Un gesto tan sencillo como introducir la tarjeta por la ranura de un cajero automático supone una odisea para más de 1,3 millones de españoles. Para realizarlo, supone conducir durante varios kilómetros hasta el municipio más cercano, aparcar, hacer cola si la hubiera y retirar el dinero. En algunos casos supone una distancia total de 40 kilómetros, ida y vuelta.
Más de la mitad de los municipios de España carece de cajero automático o una ventanilla de una furgoneta para poder disponer de dinero en efectivo. En total son 4.115 municipios, de los que más del 10,7% se concentra en Cataluña, con un total de 443. El grueso de estos pueblos sin acceso al dinero en efectivo se ubica entre Castilla y León y parte de Castilla-La Mancha, aunque también en Galicia y Asturias.
Según los datos publicados por el Banco de España, la mitad de los municipios de Tarragona no disponen de ningún tipo de solución para poder obtener dinero en efectivo, mientras que el porcentaje se incrementa en Girona y Lleida, donde más del 50% de las localidades no tiene este servicio. En la provincia de Barcelona es donde mayor concentración de cajeros existe, aunque 99 de los 311 ayuntamientos carecen de este tipo de máquinas.
Nos tenemos que ir a municipios cercanos más grandes para poder pagar en la única tienda del pueblo
En España hay 1,3 millones de ciudadanos que no disponen de cajeros en las cercanías a sus viviendas, según la entidad supervisora de la banca. Según sus cálculos, en Cataluña hay 209.000 personas sin este servicio, el 16% del total de España.
SIN POSIBILIDAD DE PAGAR CON TARJETA
Según los datos consultados por MERCA2, el censo de la mayoría de estos pueblos apenas alcanza o supera por muy poco el centenar de habitantes. En algunos de ellos, como en Vilanova de Prades (Tarragona), la banca ha dejado de realizar su asistencia semanal. En otros, como en Vallfogona de Riocorb (Tarragona), no han tenido nunca una entidad bancaria, según los recuerdos de varios vecinos.
«Nos tenemos que ir a municipios cercanos más grandes para poder pagar en la única tienda del pueblo«, según ha expuesto Montserrat (nombre simulado), residente en Vallfogona de Riocorb. «No tenemos otra posibilidad» en caso de querer abonar las compras en efectivo. «En esta población no tenemos a nadie en edad escolar y la mayoría somos personas mayores», ha apuntado. El número de habitantes de este pueblo crece durante el verano, ya que numerosos vecinos tienen instalada su segunda residencia ahí.
Los inconvenientes de vivir en este pueblo son varios. «El vehículo es imprescindible«, ha afirmado. Más que la propia comida. La nevera y despensa se llenan tras recorrer un total de 30 kilómetros si acuden al municipio más cercano, Santa Coloma de Queralt, aunque allí no disponen de todos los productos. Para ello, cruzan a la provincia vecina de Lleida, donde Tàrrega (40 km) y Cervera (30 km), con grandes supermercados y ferreterías, entre otras tiendas, cubren las necesidades.
CAMBIAR DE PROVINCIA PARA PODER RETIRAR EFECTIVO EN EL BANCO
«Son los sitios donde más acuden los vecinos«, según ha indicado. De esta forma, los vecinos se han adaptado a los horarios de los tradicionales mercados semanales de los pueblos de la zona. De esta manera, exprimen el día al máximo, incluido llenar el depósito de gasolina. «Guardamos los alimentos en congeladores grandes», ha indicado.
«Lo único que tenemos fijo diariamente es el pan», ha comentado. Para recogerlo, los vecinos dejan las bolsas en los pomos de las puertas y el panadero de Guimerà se encarga de colocarlo en ellas. En caso de no estar en la vivienda, «se pasan las cuentas» después. No obstante, la mayor parte de los vecinos apuntan que siempre disponen de un remanente en casa para las urgencias, eso sí «muy bien escondido».
Lo único que tenemos fijo diariamente es el pan
Otro de los casos es el de Vilanova de Prades, que ha tenido sucursal hasta el estallido de la crisis de 2008 y las posteriores fusiones bancarias. En este pueblo tarraconense hubo varias entidades financieras, la más extendida fue la extinguida Caixa Tarragona, absorbida después por Catalunya Caixa y más tarde por el BBVA.
