La carne de pollo es una de las más saludables y nutritivas, y también con menos grasas. Además, es un alimento muy asequible y versátil con el que se puede solucionar en momento cualquier comida. Se puede preparar de un millón de formas, aunque una de las preferidas por mucha gente, es entero y asado en el horno. El resultado es sabroso y exquisito, y si queda sobras, se convierte en un ingrediente comodín para preparar recetas típicas con restos como deliciosas croquetas, pastas, empanadillas, empanadas, ensaladas frías, sandwiches, y decenas de opciones más.
Puede ser que cuando preparas pollo asado al horno, no te quede tan jugoso como quisieras, lo cual puede ser una pequeña decepción, pero esto se puede evitar fácilmente teniendo en cuenta unos sencillos trucos con los que puedes conseguir que quede tan tierno, jugoso y con la piel crujiente y dorada, como los pollos asados de la mejor tienda de tu barrio. Sigue paso a paso estas pautas y verás que no te vuelve a quedar seco nunca más.
1EL SAZONADO DEL POLLO ASADO
Uno de los principales errores que comenten las personas a la hora de preparar el polo asado, ocurre durante el proceso del salpimentado. A menudo se salpimenta solamente la superficie del pollo, y sin embargo lo recomendable es hacer lo mismo en el interior. ¿Por qué? Pues porque el aderezo, mientras la carne se hornea, se va distribuyendo por toda la pieza, con lo que se consigue mayor jugosidad en la interior, y se anda a que la piel quede sellada y por lo tanto más crujiente. Así pues, toma nota: a partir de ahora, salpimenta por dentro y por fuera. Pero este no es el único truco que puedes aplicar para conseguir un pollo asado más jugoso.