viernes, 22 noviembre 2024

Meliá respira ante un verano difícil aunque necesita refinanciación

La clientela de ocio volverá, así como el business travel, aunque lo hará más tarde. Precisamente la elevada exposición de Meliá al turismo vacacional junto a su mix de gestión (propiedad, arrendamiento, gestión y franquicia) son los principales impulsos hacia la recuperación. Sin embargo, la cadena hotelera ha tirado de caja más de lo deseado, y pese a la venta de activos, debería considerar algún tipo de refinanciación en la segunda mitad del año, como la ampliación de capital o un bono convertible.

Además, el impacto financiero se mantiene negativo. La hotelera, que ha rendido cuentas al mercado este miércoles, registró un resultado consolidado atribuido negativo de 151,2 millones de euros entre enero y junio de 2021. Lo bueno es que esta cifra representa una reducción de las pérdidas del 57,8% en comparación con los ‘números rojos’ de 358,6 millones de euros que registró en el mismo periodo de un año antes por el impacto de la crisis del coronavirus y el deterioro del valor de los activos.

La compañía obtuvo unos ingresos de 304,4 millones de euros entre enero y junio, un 4,6% menos que un año antes. Por su parte, el resultado bruto de explotación (Ebitda) fue de 1,5 millones de euros, frente a las pérdidas de 71,3 millones de euros del año pasado, mientras que el resultado operativo fue negativo, hasta 126,5 millones, un 58,9% menos que le año anterior.

MELIÁ: LARGO VERANO E INVIERNO ANTICIPADO

Meliá Hotels International, líder hotelero en España y octavo actor en Europa, es un grupo estructuralmente diferente a sus pares del sector alojativo: más del 50% de sus habitaciones están ubicadas en resorts turísticos frente a algo más del 40% de carácter urbano en ciudades.

Esto significa que más del 60% de la clientela es de ocio frente al 40% de negocios, una clara especificidad si tenemos en cuenta que el 50% de los viajeros se consideran de negocios en la industria y que la mayoría de los competidores europeos de Meliá están expuestos al turista de negocios más del 60%.

El tercer trimestre del año representa un tercio de los resultados corrientes anuales del grupo

Incluso si los temores ante la variante Delta del covid-19 siguen ejerciendo presión sobre los viajes en Europa, Meliá previsiblemente comenzará su recuperación en 2021, pese a todo. No obstante, esta recuperación será menor de lo esperado inicialmente, debido a todos los retrasos y limitaciones que tiene que afrontar la reapertura de la industria de viajes.

Por eso, expertos consultados por MERCA2 reducen los supuestos operativos para este año fiscal y anticipan resultados relativamente bajos para 2021, incluso incluyendo la ganancia de capital inmobiliario.

Por tanto, Meliá sigue bajo presión y ha quemado efectivo en el primer trimestre (143,6 millones de euros, cerca de 48 millones de euros al mes). De hecho, la cadena hotelera casi duplicó su deuda neta en el año fiscal 2020 y solo tenía 230 millones de euros de liquidez disponibles a finales de marzo, según explican las mismas fuentes.

Por fortuna para las cuentas de la compañía, el grupo anunció el pasado 30 de junio que se había vendido una cartera de 8 hoteles a Bankinter por unos ingresos en efectivo totales de 170 millones de euros y una plusvalía de 62 millones de euros. La venta de activos ayuda a paliar la quema de caja de los tres primeros meses del año y aporta visibilidad durante 9 meses.

AMPLIAR CAPITAL O BONO CONVERTIBLE

Pese a la venta de esta cartera, Meliá debería considerar algún tipo de refinanciación en la segunda mitad del año, siendo opciones potenciales una emisión de derechos o un bono convertible, explican fuentes conocedoras de la situación. La hotelera todavía tiene otras alternativas con respecto al 15% de los activos circulantes, aún en propiedad, por un valor actual de mercado bruto total de 3.000 millones de euros.

Por lo tanto, Meliá ha sufrido durante el primer semestre pero menos de lo inicialmente esperado y, debería entrar en julio en la parte del año que le resulta más contributiva, por varios motivos. La primera razón es que tradicionalmente el tercer trimestre del año representa un tercio de los resultados corrientes anuales del grupo. En segundo lugar, el efecto base y la recuperación general deberían ayudar al grupo a beneficiarse de un verano más largo y, probablemente, de un invierno más temprano. Todos estos supuestos son posteriores a la NIIF-16.

Las conclusiones de los expertos ponen en valor el modelo específico de Meliá por su mix de todo tipo de gestión: propiedad, arrendamiento, gestión y franquicia, además de su mayor exposición a la clientela de ocio. Si bien fuentes del mercado no perciben ningún riesgo de quiebra, tampoco excluyen la dilución, para reducir el apalancamiento. El nivel de deuda neta casi se duplicó en el año fiscal 2020.

La gestión espera multiplicarse por tres a medio plazo. Sin embargo, una recuperación operativa probablemente no será suficiente, como tampoco lo será el reciente anuncio de enajenación. Por lo tanto, serían deseables algunas otras medidas de enajenación, dilución (emisión de derechos o bono convertible) antes de fin de año, lo que, combinado con una recuperación operativa, debería permitir al grupo volver a un apalancamiento más normal.

Además, los inversores deberían aplicar una prima y sentirse atraídos ​​por el crecimiento de RevPAR, que se espera se beneficie de la recuperación global.

Los expertos advierten de riesgos como un ciclo hotelero europeo peor de lo esperado debido a la evolución del Covid-19, especialmente en el lado de la demanda de ocio; menores aperturas netas de habitaciones nuevas; mitigación del impacto del Covid-19 peor de lo esperado; capital de trabajo y flujos de caja peores de lo previsto; la imposibilidad del grupo de navegar la crisis de Covid sin la necesidad de enajenar activos, y la ausencia de rebajas fiscales en los costes laborales, especialmente en España.

HOTELES EUROPEOS: OPORTUNIDADES Y RIESGOS

La variante Delta del coronavirus es el último sobresalto de la pandemia para la economía europea, en concreto, para sectores como el hotelero. Más que nunca, el contexto obliga a mirar el ejercicio fiscal de 2021 como una transición. Una recuperación a niveles prepandemia debería ser alcanzable para el 2023. Así el período pandémico completo se fecharía en cuatro años: 1,5 años de crisis y 2,5 años de recuperación.

El alto nivel de vacunaciones (más de la mitad de la población, al menos en términos de la primera dosis), en la mayoría de los mercados clave como Estados Unidos, Reino Unido, y parte de Europa, podría resultar eficaz para debilitar el vínculo entre infecciones y hospitalizaciones.

En este contexto, y tras la reciente mala rentabilidad, fuentes del mercado revisan al alza la previsión y señalan una evolución más positiva de los valores hoteleros, al considerar que están cotizando en la incertidumbre más cercana y, también, que la recuperación operativa, en un escenario de potencial apertura de economías, podría ofrecer una digna subida en la mayoría de las acciones de hoteles europeos.

En general, mientras la propagación de nuevas variantes alimenta la incertidumbre a corto plazo, las acciones parecen cotizar a niveles más atractivos, considerando el potencial de un entorno más positivo para la política de viajes en el futuro, especialmente a la luz de un mayor progreso en las tasas de vacunación, según los expertos.


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