionales, y pueden causar interrupciones graves en el suministro de chips», apunta la consultora.
Consciente de su poder en esta industria, el ministerio de Defensa de Taiwan ha solicitado un incremento de su presupuesto militar porque teme que la crisis de oferta de chips provoque un aumento de las hostilidades por parte de China, lo cual podría dar lugar a un escenario bélico que introdujera aún más incertidumbre en los próximos meses.