sábado, 23 noviembre 2024

Los grandes incendios en España evidencian la falta de inversión

El incendio de Ávila, extinguido esta semana, queda como el cuarto de este siglo en España. Si bien el de 2021 ha sido un verano negro en la región mediterránea, lo cierto es que la historia se repite cada año. Sin embargo, la estrategia contra el fuego no se altera. Los expertos insisten, «los incendios se apagan en invierno», cuando una adecuada gestión forestal puede salvar al bosque de convertirse en un auténtico polvorín en verano. Pero sin inversión en el ámbito forestal, se dispara el gasto en extinción y las pérdidas económicas derivadas del fuego se multiplican.

La acción humana prende el fuego, la acumulación de abundante materia vegetal mal gestionada (biocombustible) atiza las llamas y la escasa prevención desata el drama de los incendios. La partida en extinción parece ser la mejor maniobra de las diferentes Administraciones contra el fuego. Los políticos evitan así las acusaciones de no hacer lo suficiente, cuando está demostrado que la prevención es el arma más eficaz frente al fuego.

Hace unos días los expertos alertaron del riesgo ante la previsible ola de calor registrada en la segunda semana de agosto. El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COITF) hizo un llamamiento a la responsabilidad social frente a subidas de las temperaturas que alcanzarían los 42 °C en algunos puntos del país. «Cualquier negligencia puede dar lugar a un incendio de grandes dimensiones por la acumulación de combustible ante la falta de gestión forestal». Señalaban así la ausencia de un aprovechamiento ordenado del monte como la chispa que activa al resto de factores que desencadenan el fuego.

Si el monte es rentable para sus vecinos, estará limpio, gestionado, controlado y en buen estado de conservación, condiciones todas ellas que protegen del fuego a las masas forestales. Los expertos del sector forestal consultados por MERCA2 coinciden en la necesidad de potenciar la prevención en lugar de reforzar la extinción, y resulta que la mejor prevención de incendios se origina por la adecuada gestión de los recursos forestales que, además, produce ahorro energético y rendimiento económico a empresas y municipios.

Filomena «ha hecho un destrozo tremendo, con la caída de ramas o árboles que son un combustible perfecto»

La Asociación Nacional de Empresas Forestales (ASEMFO) coincide al afirmar que «la mayor parte de los incendios no afecta a superficies forestales consolidadas sino a superficies agroforestales afectadas por el abandono de la agricultura, de la ganadería o del aprovechamiento forestal».

Según datos de 2019 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el conjunto de las administraciones españolas invierten anualmente unos 600 millones de euros en extinción y otros 400 millones en el resto de la gestión forestal. Estas cifras ponen de manifiesto el peso de la extinción en España, al acaparar la mayor parte del presupuesto público dedicado al sector forestal, condicionando por tanto el conjunto de las actuaciones.

Por otro lado, las autoridades competentes otorgan especial importancia el sistema de detección temprana y un primer ataque rápido y efectivo, especialmente eficaz en España ya que se consigue extinguir en menos de seis horas el 85% de los fuegos, manteniendo estabilizado desde hace algunas décadas el porcentaje de siniestros que se quedan en conato (menos de 1 hectárea), alrededor del 66 %, según el MAPA.

Raúl de la Calle, secretario general del COITF recordaba recientemente que la situación en el bosque se había agravado tras el paso de la borrasca Filomena: «ha hecho un destrozo tremendo en el centro peninsular, no solo en Madrid sino también provincias de alrededor, que ha provocado la caída de ramas o árboles que son un combustible perfecto para estos incendios y va a ayudar a su propagación y que coja mayor intensidad, así que no se ha actuado como nos hubiera gustado».

LA RENTABILIDAD DE LA PREVENCIÓN

A medio plazo un aumento de los trabajos de prevención, más que reducir los gastos de extinción, reduciría el impacto de los grandes incendios, con menos superficie devastada y menos daños a personas y bienes.

En este sentido, «hay que tener en cuenta que el grueso de los costes de extinción existe, se produzca o no el incendio, siendo un tema complejo, ya que los representantes políticos no permitirían que, en caso de incendio, éste se relacionara con el recorte de medios de extinción, por eso generalmente la mayor parte de los recortes ha afectado a las medidas de prevención», explican fuentes del sector forestal.

Según el XI Estudio de Inversión y Empleo en el Sector Forestal publicado por ASEMFO a finales de 2019, «la inversión en prevención en España no llega al 20% de los costes de extinción».

Según varias fuentes citadas por la Asociación Española de la Biomasa (AVEBIOM), la prevención de incendios es unas cinco veces más barata que la extinción (sin contar los daños causados por los fuegos en los montes, a veces irreparables, incluida la pérdida de vidas humanas).

En Estados Unidos hace tiempo que ya se dieron cuenta de esto, así, en labores de prevención pasaron de 5.700 trabajadores en 1998 a 12.000 en el año 2015, de modo que el número de trabajadores que empleados en la extinción (18.000), se pudo rebajar a los 11.000, en el mismo período.

INVERSIÓN FORESTAL, COMO PARTE DE LA SOLUCIÓN

Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, analizaba en detalle, de la mano de Asociación Española de la Biomasa el papel de “lo forestal” en las políticas sociales económicas y medioambientales de España, con especial atención al rol de la bioenergía.

«Es difícil encontrar algo que una sola inversión conlleve tantos cobeneficios, pero esta gran ventaja es también su debilidad», apunta Rojas. «Servir para demasiadas cosas es bueno, pero dificulta que nos posicionen políticamente», añade. En este sentido, «hace falta elevar lo forestal políticamente para que los que tienen responsabilidad de conjunto lo identifiquen como un tema estratégico», resume el decano.

La activación de recursos forestales crea empleo estable en el ámbito rural, contribuye a frenar su despoblación, es fuente de productos de alto valor para diferentes industrias -madera para construcción, pasta de papel, corcho, usos textiles y biomasa para energía-, además de ser una de las claves para resolver el cambio climático.

En la misma línea, dentro de las actividades tradicionales, el pastoreo es una de las que contribuye a una buena conservación de los bosques. En este contexto, PROVACUNO reivindica el papel de las «vacas-bombero» para eliminar biomasa fácilmente inflamable. La ganadería actúa como un «cortafuegos» eficiente para luchar contra los incendios forestales.

«No hay nada que limpie y mantenga mejor los montes que las vacas», ha destacado el presidente de la Organización Interprofesional Agroalimentaria de la Carne de Vacuno, Eliseo Isla, tras poner en valor este trabajo silencioso y no suficientemente conocido ni reconocido, que desempeña el ganado los 365 días del año. PROVACUNO recuerda que la gran mayoría de los incendios que esquilman nuestros bosques, dehesas y montes está directa o indirectamente relacionada con el abandono del medio rural.


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