Sin embargo, con el recorte de oficinas, la entidad vasca decidió ubicar únicamente una sucursal en Prades y dar un servicio semanal a Vilanova de Prades. Un par de horas a la semana tenían los vecinos para realizar las gestiones y obtener dinero en efectivo. Desde hace cuatro años, ningún miembro de la oficina bancaria se desplaza al pueblo, mientras los vecinos tienen que acudir con sus coches a los pueblos más grandes para realizar sus gestiones.
VIVIR SIN UN CAJERO, «UN QUEBRADERO DE CABEZA»
Cabe destacar que la edad media de estos usuarios y clientes también de la banca no tienen el conocimiento ni el manejo de las apps bancarias, pero aún así continúan pagando lo mismo por los mismos servicios que tendría un millennial de Barcelona. De esta forma, han terminado por adaptarse este sobrecoste. «Cuando dejaron de venir sí hubo revuelo en el pueblo», ha apuntado una de las vecinas consultadas. «Al principio fue un quebradero de cabeza«, ha recordado. En Vilanova tan sólo hay una tienda, pero no está del todo claro que se pueda pagar con tarjeta.
Ahora, para poder sacar dinero los vecinos tienen que trasladarse a la Espluga de Francolí (Tarragona), a unos 40 kilómetros ida y vuelta, si se es cliente del BBVA, el más habitual del municipio de Vilanova de Prades debido a los cambios de entidades. En Prades no hay oficina de esta entidad, por lo que habría que abonar la comisión correspondiente tras hacer 20 kilómetros ida y vuelta.
Estos municipios sin cajeros tienen numerosos puntos en común. Ni niños, ni escuelas ni gasolineras. Tampoco farmacia, en su mayoría. Los servicios médicos son por horas semanales, y tienen que desplazarse casi un centenar de kilómetros para llegar y ser atendidos en el hospital más cercano. En el caso del sur de Tarragona tocaría el de Reus, mientras que en otras zonas, tienen que acudir a Lleida o Girona, así como Barcelona.
Además, en la mayoría de estos pueblos apenas hay un centenar de censados, sin tiendas o tan sólo una. En cuanto a los bares, depende de los efectos de la pandemia. En algunos se han quedado sin restauración, mientras en otros disponen de varios establecimientos al estar situados en zonas de paso o bien son de interés turístico.
CONCENTRACION DEL CAJERO EN LOS NÚCLEOS URBANOS Y LA EXCEPCIÓN DE CÁDIZ
Según los datos del estudio del Banco de España, la densidad de cajeros por cada 1.000 habitantes en Tarragona es de 0,6; del 0,68 en Lleida; un 0,71 en Girona; y del 0,51 en Barcelona. Es decir, las entidades financieras se concentran en los núcleos urbanos más grandes, pero el número de oficinas se reduce año tras año, trimestre tras trimestre para obtener una mayor eficiencia.
En cuanto al resto de España, la mayoría de los municipios de las provincias de Salamanca, Ávila, Valladolid, Zamora, Burgos Segovia, León, Soria, Teruel, Guadalajara y Huesca no tienen ningún cajero. Cádiz, por su parte, destaca como la única provincia con al menos un cajero en cada municipio.
En total, el 3% de la población española vive en estos núcleos urbanos, según ha detallado en un estudio el Banco de España. A juicio del supervisor, la infraestructura tradicional de acceso al efectivo es «amplia y su cobertura es generalizada». No obstante, ha considerado necesario impulsar alternativas que garanticen el acceso ante la más que previsible reducción de oficinas por la digitalización y «la búsqueda de una mayor eficiencia por parte de las entidades de crédito«.
EL AJUSTE DE OFICINAS EN LA BANCA CONTINUARÁ
A su juicio, los 1,3 millones de personas sin acceso directo al efectivo es baja en la mayoría de España, aunque en Cataluña la concentración de municipios se encuentra en el sur y centro de la Comunidad Autónoma.
En los últimos años, la banca ha apostado por un proceso de fusiones que aún continúa. Las sinergias y la reducción de costes ha sido la prioridad en un sector que busca rentabilidad en un entorno de tipos de interés al mínimo histórico.
Por este motivo, han continuado los bailes de las fusiones, a los que hay que sumar la larga lista de despidos por los ERE. Todo ello ha dado como resultado una reducción drástica de las oficinas, de las que se han cerrado prácticamente la mitad desde la crisis financiera de las subprime, hasta tener un total de 20.299 en toda España. Respecto a los cajeros, tan sólo quedan 49.481, un 20% menos.