sábado, 23 noviembre 2024

Ryanair rescata su «agresiva» política de amenazas por carta

Cualquier pasajero de Ryanair ha sido testigo en sus vuelos de los productos, servicios y sorteos que los tripulantes de cabina intentan vender. De hecho, existe hasta un folleto en el que poder adquirir perfumes, comida y hasta discos de Beyoncé, por no hablar de las famosas tarjetas de ‘Rasca y gana’. Pero detrás de toda esta política de ventas a bordo– incómoda para muchos usuarios– hay una estrategia de presión de la compañía a través de cartas amenazadoras que los sindicatos de tripulantes de cabina llevan años denunciando. Estar de baja también es un requisito para recibir estas circulares. Una política que no es nueva y que ya vivieron los pilotos de la aerolínea hace años.

Los sindicatos de tripulantes de cabina de Ryanair denuncian el “entorno laboral agresivo” que están sufriendo. Las políticas de la compañía son tan agobiantes que en determinados casos llegan a obligar a los tripulantes de cabina a conseguir unos mínimos en ventas a bordo de 1,80 euros por pasajero en cada vuelo. De hecho, Ryanair amenaza vía cartas con ser trasladados a otro país si no consiguen estos objetivos, tal y como denuncian desde USO.

Los TCP de Ryanair reciben una circular en la que la compañía indica qué tiene que vender y en qué cantidades. Así, por ejemplo, uno de los documentos a las que ha tenido acceso MERCA2 indica que cada miembro de la tripulación debe vender un perfume, un artículo de comida fresca y ocho tarjetas de ‘Rasca y gana’ de Ryanair. Todo eso durante un vuelo.

Dicha circular viene acompañada por una amenaza. “Cualquier miembro de la tripulación que no alcance su objetivo diario deberá explicar por qué. Si los mismos miembros de la tripulación parecen no estar alcanzando sus objetivos diarios serán recibidos por su supervisor y se tomarán medidas adicionales”, detalla. El motivo no es otro que sacar ingresos complementarios. Por ello Ryanair advierte que “necesitamos impulsar las ventas y alcanzar objetivos diarios”.

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Circular de objetivos para TCP de Ryanair.

Tras la circular, el siguiente paso es una carta directamente personal en la que indican a cada trabajador sus ganancias por vuelo. “Después de una revisión de este vuelo, no pudo lograr el presupuesto del vuelo. Su gasto promedio fue 1,15 euros; sin embargo, presupuesto para el vuelo es de 1,84 euros. Como usted sabe, las ventas a bordo son una parte clave de nuestra oferta a bordo para los pasajeros y de su rendimiento se desprende que usted tiene mucho trabajo que hacer en esta área”. Reza una de las cartas enviadas el pasado año a un trabajador desde Workforce International Contractor, la compañía a través de la cual Ryanair contrata a los TCP.

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Carta enviada a un TCP por la empresa subcontratada de Ryanair, Workforce International Contractor.

La política de ahorro de costes y ventas complementarias es muy importante dentro de la compañía. Tanto es así que los ingresos por servicios complementarios como facturación de equipaje o menús aportaron a las principales aerolíneas mundiales un total de 23.550 millones de euros, según el anuario de 2017 de CarTrawler sobre ingresos por servicios complementarios elaborado por IdeaWorkCompany. De ellos, 1,6 millones de euros correspondieron a Ryanair, la low cost que saca más tajada de estos servicios.

CONTINÚAN LAS AMENAZAS

La situación se repite incluso después de que los TCP de España (USO y Sictpla), Portugal (Snvpac), Italia (UIL) y Bélgica (CNE) anunciaran huelgas el 25 y 26 de julio. Ernesto Iglesias, portavoz de USO Sector Aéreo, denuncia que siguen recibiendo cartas, incluso aquellos que se dan de baja por problemas de salud también sufren la amenazas.

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Carta enviada a un trabajador a través de Workforce International Contractor, para advertir de sus absentismo.

“La buena asistencia es esencial en la industria de las aerolíneas para evitar cualquier interrupción en las operaciones de nuestra aerolínea cliente (…) Su registro de asistencia general en los últimos 12 meses cae muy por debajo del estándar que esperamos (…). Su asistencia continuará siendo monitoreada y evaluada de cerca y si hubiera más problemas con su asistencia, podríamos poner en marcha una acción disciplinaria que podría incluir el despido”, reza la carta.

