La compra de seguidores en redes sociales se ha convertido en una de las estrategias de posicionamiento más interesantes a la que pueden acudir empresas y perfiles con cierto nivel de influencia.
A través de estas técnicas se puede obtener un gran número de usuarios realmente interesados por el contenido publicado, pero la herramienta es un arma de doble filo, pues si se detectan que son seguidores falsos, el resultado puede ir desde la penalización por parte de la plataforma hasta obtener una mala reputación en este escenario digital.
Una dinámica muy repetida entre los influencers
Adam Mosseri, uno de los responsables de Instagram, anunció en 2019 que estaban planteándose desde la plataforma esconder los “likes” al publicar fotos y vídeos. Esos likes son el principal camino al éxito para los usuarios, pues determinan la capacidad de influencia.
Junto a los likes están otras interacciones como los comentarios y los “shares”. La idea evolucionó hacia un modo beta que se implementó en Estados Unidos y otros países, pero con el tiempo se descartó.
Muchos expertos consideraron que, en caso de que esta idea llegara a triunfar, algo que no ha sucedido hasta el momento, comenzarían a tener todavía más repercusión el alcance de las publicaciones. Y esto solo podría ser medible a través del valor cuantitativo y no cualitativo de las mismas. El número de seguidores cobraría más importancia.
En ese proceso, que ya es muy relevante, especialmente entre marcas e influencers, aparece una dinámica también muy popular desde hace unos años, la compra de seguidores. Muchos influencers acuden a esta práctica de manera habitual.
¿Cómo se compran seguidores en redes sociales?
Dan Hernández, especialista en marketing digital, señala que comprar seguidores es un proceso muy sencillo y económico. Existen sitios web donde es posible comprar seguidores Instagram por precios accesibles. 1.000 seguidores puede costar tan solo 12 dólares.
Además, estos seguidores no actúan como bots y usuarios inventados, sino que ayudan a visualizar más ese perfil con comentarios y visualizaciones en fotos y vídeos, en todas las redes sociales.
No obstante, existe otra fórmula que son aquellos perfiles que no interactúan con la cuenta, no dan “like” ni comentan. Y tampoco suelen ser muy estables. Se trata de perfiles creados con nombre y algunas publicaciones que tienen apariencia de cuentas reales.
Las agencias detectan con relativa facilidad estas prácticas
Las agencias de marketing digital pueden reconocer, con cierta comodidad, cuándo se están produciendo estos procesos de compra. A día de hoy varias plataformas de pago cuentan con medios suficientes para señalar cuántos seguidores que tiene un influencer son comprados y cuántos son reales. Estas plataformas trabajan con esos influencers.
Algunos perfiles de celebrities o personas de gran impacto mediático, pero con poco volumen de seguidores, suelen o solían utilizar esta técnica para ganar más relevancia en redes, pero esta dinámica está cayendo en desuso, pues es fácilmente detectable.
De hecho, algunas auditorías han mostrado que muchos perfiles de influencers y celebrities han utilizado métodos fraudulentos para aumentar sus interacciones. Esta práctica también la pueden llevar a cabo perfiles menos conocidos, es decir, gente “normal” que compra, aunque el porcentaje es menor.
¿Cuáles son las consecuencias del astroturfing?
La falsificación de la popularidad en las redes sociales comprando seguidores o a través de otras tácticas, se conoce como astroturfing. Este concepto, en realidad, hace referencia a un proceso más complejo y completo, pues define a todas aquellas estrategias de marketing digital que consisten en esconder al responsable o responsables de una campaña publicitaria.
El objetivo es claro, y muy lícito, buscar la viralidad, pero el camino adoptado es hacer pasar un mensaje por natural cuando no lo es. El astroturfins sirve para multiplicar la visibildiad de un mensaje y generar más impacto en la sociedad a nivel comercial o de relevancia mediática. Se trata de una estrategia útil para generar sensaciones masivas con las que beneficiarse, pero también perjudicar a determinadas figuras.
Desde el punto de vista de la compra de seguidores, que es una de las posibilidades del astroturfing, Instagram va a detectar en poco tiempo que son cuentas ficticias y puede penalizar al perfil que acude a estas estrategias. Por otra parte, son perfiles de los que no se obtiene ningún ingreso o engagement para el negocio.
Por lo general, acudir a esta fórmula es poco recomendable. Cuando se trata de perfiles anónimos que solo comparten su día a día en redes sociales con amigos y familiares, ¿qué sentido tiene comprar seguidores a los que no se conoce y no van a aportar ningún plus a la cuenta? Las cuentas oficiales de empresas tampoco tienen en esta estrategia una ayuda directa a la compra, pues muchas veces son seguidores falsos, que no van a interaccionar ni comprar nada.
El gran problema está en aquellos perfiles que quieren convertirse en influencers, pues ven este proceso como una vía sencilla para ganar seguidores. Pero pensándolo con calma, no tener muchos seguidores es un pasaporte directo a tener la confianza de las marcas. Esto solo se consigue si de verdad se tiene influencia en la comunidad, algo que no será posible con bots y seguidores falsos.