El miedo ante los despidos es palpable entre los trabajadores. Ryanair echó el pasado viernes a cuatro tripulantes de cabina residentes en Mallorca, que debían operar cuatro vuelos el pasado día 8 de julio en una ruta desde Palma hasta Madrid y regreso para enlazar con un vuelo hacia Colonia (Alemania) y vuelta a la ciudad mallorquina. Todo ello en un total unas 12 horas que podían llegar a ser 15. La tripulación alertó al comandante de que estaban al límite de facultades psicofísicas, pero finalmente fueron expedientados.

Ryanair reconoce la existencia de estas cartas, por lo que se justifica de la siguiente manera: “Ningún tripulante de cabina ha perdido, ni podría perder su empleo por ser precavidos. La carta emitida se refiere específicamente a los casos en que se nieguen a volar cuando no se han dado largas horas de vuelo o fatiga”.

LA VIEJA ESTRATEGIA DE LAS CARTAS DE AMENAZA

Por asombroso que parezca, no es la primera vez que la irlandesa se dirige a una parte de sus trabajadores para amenazarles vía carta. En 2012, la compañía aérea fue denunciada por la presión que ejerció sobre sus comandantes para que cargasen menos combustible en los aviones y así ahorrar dinero y fuel a la compañía. En este caso, los pilotos de la compañía también recibieron cartas en las que Ryanair, bajo un tono amenazador, les obligaba a seguir una política de fuel eficiente.

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Carta enviada por Ryanair a los pilotos para sobre la política de ahorro de combustible en 2010.

Dicha política puso en entredicho la seguridad de la compañía, hasta el punto en el que en julio de 2012 la aerolínea tuvo que realizar tres aterrizajes de emergencia en Valencia por la falta de combustible de sus aviones.

De hecho, Ryanair desarrolló un ‘Memorando de los Pilotos’ que relata punto por punto sus normas al respecto. En este escrito se mencionan las cartas enviadas a los pilotos alertando sobre el “Exceso de fuel cargado sin explicación”. Tras los incidentes ocurrido y bajo recomendación de Aviación civil Irlandesa se vio obligada a cambiar su política de combustible.

PROBLEMAS DE LEGISLACIÓN

Esta situación de presión y agobio ha desembocado en la huelga del 25 y 26 de julio. Los tripulantes de cabina exigen que se aplique a sus trabajadores la legislación nacional de cada país en el que opera, aplicando las mismas condiciones laborales a todos los TCP, tanto de la propia empresa como los contratados por agencia o ETT. Además, no descartan acudir a la Audiencia Nacional para denunciar esta situación como ya hiciera el Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla).

De hecho, resulta paradójico que para la huelga de TCP Ryanair se acoja a la legislación española para imponer unos servicios mínimos, pero no para aplicar la legislación laboral a sus trabajadores en España. «Nos llama la atención que Ryanair sí quiera aplicar la legislación española en lo referente a los servicios mínimos, pero no lo haga para reconocer los derechos de sus trabajadores a través del Estatuto del Trabajador y la Ley Orgánica de Libertad Sindical», reclaman desde USO.

Por otro lado, los sindicatos revelan que la reducción de jornada para las madres y padres con hijos o familiares enfermos a cargo “es un derecho básico de la legislación española que Ryanair lleva años sin aplicar, provocando abusos e impunidad, ya que el trabajador se ve obligado a recurrir a los tribunales irlandeses”.

Asimismo, los tripulantes de cabina exigen que la aerolínea se comprometa a respetar a los representantes elegidos por cada sindicato para negociar el convenio colectivo. Ryanair se niega a que haya trabajadores de otras compañías aéreas dentro del sindicato que negociará el convenio colectivo.

Por último, ni Gobierno ni las autoridades aeronáuticas se han puesto en contacto con los sindicatos. En el primero de los casos, el desacuerdo sobre servicios mínimos con la empresa obligará al Gobierno a imponerlos; mientras que, en el segundo, los sindicatos no se explican como la Agencia Europea de Seguridad Aérea (Easa) no se ha pronunciado.


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